SUPERCOPA | REAL MADRID - BARCELONA

Ancelotti y Xavi se 'autofustigan' y calientan la final con la polémica de los porteros, la excelencia y el ADN

El favoritismo de los blancos compite con la singularidad de los Clásicos y anuncia un partido abierto en el que el físico debe ser determinante.

Ancelotti y Xavi, junto con el trofeo de la Supercopa. /EFE
Ancelotti y Xavi, junto con el trofeo de la Supercopa. EFE
Enrique Ortego

Enrique Ortego

Del derbi madrileño al Clásico para volver al derbi. Es la vida de este calendario global que nos trae un partido digno de la deseada Superliga de Florentino Pérez y Joan Laporta casi cada semana (hoy, a las 20:00, en Movistar Plus+ seas del operador que seas). Cuesta, la verdad es que cuesta, presentar en sociedad este tipo de enfrentamientos cuando se suceden tan a menudo. A priori, queda poco por apuntar que no esté dicho. Han sido tres largos días de previa. Se repasa la historia; se hurga en las estadísticas; se recuerdan los momentos estelares y menos estelares de los duelos anteriores; se chapotea en las decisiones arbitrales; se especula con lo que tácticamente puede ser y luego no es, porque es todo lo contrario; se espera que de una vez por todas el árbitro de turno tenga que visitar el VAR para que, por fin, conozcamos lo que cuchichean los colegiados entre sí antes de decidir sobre una jugada...

En definitiva, se trata de que cuando nos sentemos ante el televisor, porque en este caso lo de acudir al estadio es una quimera, sepamos todo lo que tengamos que saber de los dos equipos y nuestro disco duro se ponga en funcionamiento en cuanto el balón eche a rodar. Como cada año, afortunadamente, los Clásicos se repiten, los argumentos se manosean y la originalidad entra en crisis. Menos mal que en esta ocasión los dos entrenadores nos han dado una bola extra con sus cuitas particulares: Ancelotti, con la titularidad de sus porteros y Xavi Hernández, con su manía de sacar a pasear el ADN del club y la dichosa excelencia.

Entre la portería y la genética

Ambos se han liado de mala manera. Se han pegado sendos tiros en el pie que no les ayudan para nada. Autoflagelación pura y dura. Fustigamiento innecesario. Sorprende más en la experiencia de Ancelotti que en la bisoñez de Xavi. El asunto de los porteros parece que se le ha ido de las manos al técnico italiano. Acostumbrado a sacar soluciones de debajo de las piedras y normalizar lo anárquico, con Lunin y Kepa, Kepa y Lunin, se ha embolicado. Con tres competiciones a la vez en juego podía haberse estructurado mejor. Las variantes eran varias. Desde dar los tres torneos a un mismo portero a alternar dependiendo de la ocasión. La sensación que transmite Ancelotti es que no le gustan ninguno de los dos y que por eso mantiene la expectativa de cuándo va a jugar cada uno. Quiere aprovechar momentos puntuales o que los resultados y las actuaciones de cada uno resuelvan por sí mismas.

Pudiera ser también que, mientras los 'plumillas' -qué antiguo suena- especulamos al respecto y materializamos nuestras teorías sobre el ordenador, los interesados, Lunin y Kepa, sepan perfectamente quién va a jugar en cada momento y tengan absolutamente asumido su rol de aquí a final de temporada, cuando ninguno de los dos, posiblemente, continúe en el club.

Lo de Xavi es distinto. No es una cuestión técnica, ni táctica. Es una materia que tiene mucho de concepto. De política social. De querer mantener vivo el pasado cuando el presente te muestra otros logaritmos. Al considerarse, con toda la razón del mundo, uno de los propietarios del estilo de juego del Barça, heredado directamente de Johan Cruyff y Pep Guardiola, Hernández repite hasta la saciedad, sobre todo cuando el Real Madrid está enfrente, que los suyos tienen que ser fieles al ADN futbolístico que durante décadas ha caracterizado al equipo, cuando sabe perfectamente, porque no tiene un pelo de tonto, que eso es imposible.

Este Barça no encaja en el ADN de siempre

Este Barça actual, su Barça, no entiende ni practica el juego como su Barça de jugador, ni como el de los inmediatamente anteriores. Es una cuestión de futbolistas. Los actuales no pueden jugar como los de antes. Imposible. No han crecido en ese estilo y no tienen las condiciones que requiere el ADN del que tanto habla el técnico. Y quien tenga dudas al respecto, puede volverse a ver todos los partidos del equipo azulgrana en lo que va de temporada y repasar cómo juega, cómo gana, cómo pierde y cómo empata.

En este sentido, el Real Madrid nunca ha caído, ni cae en la cantinela del ADN. Históricamente siempre ha sido el mismo. A mediados del siglo pasado y a finales. A comienzos de éste y en esta segunda década que cabalga a toda velocidad. El estilo del Real Madrid es ganar. Primero ganar y luego preguntar. Con más posesión o con menos posesión. Con más juego posicional o más contraataque. Con Miguel Muñoz y con Ancelotti. Con Del Bosque y con Zidane. Con los de las cinco Copas de los 50, Gento, Di Stéfano, Puskas y compañía. Con los yeyés de Amancio. Con la Quinta del Buitre. Con los galácticos y con los actuales, con Bellingham a la cabeza.

Y en cuanto a la excelencia de la que también habla tanto Xavi refiriéndose al juego, cierto es que sí ha sido utilizada en ocasiones por el club blanco en la boca de su presidente Florentino Pérez, pero siempre ha sido más referida a la grandeza de la entidad como tal y no al juego del equipo en particular. En el Bernabéu siempre ha obsesionado más ganar que jugar bien, aunque saben que jugando bien se llega a la victoria por un camino más corto.

Palabreo clásico de los Clásicos al margen, uno se imagina una final igualada y muy, muy, muy física. Nada nuevo en el horizonte. El buen momento de los blancos, sobre todo en cuanto a resultados se refiere, les coloca como favoritos, pero sin presumir. Ancelotti no se debe bajar del 1-4-4-2 con el que lleva jugando toda la temporada. Si no juega Kepa en la portería sería una sorpresa y si hay muchos más cambios en el once titular que el de Kroos por Modric será porque alguno de los que jugaron contra el Atlético estén 'tiesos' de verdad. Camavinga y Brahim piden paso, pero quitar a los Tchouameni, Valverde o Rodrygo no es muy del italiano.

Llama la atención la tendencia generalizada que apuesta por que Xavi recuperará los cuatro centrocampistas y se olvidará, de salida, del 1-4-3-3 que exige el ADN azulgrana. La coartada perfecta es la lesión de Raphinha. Se trataría de igualar numérica y posicionalmente en la pizarra los cuatro volantes del Real Madrid. Esta variante parece estar pendiente del estado de Pedri. Si arriesgar o no con el canario en el once inicial. Aunque Fermín podría entrar en la maniobra. Si se mantiene en su dibujo de cabecera, al técnico no le faltan recambios para el brasileño: Ferrán, Joao Félix, Lamine Yamal. Tres para dos puestos. Lewandowski no se cuestiona. Y menos ahora que marcó contra Osasuna.