ENTREVISTA

Arizmendi, el internacional con España que evita la quiebra de los futbolistas: "Salvo que hagas las cosas rematadamente mal, ganas más de lo que gastas"

El exinternacional español, hoy asesor financiero, incide en la importancia de la formación y la planificación para evitar problemas económicos después de la retirada del fútbol profesional.

Javier Arizmendi, durante una charla dirigida a exjugadores profesionales/AFE - Instagram
Javier Arizmendi, durante una charla dirigida a exjugadores profesionales AFE - Instagram
Tomás Magaña

Tomás Magaña

Contaba Óscar Téllez, en conversación con Relevo, que el origen de sus dificultades después de dejar el fútbol profesional estaba en el hecho de no haberse preparado "una salida", no tener un plan para la vida cuando se acaban los focos. El mítico zaguero del Alavés admite que se dio de bruces con la realidad, al encontrarse con un ritmo de vida económico que ya no podía sostener. Pero insiste también en una máxima vital: "a problemas, soluciones". Eso es justo lo que intenta aportar Javier Arizmendi (Madrid, 1984), otro exfutbolista que se ha alejado relativamente del balón tras colgar las botas. El que fuera jugador de Atlético de Madrid, Deportivo de La Coruña, Valencia y Mallorca, entre otros clubs, trabaja hoy en el mundo de las finanzas. Su profundo conocimiento del fútbol profesional le permite entender la realidad a la que se enfrentan los jóvenes que están donde él estuvo tantos años.

Porque cada cierto tiempo se conoce el caso de algún exfutbolista que enfrenta dificultades económicas o incluso cae en bancarrota. Aunque son los que copan más titulares, la mayor parte de problemas no tiene que ver con el desenfreno de los George Best, Paul Gascoigne o Diego Armando Maradona. Con frecuencia basta una mala decisión financiera en un momento concreto, una inversión en un negocio que termina convertido en sumidero de capital. La simple falta de previsión puede provocar que el súbito contraste entre ingresar grandes sumas de dinero y no ingresar nada devore en poco tiempo todo lo acumulado durante una carrera deportiva exitosa. Las soluciones que propone Arizmendi se erigen sobre dos pilares: planificación y educación financiera.

¿A qué te dedicas en la actualidad?

Me dedico al asesoramiento y la consultoría financiera. En cuanto al servicio que doy a futbolistas, va un poco más allá de la toma de decisiones de inversión o hablarles de productos. Por los condicionantes de nuestra carrera no tenemos demasiado tiempo para formarnos en ámbitos como el financiero. Y es algo muy importante debido a las peculiaridades de nuestra carrera y nuestro tipo de ingresos. Intento diseñar una estrategia personalizada, de acuerdo con los condicionantes de cada uno, que permita tener una guía y un plan de acción para poner unos cimientos sólidos sobre los que construir un patrimonio durante la carrera. También se trata de definir qué objetivos se tienen tanto cuando juegas como cuando lo dejas, pensar en esas necesidades futuras que aparecen cuando el fútbol te dice adiós.

¿Cómo es posible que algunos futbolistas que ganan tanto dinero durante su carrera se arruinen poco tiempo después de retirarse?

Afortunadamente, creo que cada vez se ve menos, pero de vez en cuando sí sale alguna noticia. Ocurre que durante unos años tienes un ingreso importante y muchas veces es difícil mantenerlo en el futuro. El gasto se convierte en algo incontrolable y no es sostenible en los muchos años que quedan por delante después de la retirada. A mi juicio, suele venir provocado por la falta de planificación y por ciertas decisiones puntuales. Ocurre cuando se toman decisiones sin un criterio formado y racional sobre el conjunto global de un patrimonio. Esto penaliza en el largo plazo, pero insisto en que esa clase de situaciones son cada vez menos frecuentes. Hoy en día hay más concienciación y más formación.

¿Debería ofrecerse esa formación también desde los clubs?

Yo creo que sí. Soy un firme defensor de que la formación debería ser más integral y atender un poco más a la persona, porque una carrera futbolística es un periodo relativamente corto dentro de toda una vida. La formación que se ofrece suele ir enfocada a la mejora del rendimiento deportivo, pero no tanto a la mejora de las habilidades sociales o las herramientas de manejo de finanzas con cierto criterio. Es una eterna batalla, conseguir que los clubs piensen en el jugador más allá de un producto que dé rendimiento deportivo durante unos pocos años. También pienso que esto ha de evolucionar, porque el profesionalismo llega cada vez antes. Vemos juveniles que van a jugar con el primer equipo, que viajan a desplazamientos de Champions. Es difícil que un jugador tan joven en esa situación no piense que puede llegar a ser como sus ídolos. Y si no es así, puede causarle perjuicios no sólo a nivel financiero, sino a todos los niveles. Creo que los clubs evolucionarán en este aspecto.

De todos modos, las carencias no las tienen sólo los futbolistas. Muchos llegamos a la firma de la hipoteca sin saber demasiado bien qué significa el papel que tenemos delante.

Hay una falta de educación financiera muy grande a nivel general. De niños nos enseñan en el colegio cosas que luego tampoco terminamos de utilizar. A no ser que seas biólogo, ciertas nociones específicas de química y física que te enseñan en bachillerato, quizá luego no las aplicas. Pero todos tenemos que recurrir a un préstamo o a una hipoteca, o tal vez tenemos unos ahorrillos y queremos invertirlos y obtener rentabilidad. Hasta hace poco no había en los colegios asignaturas enfocadas a esto. Una sobrina me contó que tiene una asignatura de cultura financiera y me dio una gran alegría. Es algo que forma parte de nuestra toma de decisiones cotidiana, mucho más que otros conceptos. Hay que fomentarlo a todos los niveles. En este nicho concreto, el de los deportistas, con un ciclo de ingresos tan explosivo, las nociones básicas de planificación financiera tienen una importancia capital.

¿Cuál es el momento idóneo para que el futbolista empiece a formarse en este sentido?

Cuanto antes, mejor. Siempre. Nunca es tarde, pero cuanto antes empieces, más lejos llegas. Si yo me tuviese que arrepentir de alguna decisión financiera, sería de las que no tomé. A veces, por miedo a lo desconocido, no intentamos capitalizar antes el dinero. Es algo en lo que incido muchísimo. Es difícil que se lo plantee un chaval de 22 años, que tiene mucha vida por delante, recursos, fama… Normalmente te lo empiezas a plantear un poco más adelante, cuando ves que esa ola está más próxima a la orilla. Pero si fuéramos capaces de entender que cuanto antes te pongas a pensar en ello, más lejos vas a llegar y más vas a potenciar tu patrimonio, pensando en las necesidades que vas a tener cuando dejes de jugar, sería lo ideal.

Si tuvieses que implementar un curso sobre finanzas en la academia de juveniles de un club de fútbol, ¿cuáles serían los temas esenciales?

Al final son tres o cuatro conceptos. El concepto de diversificación, aquello de 'no pongas todo en la misma cesta', para evitar que el impacto negativo de uno de esos activos impacte sobre el global de tus inversiones y tu patrimonio. La diferencia entre riesgo y volatilidad, entender que tus inversiones pueden ser volátiles. Pueden ir al alza o a la baja a lo largo de un tiempo, pero no deberías tomar riesgos. El riesgo, entendido como pérdida permanente de capital, sí te hace un roto para el futuro. Y el último es la capitalización compuesta. Es como una bola de nieve que va creciendo a medida que baja por la montaña: si tu patrimonio es capaz de tener rentabilidad, y esa rentabilidad se genera cada año sobre un importe mayor de tu patrimonio, se produce un efecto de capitalización compuesta. Con tres o cuatro gráficas se entiende claramente por qué uno ha de empezar a tomar esto en cuenta y cuanto antes, mejor. Es verdad que tenemos condicionantes mentales, como el miedo a lo desconocido. No siempre es fácil pasar de ahorrador a inversor, pero hay que trabajar en ello desde un componente muy didáctico.

¿Existe ese miedo entre los futbolistas? Buscan al mejor agente, fisioterapeuta, asesor de comunicación, peluquero… pero no tanto a alguien que les enseñe a gestionar el patrimonio. ¿Hay resistencia en el gremio?

Un médico, un fisioterapeuta o un nutricionista tienen un impacto directo sobre tu rendimiento, te hacen mejor deportivamente. Pero yo lo he vivido y sé que el fútbol es un mundo bastante endogámico. Se acerca mucha gente a ti con propuestas, con aquello de, "oye, tú tienes el dinero, yo tengo una idea, vamos a desarrollar el proyecto". Esas cosas muchas veces no llegan a buen puerto y generan situaciones de desconfianza ante lo desconocido. Y esto llega a paralizar, a provocar que no se tomen decisiones.

¿Se encuentran a menudo ese tipo de casos en el mundo del fútbol? ¿Alguien que pasa de no invertir a meter dinero en la ocurrencia de un conocido?

Sí, periódicamente se pueden encontrar situaciones así. A veces se tiene más dinero que ideas, pero eso no quiere decir que cualquier idea sea buena ni que haya que ejecutarla. Si yo invierto en un sector que desconozco o en un negocio que no voy a poder atender por mi ocupación y eso no va bien, el capital se pierde. Te queda lo que liquides por las mesas o las sillas o la cocina del restaurante que hayas montado. Pero si tú coges ese dinero y lo capitalizas durante diez años a una rentabilidad media del 7%, doblas tu capital en 10 años. Hay una gran diferencia entre doblar en 10 años y perderlo todo. Claro que habrá años en que no obtengas un 7%, en que la rentabilidad sea negativa o próxima a cero, pero también otros años en que será doble dígito. Esa es la principal diferencia entre volatilidad y riesgo. Si yo tengo un horizonte temporal amplio hasta mi retirada, que es cuando hay que dar un salto a otra visión de la vida, me puedo exponer a vaivenes de mercado por circunstancias exógenas. Un covid, una guerra de Ucrania, una crisis hipotecaria… Lo que no debo hacer es exponerme a riesgo. Es más sencillo entrar en inversiones no tan glamurosas, pero que ofrezcan estabilidad en el futuro.

Entre los futbolistas de élite hay una especie de burbuja en cuanto a estilo de vida. La ostentación conlleva un nivel de gasto y muchos se ven arrastrados por esa corriente. ¿No es un factor que puede afectar a la salud financiera?

Bueno, por poner la nota positiva, acaba de ganar el Balón de Oro un chico normal, que estudia y está muy alejado de ese prototipo que tanto ha abundado en los últimos años. Y muchas veces se hace de la normalidad virtud, cuando no es más que normalidad. Pero bueno, ese es otro tema. Sí, el gasto aquí juega un papel importante. Al futbolista le conviene tener un presupuesto e intentar hacer un gasto responsable, sobre todo porque quizá no lo pueda sostener durante mucho tiempo. La gente, en general, suele tener controlados gastos puntuales. Sabes cuánto te cuesta el coche o la hipoteca. Pero el ejercicio consiste en coger papel y boli y ponerte a sumar. A menudo eso te conduce a una sorpresa. Es vital tener una imagen de tu gasto lo más fiel posible. No de partidas individuales, sino una imagen global. Yo considero esencial ir invirtiendo gran parte de tu capacidad de ahorro. Cuando eres futbolista, salvo que hagas las cosas rematadamente mal, ganas más de lo que gastas. Es muy importante ir poniendo a trabajar parte de la capacidad de ahorro que vas teniendo.

"La gente, en general, suele tener controlados gastos puntuales. Sabes cuánto te cuesta el coche o la hipoteca. Pero el ejercicio consiste en coger papel y boli y ponerte a sumar. A menudo eso te conduce a una sorpresa"

Javier Arizmendi Exfutbolista y asesor financiero

No se trata sólo de que el futbolista gaste menos de lo que ingresa y ahorre, sino de que sepa cuánto se quiere ahorrar. ¿Es eso?

Claro. Hay que poner el ahorro/inversión antes que el gasto. Es esencial. Cambiar los factores de esa ecuación altera mucho el producto. Debemos separar esa cantidad que queremos ahorrar o invertir para cumplir objetivos en el futuro. Una vez hecho eso, sabremos de qué dinero disponemos para gastar.

Pero esto puede ser difícil para chavales de 18, 20 y 22 años que no tienen cargas y ya están recibiendo cantidades considerables. ¿Qué importancia tiene la gestión de expectativas en estos casos?

El tema de la planificación financiera requiere un acompañamiento a lo largo del tiempo. No es un estudio inmóvil que puede quedar olvidado en un cajón o en una bandeja de correo electrónico. Es preciso reformularse cada año, porque cada año surgen cosas. La vida del jugador es muy volátil, no tenemos previsibilidad sobre los ingresos ni somos funcionarios que sepan que su salario aumentará con la inflación. Estamos expuestos a muchos cambios y es esencial revisar cada situación que se produzca y pueda alterar nuestros ingresos, nuestros gastos o nuestra composición patrimonial. El acompañamiento sirve para controlar también estas expectativas de las que hablamos. Hay quien te dice que quiere cosas a las que en realidad no puede acceder con su nivel. Es cuestión de ser lo más objetivo posible en la definición de objetivos y necesidades para que no se produzca luego ningún tipo de frustración por no haberlo conseguido.

¿Has rescatado valores de tu etapa en el fútbol para la profesión que desempeñas ahora?

El deporte de alto nivel te aporta muchísimos valores. Muchas veces quedan latentes, porque no es tan fácil salir de la zona de confort y ponerlos al servicio de otra tarea, de una organización o de ti mismo. Por decirte alguno, en el deporte de alto en nivel como el fútbol estás expuesto a un examen permanente, tienes una fuerte orientación al resultado, tienes que ofrecer rendimiento, trabajar en equipo, te habitúas a la autoexigencia… son cosas que acaban formando parte de ti. El deporte te aporta muchos principios que luego tú puedes trasladar a tu vida en otro sector. Y creo que son valiosos para una organización o una empresa.