Cómo se forjó el 'Terminator' Max Verstappen: "Mi padre me llegó a dejar tirado en una gasolinera"
El tricampeón del mundo de Fórmula 1 creció desde pequeño con un solo objetivo en la cabeza y con la constante exigencia de su padre, Jos.
Cada gran campeón tiene su propia historia, aunque en algunos casos compartan pinceladas de un mismo trazo. Los colores cambian; los matices, también. Pero sus rasgos suelen ir acompañados de meticulosidad, obsesión por ganar y trabajo continuo. Por supuesto que en la paleta donde se mezcla cada detalle también hay una buena dosis de genialidad y talento. No podría ser de otra manera. En el caso de Max Verstappen, el cuadro de su vida tiene más de Antonio López y sus líneas rectas, hiperrealistas, que de su paisano Van Gogh y su noche estrellada.
La pasión de sus padres por el motor solo podía dar como fruto otro cerebro creado por y para fusionarse con una máquina de cuatro ruedas. Su madre, la belga Sophie Kumpen, nacida también en una familia apasionada del motor, fue piloto de karting. Y no una cualquiera. En esta disciplina llegó a batir a futuros pilotos de F1 como Giancarlo Fisichella o Jarno Trulli (ambos compañeros de Fernando Alonso en Renault). En 1995 se anotó el prestigioso trofeo internacional Andrea Margutti, donde batió a un Trulli que se acababa de proclamar por segunda vez campeón del mundo de karting. Pero todo cambió al año siguiente, cuando se casó con Jos Verstappen, por entonces piloto de Fórmula 1 en el equipo Footwoork, y tuvo que poner sobre la balanza su futuro en las carreras o su vida como madre.
"Yo quería llegar a la F1. Ya había probado algunos coches de carreras, pero me casé con el padre de Max y tuve que tomar una decisión. Él ya era piloto de F1 y viajábamos mucho, así que abandoné mi sueño. Pero ahora veo que mi hijo está cumpliendo lo que yo quería hacer y me estoy divirtiendo mucho", reconoció Kumpen hace unos años en una entrevista con F1 Wags.
De ella han hablado maravillas grandes nombres de la Fórmula 1, como Jenson Button, campeón del mundo en 2009, o Christian Horner, actual jefe de equipo de Red Bull Racing. El austriaco ha llegado a asegurar: "En 1989 corrí contra ella en el Mundial junior de karting. En aquella carrera había pilotos súper talentosos como Jan Magnussen, Jarno Trulli, Giancarlo Fisichella, Dario Franchitti... Y, sin duda, ella estaba entre los 10 mejores del mundo".
Pero los hados del destino la llevaron por otro camino, uno que nunca habría imaginado. Y es que la llegada al mundo de su primer hijo, Max, en 1997 -dos años después vendría Victoria-Jane-, fue el comienzo de una nueva gran aventura que pocos habrían logrado hacerla creer que llevaría a aquel niño —nacido en Bélgica, pero criado en Países Bajos— a lo más alto de esa F1 con la que ella soñaba día y noche. Pero, a veces, la realidad consigue superar a la ficción. Solo a veces.
«Solo serás conductor de camión o autobús»
Desde bien pequeño, Max tuvo en sus manos un volante, y en sus pies un acelerador y un freno. Y su padre Jos, que en la F1 apenas logró dos podios en su año de debut en 1994 en el Benetton de Michael Schumacher y Flavio Briatore y disputó 107 carreras, le fue moldeando como un auténtico Terminator. Una máquina 'de matar' dispuesta a pasar por mil y una pruebas con tal de lograr su objetivo final: ser campeón del mundo de F1. Dominar desde la cima de la pirámide.
Los métodos de su progenitor nunca tuvieron en cuenta que se trataba de un niño, que quizás alguna tarde también le habría gustado jugar con sus muñecos o la videoconsola. "Mucha gente dice que soy un mal padre porque abusé de mi hijo. ¡Nunca lo hice! Le crie y fui duro con él; ese era mi plan. Mucha gente no puede siquiera imaginarse lo que hace falta para llegar a la más absoluta cima de un deporte", aseguró Jos Verstappen en un documental hace unos años.
El propio Max contó en 2022 en una entrevista con el ex piloto de F1 David Coulthard, en Channel 4, que su padre le intentaba picar asegurándole que lo máximo a lo que llegaría sería a conducir un camión o un autobús.
"Mi padre nunca me dijo que sería campeón del mundo. Siempre decía justo lo contrario. Me decía que iba a ser camionero o conductor de autobuses. Siempre estaba, de manera positiva, creo, haciendo que me diera cuenta de que lo que hacía en ese momento no era suficiente", apuntó el neerlandés.
De hecho, su progenitor le llegaba a poner trabas durante las carreras, como que no podía adelantar en este o aquel punto de la pista, le cambiaba la configuración del kart sin avisar... todo para evitar que ganase "demasiado fácil", para que encontrase su mejor versión.
Pero quizás el episodio que mejor refleje cómo fue la formación del hoy ya tricampeón del mundo de Fórmula 1 y por qué se convirtió en una auténtica máquina cada vez que se sube al coche es el de una tarde noche de 2011, con tan solo 14 años.
Aquel día, Max había perdido el Mundial de karting por un trompo, semanas antes de cumplir los 15. Su padre cargó de malas maneras el kart en la parte trasera de la furgoneta en la que habían viajado al sur de Italia, y le hizo subirse al asiento trasero tras pedirle que no dijese nada.
"Nunca había visto a mi padre así. Literalmente agarró el kart y lo lanzó en la furgoneta. Yo quería hablar con él sobre el incidente, pero me dijo 'Deja de hablar; no quiero escuchar una palabra, solo siéntate atrás'. Por supuesto, yo seguí intentando entablar conversación hasta que en un momento dado paró en una gasolinera y me dijo 'Sal. Sal y no quiero escucharte más'. Así que me sacó de la furgoneta y se fue...", recordó Verstappen en ESPN en 2021.
Afortunadamente, su madre, que viajaba unos minutos por detrás en su propio coche —se habían divorciado ya en 2008—, le cogió el teléfono y paró a recogerle. Unos instantes antes de reemprender la marcha, el propio Jos había vuelto con la furgoneta, en la que iba sentada su por entonces novia, que le había convencido de que eso no se le hacía a un hijo.
"Toda la semana siguiente no le hablé. Luego nos sentamos juntos y le expliqué cómo me sentía. Durante toda la semana no se sintió cómodo con la situación, pero yo quería que entendiera que tenía que pensar. La temporada siguiente lo ganamos todo. Ganamos dos Campeonatos de Europa, el Campeonato del Mundo, ganamos todas las carreras. Estaba tan concentrado, por la forma en que corría se veía que estaba pensando, y creo que lo que pasó en esa carrera, le hizo mejor piloto", llegó a asegurar Jos Verstappen al respecto.
Una trayectoria fuera de lo normal
En ese ambiente, Verstappen fue compitiendo año tras año en la escalera de formación del karting, ganando todo lo ganable y atrayendo las miradas de los mejores ojeadores internacionales. En 2014, con 16 años, dio el salto a monoplazas. Como no podía ser de otra forma, entró de lleno en la batalla por el título de la FIA Fórmula 3, el cuarto peldaño de acceso a la F1 en esos momentos.
Aunque fue Esteban Ocon, hoy también piloto de F1 y que disputaba su tercera campaña en monoplazas, quien se llevó el campeonato aquella temporada, el descaro, la velocidad innata y la agresividad a la hora de adelantar del neerlandés conquistaron a los responsables del Red Bull Junior Team... y de Mercedes-AMG.
En el GP de Alemania de F1, de finales de julio, su padre, Jos, se reunió con Helmut Marko, asesor de Red Bull Racing y director del programa de jóvenes promesas. E inmediatamente después recibió la llamada de Toto Wolff, jefe de Mercedes-AMG F1, y Niki Lauda, director no ejecutivo del equipo por aquel entonces y tres veces campeón del mundo de F1. Los grandes equipos de la cima del automovilismo se estaban peleando por un chaval de 16 años y medio que acababa de dejar atrás el karting. Ambos habían visto a la nueva joya de la corona al alcance de sus manos.
Finalmente, los Verstappen y su representante, Raymond Vermeulen, optaron por la propuesta de la marca de las bebidas energéticas. Y es que Marko y compañía se prepararían en los siguientes meses para hacer un hueco a la gran promesa neerlandesa en su segundo equipo de F1, Toro Rosso, en un asiento que llevaba el nombre de Carlos Sainz, tras haber cumplido ganando el título de las World Series 3.5. No obstante, el español también debutaría en 2015 como compañero de Verstappen, después de que Jean-Eric Vergne recibiese la invitación a dejar el segundo monoplaza libre. Mercedes, en cambio, solo podía ofrecer a los Verstappen la GP2 (antigua Fórmula 2) y ser piloto reserva de Hamilton y Rosberg.
Verstappen consiguió dos cuartos puestos en aquel primer año en Fórmula 1 con un monoplaza de mitad de tabla, que acabó séptimo el mundial de constructores. Y después de tan solo cuatro carreras en 2016, Red Bull volvió a activar el mazo de juez implacable y mandó de vuelta a Toro Rosso a Daniil Kvyat para dar la segunda gran oportunidad de su vida al joven neerlandés, ya mayor de edad. Y como si los hados del destino hubieran tenido todo planeado desde que Sophie Kumpen dejó atrás su carrera deportiva para formar una familia, Verstappen ganó el GP de España aquel fin de semana en su primera carrera en el primer equipo de Red Bull.
Aquella tarde en Montmeló, Helmut Marko y Christian Horner tuvieron su demostración de que habían acertado de pleno con aquel chaval de mofletes sonrosados y mirada asesina. 'Terminator' Verstappen se había activado sin cuenta regresiva y estaba dispuesto a dejar huella en la historia de la F1. Siete años después, ya es tricampeón del mundo, suma 48 victorias, 30 pole position y 92 podios. Está a un paso del gran Olimpo de los Vettel, Prost, Fangio, Hamilton y Schumacher... y solo tiene 26 años recién cumplidos.