Zwift, 10 años después: un Tour propio, gregarios a la carta y un vivero de campeones
La plataforma que revolucionó el ciclismo conquista a su comunidad con su innovación, mientras alumbra nuevas estrellas para el pelotón.

Un día cualquiera, como el pasado 28 de diciembre, entras en la plataforma de Zwift, comienzas a pedalear desde tu salón y ves en tu pantalla pasar a un cohete, un tal Mathieu van der Poel. Va caracterizado con la ropa del Alpecin Deceuninck, está también en su casa, pero su rodillo echa humo: 676 vatios de potencia máxima.
Sólo ha pasado una década desde que Zwift, la plataforma de fitness que cambió el ciclismo para siempre, entrase en nuestras vidas. Y, poco a poco, con su constante innovación hemos normalizado cosas que hasta hace no mucho parecían sacadas de una película de ciencia ficción: pedalear por Londres, Nueva York y París o compartir un entrenamiento con deportistas profesionales, todo sin salir de casa.
Un rodillo inteligente, una bicicleta y un dispositivo (ordenador, tableta o móvil) en el que instalar Zwift han sido los ingredientes necesarios desde el lanzamiento de la plataforma en 2014 hasta nuestros días. Pero, desde el pasado septiembre, todo se simplifica aún más con la salida al mercado de la Zwift Ride, una bicicleta inteligente creada ad hoc para la plataforma, que cualquiera puede montar en unos minutos y se adapta a todos los usuarios.
En 2025 las prestaciones de la plataforma no dejan de sorprender. Su Tour particular se celebra estos días y es la mejor motivación para que cientos de miles de deportistas comiencen el año cumpliendo sus propósitos. Seis etapas con diseños espectaculares, adaptadas a tres distancias (larga, intermedia y corta) lo conforman. Para aquellos que completen todas las etapas en todas las distancias (el llamado Ultimate Challenge) se reservan recompensas exclusivas, más allá del sudor. Y es que la moneda en Zwift son gotas de sudor que a medida que se acumulan te permiten mejorar tu bicicleta desde los componentes básicos hasta el tope de gama.
Entre sus múltiples creaciones llama la atención la posibilidad de contar con gregarios a la carta, las 24 horas del día, los siete días de la semana. Los Zwift Robopacers están disponibles siempre para marcar el ritmo a cada ciclista. En función de la potencia de cada uno, se selecciona a Taylor, Berni, Miguel, María, Coco u otro miembro de la familia de Robopacers, que prestan su servicio en un rango entre los 82 y los 315 W. Una genialidad que lleva los entrenamientos desde casa a otro nivel, a la par que los hace más amenos.
El pelotón profesional no ha sido ajeno a la irrupción de Zwift. Son muchos los ciclistas que aprovechan sus prestaciones para algunos entrenamientos, sobre todo en invierno, cuando las condiciones climatológicas son más adversas. En la pandemia, en la que la plataforma jugó un rol importante en la actividad física y en la salud mental de muchas personas, los propios ciclistas y triatletas de élite se picaban en sus diferentes escenarios. Como Watopia, ese mundo creado por Zwift en el que millones de amigos quedan a diario para entrenar.
Zwift, que también tiene una vertiente de running cada vez más popular (en la que no es extraño compartir km con leyendas de la talla de Mo Farah), dio una vuelta de tuerca más a la creatividad en ciclismo con la llamada Zwift Academy. Se trataba de aprovechar todo el potencial de la comunidad para descubrir nuevos talentos. De entre cientos de miles de candidatos desde 2016 han resultado ganadores varios fueras de serie. Por ejemplo, los australianos Jay Vine (doble ganador de etapa en La Vuelta) y Neve Bradbury (tercera en el Giro y subcampeona del mundo sub 23 en 2024), que se proyectaron a la élite gracias a acuerdos de la marca con Alpecin-Deceuninck y Canyon-SRAM respectivamente.
Lo curioso es que Jay Vine (actual corredor del UAE de Pogacar) y Bradbury (que sigue fiel al Canyon-SRAM de Kasia Niewiadoma y ha renovado recientemente hasta 2027) emergieron de la misma promoción de la Zwift Academy, la 2020. En aquellas pruebas finales, ambos tuvieron que salir airosos de múltiples desafíos, como tratar de echar abajo una escapada de sus futuros líderes, Van der Poel y Niewiadoma. Ronny Lauke, el factótum del equipo Canyon-SRAM, vio al instante la oportunidad. "La Zwift Academy ha demostrado la capacidad de identificar talentos con el potencial de convertirse en los mejores", decía por aquel entonces.
Hoy Bradbury es una lugarteniente de lujo para la polaca Kasia y, a sus 22 años, una corredora llamada a liderar a su reputado equipo en el medio plazo. Una aportación más de Zwift al ciclismo femenino de primer nivel, cuyo indiscutible compromiso quedó demostrado con la renovación hasta 2027 de su patrocinio al Tour de France Femmes y a la Paris-Roubaix Femmes avec Zwift.
Profesionales y amateurs han roto todas las previsiones en Zwift. La innovación llega hasta en la forma de comunicar los datos acumulados en estos diez años. La friolera de 9.074.894.166 km recorridos (como ir y volver a la luna 11.809 veces), 84.787.581.568 m de desnivel acumulado (escalar el Everest 9,5 millones de veces) y 564.406.976 porciones de pizza quemadas (energía equivalente a mantener la Estación Espacial Internacional encendida durante 237 años). Es el resultado de una década de sudor de una comunidad fiel que, tarde o temprano, terminará conquistando el Tour de Francia.