FÚTBOL

La árbitra que más lejos llegó hace 25 años denuncia por qué se retiró: "No ascendí por ser mujer; si no hubiera llegado a Segunda"

Carolina Domènech pitó cinco años en 2ªB, fue 'cuarto' en el Espanyol-Depor de 1999 y la primera colegiada en dirigir en el Bernabéu en un derbi amistoso de 2002. Hoy es empresaria.

Carolina Domènech posa con la réplica del Bernabéu en su domicilio de Palma de Mallorca./
Carolina Domènech posa con la réplica del Bernabéu en su domicilio de Palma de Mallorca.
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

Nadie se olvida de Carolina Domènech (Palma de Mallorca, 1976). Pese a que dejó el mundo del arbitraje hace 22 años, aún sigue recibiendo propuestas para ser entrevistada por haber sido una de las pioneras en el fútbol español. Todavía le llaman hasta de Costa Rica y Brasil. Agradecida, no le importa aparcar sus funciones en la empresa familiar de muebles de cocina para compartir su peculiar historia.

Sigue llevando el fútbol en las venas. Su padre fue colegiado de Primera y presidente del Comité Técnico de Árbitros en las Islas Baleares. De sus tres hijos, el mayor (Marc Domènech) ya es uno más en la dinámica del primer equipo del Mallorca mientras que el pequeño hace sus pinitos en el infantil. Su hija, la mediana, empezó a formarse como colegiada pero, de momento, lo ha dejado. El oficio, como repasamos en esta charla, siempre ha tenido tantas cosas buenas como mejorables.

¿Cuándo te hicieron tu última entrevista?

Pues hace dos años. En el Día de la Mujer (8 de marzo). Me hicieron como un pequeño reportaje aquí en Mallorca y, la verdad, que fue muy bonito. Lo emitieron por la cadena autonómica. Hablaron mis padres, fuimos al estadio de Son Moix… Me gustó.

¿Te extraña o te enorgullece que aún se acuerden de tu etapa como árbitra?

A ver, extrañarme, extrañarme, no; porque realmente fui una de las casi pioneras. Fui la primera en ascender y pitar en Segunda B, y en un partido de Primera hice de cuarto árbitro. Hace ya 30 años, pero es una cosa que nunca se me olvidará. Es una época muy bonita de mi vida y me gusta que la gente se acuerde y poder compartir aquellas vivencias con mis hijos y la gente.

¿Por qué dices lo de casi?

Ya había chicas arbitrando, pero no en la misma categoría que yo. En 2ºB fui la primera. Y, además, fui internacional, que entonces ya daban la escarapela actual que tengo por ahí guardada en un estuchito y que cada año recibías. Y, además, me asignaron el partido dentro del Centenario del Real Madrid en 2002 que jugó ante el Atlético en el Santiago Bernabéu [acabó 3-2 y sirvió para apoyar la candidatura de Madrid para albergar los Juegos Olímpicos del 2012]. De ese día guardo gratos recuerdos. Conservo el silbato, las tarjetas y hasta las franjas (ligas) que utilizábamos para que no se nos bajaran las medias. Guardo algunas fotos de esos momentos a las que les tengo mucho cariño.

Para quien no conozca tanto tu historia, sobre todo los lectores más jóvenes: ¿Quién es el mayor culpable, entre comillas, de que entraras en el arbitraje: tu padre, que fue colegiado y presidió el CTA balear, o la pareja que tenías entonces y era asistente?

Yo, en ese tiempo, estaba cortejando con un chico, saliendo con él y al final, pues nada, lo dejamos. Cosas que pasan. Y más con esta edad. Tenía 17 o 18 años. Y mi padre [José Antonio Domènech] era en aquel momento el actual presidente del comité de árbitros y había pitado en Primera. Él fue quien me animó, porque a mí el fútbol siempre me ha gustado. Desde pequeña. Somos tres hermanas, y la única que siempre iba a ver a mi padre o lo ha seguido he sido yo junto a mi madre. A mis dos hermanas no les ha gustado. Eso sí, nadie me dijo 'apúntate' de forma tajante. Surgió. Pero yo decía 'papá, es que no sé, soy una chica…'. Entonces me animó a formarme y a vivir la experiencia. Me dijo: '¿Qué te gusta? Bien. ¿Qué no te gusta? Pues nada. Pero por lo menos no digas que no te gusta sin probarlo'. Y bueno…

Caroloina, en sus años en activo en el arbitraje.
Caroloina, en sus años en activo en el arbitraje.

¿Y bueno…?

Me encantó la sensación de estar dentro del terreno del juego, empecé y continué hasta conseguir un montón de cosas.

¿Cómo vivías lo bueno y malo que tiene el arbitraje viendo a tu padre en activo?

Antiguamente insultaban mucho, como también pasa a veces ahora. Pero antes era mucho más. No me gustaba, pero tampoco era una cosa que dijera 'uy, madre de dios, me voy de aquí porque tengo miedo'. No me gustaba ver a un ser querido con el que se meten, pero lo soportaba. En parte, gracias a aquello, accedí a ser árbitra. Estaba como curada de espanto. Y oye, pues ver a mi padre arbitrando, en directo o por la televisión, y ver que era importante, pues también tiene su punto y su gracia.

¿Y él cómo se comportó una vez retirado y viendo que eras tú la que estaba en el césped?

Era muy, muy estricto conmigo. Pero mucho. De siempre. Él también tiene mucho carácter. Me acuerdo que, al acabar los partidos, porque iba a verme a todos, me decía todo lo que había visto. Todo es todo. Me corregía muy bien para que aprendiera. No me pesaban los fallos. Forman parte del fútbol.

¿Habías probado antes como futbolista o entrenadora?

Que va, que va. A mí me gustaba el fútbol, pero verlo. Me gustaban todo tipo de deportes y veía todo lo que daban por la tele, como ahora. Pero nunca tuve en la cabeza ni ser árbitro ni ser jugadora. Aparte, lo de jugadora no se me hubiera dado bien. Soy nefasta con el balón. A veces he probado y no sirvo. Para entrenadora, pues tampoco. En ese momento no pensaba en eso.

¿Cómo recuerdas tu primer partido dirigiendo?

Fue en fútbol 7. Tenía 18 años y arbitraba a niños de 4 o 5 años. Estaba más nerviosa que ellos. Me acuerdo cuando salí allí, en el campo antiguo Miguel Nadal, en Palma de Mallorca. Cuando tienes tu primer partido, la federación siempre manda a un árbitro veterano para echarte una mano y verte. Ese fue Tomeu Bartolomé Munar, que estaba creo que en Tercera y era muy experimentado y bueno. Me acompañó para que no me pusiera nerviosa, para explicarme cómo iba todo. Tenía un hormigueo que, como siempre que aparece, se ponía por las manos, por el cuello, por la lengua… Decía 'madre mía…'. Pero al final vi que los niños estaban como yo, aprendiendo, me tranquilicé y me gustó. Pero reconozco que empecé súper nerviosa. En mi primer partido en Tercera ya era distinto.

Más experiencia.

Tras haber pasado por juveniles, Regional y ser asistente, ya es otra cosa. Mi padre siempre me ponía los partidos más complicados para que me fuera curtiendo en este mundo. Ya era más veterana y lo llevaba bien. Y los jugadores se comportaban muy bien conmigo.

Eso te iba a preguntar…

No había ningún tipo de problema. Me equivocaba, porque todo el mundo pues se puede equivocar ya que somos seres humanos, pero ayudaban y no tenía problemas.

Coincidiste pitando partidos y tu padre al frente del CTA. ¿Cómo se lleva eso y el hecho de que seguramente te dijeran que estabas enchufada?

Soy una persona a la que siempre le ha dado lo mismo lo que le diga la gente. Sé lo qué he hecho y que he llegado donde he llegado por mis propios méritos. Con la ayuda, claro, de todas las personas que tenía alrededor en ese momento, como mis compañeros, mi entrenador personal y gente como mi padre, que siempre ha estado ahí detrás animándome y machacándome en el buen sentido de la palabra. No me afectan esos comentarios. Hice las pruebas físicas que tenía que pasar.

¿Cómo eran?

Hace 30 años incluso se pedía lo mismo al hombre que a la mujer, que fue algo que luego cambió. Y cuando hice los exámenes para ascender a Segunda en Madrid acudí con 139 chicos con el objetivo de lograr una de las 28 plazas. Y nadie me pasó antes el examen. Lo que dijeran de mi relación con mi padre es que ni me va ni me viene, porque yo sé lo que hice y lo que logré con mis esfuerzo y mis promedios. Mi familia siempre estaba ahí arropándome y ayudándome a poder continuar y seguir mi carrera.

¿Qué era lo más complicado de todo lo que rodeaba a un partido de fútbol?

Ver que te estás equivocando. La gestión del error. Ahora con el VAR todo es más sencillo, pero antes... Lo peor es si ya te dabas cuenta de que habías fallado durante el propio partido y no después revisándolo. Porque el partido sigue y tienes que continuar dando lo mejor de ti. Tenías que cambiar el chip, volver a activarte y seguir. Me decía, 'empieza de cero, te has equivocado y punto, tienes que seguir'.

A todo el que ha pasado por el fútbol le quedan tics de su época de jugador, entrenador o árbitro. ¿Qué hay ahora en Carolina Domènech de aquella colegiada? Yo, por poner un ejemplo que rompa el hielo, me he estado pesando tres o cuatro veces al día, como hacía jugando, hasta hace relativamente poco…

Uy… Yo con el tema de la comida no. Gracias a Dios comía lo que quería. Hacía tanto trabajo físico que no engordaba. Estaba como un palillo. Ahora ya no, no es lo mismo. No hago ejercicio, claro, y ahora soy tres veces más que antes. Eso es lo malo para mí. Al tener el negocio, que es el mismo que cuando arbitraba, por los horarios me es un poco complicado hacer ejercicio. Y, la verdad, también me da mucha pereza ir al gimnasio. Lo que sí me queda es lo de ser puntual. Yo llegaba a los partidos, mínimo, una hora y media antes. Pero porque porque me gustaba ver el estadio, hablar con mis dos asistentes, charlar sobre los equipos, de lo que nos podíamos encontrar... Me venía bien para meterme dentro al 100%. Ahora, como mis hijos son futbolistas, pues también hay que llegar a los partidos pronto.

¡Menuda casa de futboleros!

Tengo tres. Un chico de 18 años que está jugando en el Mallorca. El año pasado debutó en Primera. Sigue en el filial pero ya está en dinámica de primer equipo. Es una pasada. Luego tengo a mi hija, que tiene 16 años. Hace dos años se apuntó al cursillo de arbitraje para mujeres, porque es muy parecida a mí, tanto físicamente como de carácter. Lo que pasa es que a los dos meses me dijo 'mamá, es que no me veo'. Y le dije 'pues nada, desapúntate'. Aun así, no he perdido la esperanza de que vuelva. A lo mejor es un poco niña todavía. Tiene unas cualidades muy buenas. Podría llegar alto si quisiera. Y luego tengo al pequeño, de 11 años, que también juega en el Mallorca infantil como defensa. Mi mundo se sigue rigiendo por el fútbol.

Leí en su día que habías perdido a un niño. No sé si te molesta que saque el tema, pero no quería parecer frívolo y, hablando de niños, no preguntarte cómo estás por aquello que pasó.

Tuve la desgracia hace 13 años. Era el pequeño. Pasó en un accidente en casa. Pero yo creo que él me envió, aparte el mismo mes, a su hermano. Me quedé embarazada el mismo mes. Me envió a mi aura, que es mi hijo pequeño. Yo estoy aquí por ellos. Si no, no estoy aquí. Yo no estaría aquí ahora. Lo que ocurrió siempre está ahí, claro. Está con nosotros. Aunque no sea físicamente, interiormente está conmigo cada día. Lo llevo conmigo. Está dentro de mí. Se aprende a llevar una situación así, porque son fases en la vida desde que te pasa esa desgracia hasta que vas afrontándola. Hay que saberlo llevar, pero es una cosa que nunca olvidas. Tengo la gran suerte de que tenía a mis dos hijos mayores, que tenían cinco y cuatro años, y gracias a ellos pues pude arrancar y seguir. Y luego también tuve la grandísima suerte de que me quedé embarazada enseguida. Que no sé ni cómo. Yo creo que me lo envió él. Sí, sí, sí… Seguro.

Muchísimo ánimo.

Ellos fueron y son mi fuerza.

¿Cuándo dejas el arbitraje y por qué?

Lo dejé con 27 años. Mi padre tenía amigos y contactos, y le decían que yo, que por mucho que hiciera... Estuve cinco años en Segunda B y los cuatro últimos años pitando la fase de promoción. Cuando tú pitas la promoción es porque estás entre los primeros y porque puedes ascender a Segunda. Fui a Sevilla a hacer promoción, a Madrid y a varios sitios más de España. Pero sabía que no iba a subir. Que era imposible. Eso a mí fue una de las cosas que más me empujó a retirarme. No tenía ningún aliciente. Si hubiera tenido opciones, pues luchas por eso. Pero si ya sabes que estás ahí estancada y que por mucho que tú hagas no vas a ascender… Pues dije 'mira, me retiro'.

Carolina, amonestando a Aguilera en el derbi que dirigió el 2 de enero de 2002.
Carolina, amonestando a Aguilera en el derbi que dirigió el 2 de enero de 2002.

Tuviste un amago antes, ¿no?

En el cuarto año que pité promoción, ya estuve a punto de dejarlo, pero que al final recapacité y dije 'bueno, voy a esperar un año más'. Pero al siguiente ya no estaba con las mismas ganas y así cuesta todo mucho más. Ya no pité ni promoción merecidamente. Ahí ya lo dejé después de 10 años, cinco de ellos en 2ªB. Aparte, dejé lo de internacionalidad. A mí lo que realmente me gustaba era arbitrar aquí en España fútbol masculino. Fuera hacía fútbol femenino.

¿No te gustaba?

El de hace 30 años no era como el de ahora. Si el de entonces hubiera sido como el de la actualidad pues igual me hubiera planteado dejar el masculino y centrarme en el femenino. Ahora da gusto verlo. Entonces, pues ibas a un partido y de 30 minutos se jugaban cinco. En todos los demás minutos las jugadoras estaban en el suelo. No era fútbol, fútbol. No es como ahora. Hubiera disfrutado. Además, las pruebas físicas cada vez eran mayores y tenía que hacer lo mismo que los hombres. Cada vez me costaba más. Entonces dije, nueva vida.

Entiendo que nunca llegaste a ser madre y árbitro a la vez.

No, no. Fue entonces cuando dije 'vale, me retiro, me voy a quedar embarazada y voy a vivir la faceta de ser madre'. En el primer embarazo engordé 33 kilos. Claro, luego piérdelos.... Y después ponte en forma como estabas en el momento que te retiraste. Es decir, para mí, hubiera sido una misión imposible.

¿A qué achacaste aquello de que no pudieras ascender? ¿Una revancha de algún directivo con tu padre?

No.

¿Entonces?

No ascendí porque era mujer. Si yo hubiera sido un hombre llego a Segunda. Segurísimo. Estoy convencida 100%.

¿Tienes la sensación de que hoy, que se cuida mucho más a la mujer en el deporte, hubieras ascendido?

Totalmente. Ahora mismo se ayuda y protege más a las mujeres y tienen a alguien que te apoya. Yo, en ese entonces, no tenía a nadie. Era uno más. Ver a una mujer en un terreno de juego hace 30 años era algo raro y claro… Ahora es otra cosa. Las mujeres están blindadas y en ese momento, no. Yo no tenía ese respaldo. Si yo llego a decir 'me retiro porque por ser mujer no me van a ascender' hubieran saltado todas las alarmas.

¿Qué fue lo mejor de aquellos años?

Todo. Fue un sueño. Todo menos lo que era entrenar. Entrenaba tres veces por semana más un día de gimnasio y el partido. Eso para mí era horrible. Literalmente. Pero bueno, si te gusta una cosa, si te cuesta algo, tienes que hacer las cosas, ¿no? Pero disfruté mucho del compañerismo, de los días de partido, de la previa cuando nos íbamos de viaje, cuando llegábamos, lo de salir al terreno de juego, estar ahí en medio y sentirte alguien… Me encantaba estar ahí. Era una sensación única. Única.

¿Lo llegaste a pasar mal por las críticas e incluso los insultos?

Entonces era como ahora. Había de todo. Y me decían cada cosa... 'Te vamos a tirar de la coleta', 'hija de…', 'vete a la cocina…'. Todavía me lo tomaba a pitorreo. ¡Pero si a las cocinas es a lo que me dedico! Era horrible, pero me daba lo mismo. Yo pasaba más pena realmente por mis amigos y por mi familia que por mí. A mí es que me entraba por un oído y me salía por el otro. Mi padre no se perdió ningún partido. Incluso cuando pitaba en el extranjero venía a verme. De hecho tengo un flash…

¿Cuál?

Me acuerdo de verle en Polonia en un partido internacional. No había nadie en el campo, sólo estaban los policías y tres o cuatro personas. Y cuando estaba calentando, desde la vitrina que había, porque hacía un frío total, al fondo vi a mi padre con su gabardina junto a un compañero. Y la verdad que eso, viniendo de tan lejos, jolín, me subió la autoestima totalmente. Es una cosa que siempre voy a llevar dentro de mi corazón.

¿Sigue vivo?

Sí, sí, sí. Ahora tiene 78 años. Lo que pasa que, a ver, no está 100%. No es lo que era, ni mucho menos.

¿Llegaste a sentir miedo alguna vez?

No. Y mira que en una ocasión hasta se suspendió un partido en el que yo estaba de asistente. Nos querían pegar. No sé si a mí o al árbitro. Fuimos corriendo hacia adentro, pero no… A lo mejor si me hubieran pegado un tortazo sí que hubiera tenido miedo, pero como no llegó a suceder nunca… Nunca pasó nada. Si vino gente a protestar o a encararse, pero nada más. No tenía miedo.

¿Cómo se comportaban las aficionadas contigo?

Como los hombres. Algunas bien y algunas mal. Si pitaba una falta en contra de su hijo, no era buena…

¿Cuántas veces te dijo tu madre que lo dejases?

Ninguna. Al contrario. Mis padres siempre me han apoyado. Siempre. Incluso cuando lo dejé, que fue por decisión propia. Ellos, en el fondo, no lo hubieran querido. Les encantaba verme. Es como a mí me pasa ahora con mis hijos. Mis padres siempre aceptaron lo que yo decidía.

¿Había más machismo en las gradas o dentro de tu propia organización?

Era en todo. Era en general, dentro y fuera del fútbol. Si sólo hubiera machismo en el fútbol pero en la sociedad no hubiera… pues ellos hubieran cedido y me habrían dejado ascender. Pero como era en todo, no podía hacer nada. Era perder el tiempo.

¿Y sentiste cierto paternalismo que le molestaba o esa protección sobreactuada que se ve frecuentemente?

Es que proteger nunca me han protegido. Mi propio padre me ponía los partidos más duros aquí en Mallorca. Siempre eran los más difíciles y en los peores pueblos. Era para ver si realmente valía o no valía. Si tú vas a partidos fáciles que no hay competitividad. Me ponía los partidos en los que más podía haber follón.

¿Había tratos de favor y decisiones subjetivas con los ascensos y los descensos?

No. A ver, en Regional, más o menos, quien realmente hace bien las pruebas físicas y los exámenes, sube. A lo mejor luego, entre el quinto y el sexto están igualados y sube uno u otro no. No sé. No quiero decir. Pero en Madrid no. Siempre se regían por unos baremos físicos y teóricos.

¿Te dio tiempo a conocer al famoso Negreira?

Sí.

¿En qué contextos?

Mi padre era amigo suyo. En aquel entonces lo conocía. Cuando yo iba a Barcelona a arbitrar, muchas veces lo veía porque venía al partido. Estando en Mallorca vas mucho allí, igual que a Valencia, Alicante… Y luego también coincidí con él en Madrid, cuando estábamos reunidos los de Segunda B, con los de Primera y Segunda.

Y cuando salió su nombre con todo lo relacionado con el Barça, ¿qué pensaste? ¿Te sorprendió? ¿Te enfadó?

No… Enfadarme no. Mi marido siempre, como mi padre está ya como está le decía 'Ay, Pepe, a ver si te van a venir a buscar a ti que tú eres amigo de él [risas]. Por lo demás... Es que llevan tanto tiempo sacando cosas... Y realmente… No sé no sé hasta qué punto es verdad o no. No lo sé. No lo puedo decir.

Carolina Domènech, en el sorteo de campos del partido del Centenario (2002).
Carolina Domènech, en el sorteo de campos del partido del Centenario (2002).

¿Cuándo crees que se desató el boom a nivel mediático, con aquel Espanyol-Deportivo del 99 o con el hecho de ser la primera mujer que pitaba en el Bernabéu en el 2002?

Pues yo creo que fue un poco de todo. Primero, cuando debuté en Sabadell en Segunda B. Y, sobre todo, cuando estuve de cuarto en Primera en Montjuïc con el Espanyol-Deportivo. Aquello fue una locura con cámaras por todos lados. Incluso me hicieron quedarme por la noche, después del encuentro, para una entrevista en TV3. Luego aquí, a la tienda familiar, vino un montón de gente más. Me hicieron entrevistas por todos lados, salí en revistas, por la tele... De todas partes. Hasta de Costa Rica y Brasil. Ahora todavía me llaman a veces para hablar. Es un elogio, la verdad. El boom fue ahí. Aparte del partido del año del Centenario del Madrid. Aquello me encantó. Fue una pasada.

Tendrás mil anécdotas de aquel Real Madrid-Atlético…

Me encantó todo. El presidente del Madrid, que era el mismo de ahora, me regaló una réplica del estadio. Todavía lo tengo (posa con él en la foto que preside esta entrevista). Lo guardo con la tarjeta de Florentino Pérez. Luego, cuando salí al terreno del juego, la verdad es que no miré hacia arriba porque estaba tan lleno de gente… Pensaba ' madre mía, como mire me quedo aquí clavada y no puedo ni empezar con el pitido inicial'. De hecho hay una anécdota con eso…

Ya ha prescrito todo. Cuenta, cuenta…

Como estaba así, como nerviosa, pues cometí un fallo… Ni los jugadores ni yo nos dimos cuenta.

¿En qué momento?

El mismo equipo inició el juego en la primera parte y en la segunda. [Risas].

No me digas.

Sí, sí. Luego me pegaron el kate, pero bueno, en ese momento fue algo anecdótico.

¿A quién beneficiaste con aquella decisión, al Madrid o al Atleti?

Creo que fue el Atleti. Pero no me acuerdo bien. Era el Atleti.

O sea que lo que dice Jorge Valdano, el miedo escénico del Bernabéu, existe.

Sí, para mí sí. Es el único campo así grande donde he pitado. He estado en los otros, pero sin arbitrar. Estar ahí, levantar la cabeza y ver ese estadio, impresiona. Por eso no la levanté.

El regalo que le hizo el Madrid con la tarjeta de Florentino Pérez.
El regalo que le hizo el Madrid con la tarjeta de Florentino Pérez.

¿Y luego, qué hiciste después de tu carrera arbitral?

Cuando me retiré entré en el comité de árbitros de presidenta. Lo que pasa que, claro, como mi padre estaba conmigo en ese momento también, me echaron porque estaba mi padre conmigo. Cosas de politiqueo. Y luego me llamaron del Baleares para ser delegada. Me llamaron de muchos sitios. Para ser delegada aquí. Luego también incluso el Canal Plus para ir a Madrid a comentar los partidos. Aquí también en el canal IB3 para los partidos del Mallorca. Pero la verdad a mí lo que me gustaba era arbitrar y si yo había dejado el mundo del arbitraje para formar una familia... Pues en eso me centré. Dije que no a todo.

¿Ahora, que ya has formado esa familia y tus hijos son mayores, volverías al fútbol?

Sí. Ahora me veo con ganas y con la madurez que antes no tenía. Me veo muy segura. Y sí, me gustaría.

Supongo que no ganaste un dineral con el arbitraje…

Para nada. Entonces nos daban dietas y nosotros, entre la cena que siempre hacíamos, el hotel y tal, a lo mejor me llevaba 200 euros en cada partido. Nada. Literalmente nada. Y más en Segunda B. Cuando yo me fui era cuando se empezaba a ganar dinero en Primera y en Segunda. Pero en Segunda B nunca.

¿Sigues viendo mucho fútbol ahora?

Totalmente. Todo lo que puedo. No me pierdo un partido. La pasada pasada, los dos de Copa los vi. Ahora la Champions. Los de Primera los veo todos y los de Segunda, los sigo. También porque hay jugadores por ahí que conocemos y nos gusta verlos. Y luego están todos los partidos de mis hijos. El domingo, por ejemplo, uno va a Ibiza y allí estaremos. No me pierdo un partido de ellos.

Supongo que eres del Mallorca.

Sí, claro.

¿Y aparte también del Barça, Madrid o Atleti?

La verdad es que antes era más del Barcelona, pero ahora… Me sigue gustando, pero también me gusta el Madrid muy mucho, y el Atleti. Me gusta el fútbol en general.

¿Cómo vives la continua polémica y crispación alrededor del arbitraje?

Ya lo vivo como espectadora. No me meto mucho. Lo que están sacando ahora ha pasado siempre. Polémica siempre va a haber. Luego hay cosas que han pasado durante muchos años y entonces no sé por qué no lo sacaron en su día y han esperado tanto... Ni lo entiendo ni me incumbe. Nada de todo el ruido que rodea al arbitraje ahora influye en mi vida cotidiana. No me altera.

¿Cuánto te gusta el VAR del 1 al 10?

Digamos que un 5,5. Lo utilizaría para las acciones importantes y decisivas. Nada más. Puede ser útil pero tanto intervencionismo…

La última. Sabiendo que tienes dos chavales, que uno ya está ahí y que otro apunta bastante bien… ¿Has criticado o silbado alguna vez un árbitro o una árbitra en tu condición de espectadora?

No. Bueno… Una vez. Para ser sincera. No tiene sentido hacer esas cosas. Nunca me meto. Pero es que aquel día, en uno de los partidos de mi hijo, el árbitro era un desastre. Se metía con los jugadores y con los aficionados. Daba vergüenza. Era un maleducado y no tenía valores. Sólo una vez. Mal. Pero fue así.