Un Atleti fiel a sus raíces y un gran Leganés que abofetea a otro líder

Este es el Atleti de toda la vida. Capaz de lo mejor y de lo peor. Apto para encadenar ocho victorias consecutivas en la Liga -15 en todas las competiciones- las mismas que le permitieron remontar 10 puntos al Barcelona y alzarse en el liderato con el título honorífico de campeón de invierno y capaz, también, de perder el primer encuentro en el que defendía su trono transitorio. Seguro que Simeone le saca algún punto positivo al traspié y si no lo dice públicamente, lo piensa. "Mejor ser perseguidor que perseguido. Menos presión. Al fin y al cabo, nuestra Liga es la otra, la que no juegan el Real Madrid y el Barcelona".
En fin. Gajes del oficio. "Qué miedo me da el partido de Leganés" recitaban los aficionados rojiblancos durante toda la semana. Fueron varios los que, curiosamente, me lo comentaron. Incluido su director general, Carlos Bucero que de tonto no tiene ni un pelo de su espesa barba. Ya va conociendo a pasos agigantados los entresijos y las vicisitudes de su nuevo club. Los colchoneros de a pie las dominan de toda la vida e intuían que este de Leganés era un partido trampa. No se fiaban de tanta bonanza de resultados y a fe que tenían razón. Su equipo, a raíz de recibir el gol, fue desconectado por un Leganés admirable en la faceta defensiva, pero que no renunció a jugar sus bazas ofensivas. Como ya hicieran en Montjuic ante el Barcelona, Borja Jiménez y sus chicos abofetearon a todo un líder.
Otra soberbia lección táctica del insultantemente joven técnico que el martes cumple 40 años. Su defensa de cinco elementos se movió durante todo el partido como un acordeón, donde el posicionamiento de los laterales marcaban las intenciones de arroparse atrás, sin descuidar el adelante. Bien es cierto que los de Simeone pudieron resolver en la primera parte porque Julián Álvarez tuvo dos ocasiones de las que nunca suele fallar, pero es indudable que por debajo en el marcador no supieron meterle el diente al partido.
Quién les iba a decir que a la primera de cambio iban a echar de menos al lesionado Sorloth. Esos partidos cerrados en los que estás obligado a atacar porque vas perdiendo, son los que mejor entiende el noruego con su juego de espaldas. Nadie hizo de Sorloth, entre otras razones por que los que estaban en el campo no tienen sus condiciones. Precisamente una de las mejores virtudes del Leganés fue esa, obligar ala Atlético a atacar de espaldas y forzar los centros laterales en los que Dimitrovic se sintió Sabonis y fue descolgando uno por uno los balones inalcanzables para Álvarez, Griezmann y Correa. El penalti fallado por Griezmann entra dentro del lote y de esa manera que tiene este club de entender la vida.
Posdata. Ancelotti este domingo, si el Real Madrid gana a Las Palmas, se sentará en el liderazgo del Campeonato. Curiosa posición para un técnico al que cierta parte del madridismo desdeña regularmente.