OPINIÓN

Ancelotti vive minuto a minuto

Ancelotti, en el partido ante el Cádiz./EFE
Ancelotti, en el partido ante el Cádiz. EFE

Ufff... Ya quisiera Ancelotti poder tirar del 'partido a partido' de Simeone y de todos aquellos técnicos que copian el vocablo del argentino, que cada vez son más. Lo del Real Madrid es bastante peor. Es vivir minuto a minuto. Ahora, a un rato de comenzar el compromiso de turno, Brahim es titular para proteger la rodilla maltrecha de Rodrygo después de sus dos encuentros con Brasil y 60 segundos después el que tiene que formar parte del once inicial es el brasileño porque al malagueño un virus, o lo que fuera, le dejaba fuera de combate.

Un sinvivir lo que está viviendo el técnico italiano esta temporada. Lo que le vale para un partido, ya no le vale para el siguiente. A estas alturas deberá estar ya pensando en cómo y con quién afronta el duelo contra el Nápoles y, al mismo tiempo, la posible variante de última hora por si lo trabajado e ideado se vuelve a caer el último suspiro y tiene que cambiar de planes.

En el caso de Cádiz, además, no debió ser simplemente cambiar hombre por hombre. Futbolísticamente, no es lo mismo que juegue Brahim, que lo haga Rodrygo. Cuál iba a ser la ocupación de espacios del equipo con el primero es ya un enigma que nunca conoceremos, pero se podría apostar que, sobre la marcha, el técnico tuvo que dar cuatro brochazos a la pizarra y trastocar la posición de algunos de sus jugadores. Posiblemente, con Brahim en el campo, Bellingham hubiera sido el segundo delantero cerca de Joselu y la banda zurda hubiera sido para el malagueño, pero nunca lo sobremos con exactitud.

Lo sí se pudo ver es que Rodrygo jugó a lo Vinicius. Con el rol de segundo delantero, pero arrancando desde la banda izquierda, bastante abierto. En las últimas semanas el debate sobre su posición vuelve a estar de moda. Él mismo crea la incertidumbre al decir que no le gusta jugar de delantero. Desde que viste blanco, han sido varias las ocasiones en las que el '11' había manifestado que su posición verdadera era esa, la del Carranza, la de Vinicius. Aunque cuando viaja a Brasil, desde que le han dado el '10' en la selección, no haga ascos a la demarcación de media punta por detrás de los dos atacantes.

Sea como fuere, la realidad es que en Cádiz se inventó dos 'jugadones' con la puntería del gol. Dos diagonales llenas de arte que, realmente, hacen pensar que lo de menos es la ubicación dentro del terreno de juego y lo de más es la calidad intrínseca que lleva dentro. No se sabe si por la improvisación obligatoria de última hora, pero desde el punto de vista táctico, el Madrid mostró una variante distinta del 1-4-4-2. El centro del campo, cuando se paraba, dejaba entrever un cuadrado, al más puro estilo Wanderley Luxemburgo. Dos mediocentros, dos media puntas. Valverde y Kroos, más retrasados y pendientes de la creación; Bellingham y Modric, más adelantados y atentos a la finalización.

Que el inglés jugó mermado en su condición física se vio desde su primera carrera. Parecía un robot, pero con armadura y todo, mejora todos los balones que recibe. Le da continuidad al juego y en diez zancadas se planta en el área para dar o recibir, pero para participar prácticamente en todas las acciones de ataque. A nivel colectivo, un Madrid con mucho juego interior, pero con poca presencia exterior. Los laterales, Carvajal y Mendy, se asomaron lo justo en ataque, situación que siempre hace previsible el juego de transición.

Por último, una extrañeza: la mínima comparecencia de Joselu en el área, que se sobreentiende que es su habitat natural. Inconcebible su acción del minuto 54, cuando no remató a gol con la portería vacía y su escasa participación colectiva y chocante su poca energía rematadora. No estuvo cómodo.