CICLISMO

Jan Ullrich relata la angustia existencial sufrida y hace una comparativa con la del Chava Jiménez: "Hay paralelismos"

El primer alemán en ganar un Tour de Francia (1997) charla con Relevo.

Jan Ullrich./Cedida
Jan Ullrich. Cedida
Julio Ocampo

Julio Ocampo

En el documental 'La etapa más dura' (emitido en España por Movistar Plus+) se dicen muchas cosas interesantes sobre la vida de Jan Ullrich (Rostock, 1973), el primer alemán en ganar un Tour de Francia. Fue en 1997, por delante de Richard Virenque y Marco Pantani. Su actuación fue pluscuamperfecta. Le nombraron, de hecho, el Rey Sol.

Intervienen en él Lance Armstrong y Johan Bruyneel, entre otros. Curioso lo del americano, quien afirmó esto: "A mi equipo y a mí solo nos preocupaba él". Sí, el Kaiser de Telekom (donde coincidió con Riis), vencedor además de la Vuelta'09, el oro olímpico en Sydney 2000 y tres mundiales de carretera. Por fin Alemania había encontrado un referente, alguien en quien fijarse e identificarse para canalizar el sufrimiento y besar la gloria. Becker, por ejemplo, lo era en el tenis ya. Un ganador serial.

Ullrich se retiraría en 2006 tras hegemonizar la crono de Pontedera —su escuadra era ya T-Mobile— en un Giro que vería coronar a Ivan Basso. Después, la etapa le sería desposeída tras verificarse su implicación en el escándalo de la Operación Puerto, detonante de su exclusión en ese último Tour que tenía pensado correr. A partir de ahí, desapareció del panorama internacional para iniciar un descenso a los infiernos a base de cocaína y whisky. Ya no era un icono.

Jan Ullrich. Cedida
Jan Ullrich. Cedida

Estuvo varias veces ingresado en clínicas de desintoxicación. No podía soportar el peso del juicio. Y es que lo que le llevó a esa espiral negativa no fue su sanción por doping, sino la dificultad para aceptar ser procesado por una opinión pública que ya no le quería. En las antípodas de cuando tocaba el cielo con las manos a mediados de los noventa. "Entré en un sistema. Mi carrera habría terminado de no haberlo hecho", llegó a admitir hace tiempo.

La entrevista con Relevo se hace justo un año después de las primeras conversaciones con el entorno del mítico exciclista. De forma dilatada y generosa, Jan muestra su lado más humano. Es hijo de una Alemania socialista que buscaba legitimarse —con métodos controvertidos— a través del deporte. Era un periodo singular. En Occidente se iba a comprar chocolate y figuras del Lego, mientras que en casa, como enseña la docuserie, se usaban anabolizantes para aumentar la musculatura. Nadie dijo que era fácil metabolizar ese universo lleno de zonas grises.

Algunos de tus grandes rivales fueron, entre otros, Pantani y Armstrong. ¿De alguna manera os habéis sentido víctima del sistema?

Es una pregunta difícil. Por supuesto, había mucha competencia entre nosotros. La presión era enorme para poder rendir al máximo. El sistema ciclista de aquella época era problemático, tanto en temas referentes a expectativas de la gente como a determinadas prácticas generalizadas. Creo que, en cierta manera, todos fuimos víctimas, aunque también estuvimos involucrados activamente en él. Se puso demasiado énfasis en el éxito y no lo suficiente en la salud o bienestar de los ciclistas.

¿Cómo se comportó el texano contigo una vez abandonada la actividad física?

Tuvimos una relación muy complicada. Cuando aún corríamos nos teníamos respeto, aunque la competencia era feroz. No es que habláramos mucho, la verdad. Para mí, él sigue siendo el siete veces ganador del Tour y uno de los mejores de todos los tiempos. Sí, como él, yo también estuve ahí durante años. Al final de su carrera, nuestra relación mejoró mucho a raíz de los problemas que tuve. Lance me ayudó, me apoyó a salir de ahí para retomar una vida normal. Se lo agradeceré durante el resto de mi vida. Lógicamente, comenzamos a ser amigos… Desde entonces, nos juntamos varios meses durante el año para pasar un par de días de vacaciones o montar en bici. Nos veremos pronto, ya que vendrá el 17 y 18 de mayo a Bad Dürrheim para el Festival de ciclismo Jan Ullrich.

¿Hay algo que aún no sabemos del libro negro de Eufemiano Fuentes?

Creo que esta cuestión debería dejarse ya. Que todo forme parte de la historia, porque lo que se tuvo que decir ya se ha dicho. Estoy contento que el ciclismo haya aprendido tanto de lo que sucedió en mi época. Hoy día es un deporte cuya demanda aumenta año tras año.

¿Qué recuerdos tienes del Angliru? ¿De la Vuelta'99? Lo coronó el Chava. En la general, Igor González de Galdeano y Roberto Heras fueron segundo y tercero, respectivamente.

El Angliru del 99 fue sin duda uno de los retos más grandes que afronté como ciclista. La cima era enorme, y el dolor en las piernas, casi insoportable. Luché muchísimo hasta la séptima posición, un resultado respetable considerando las condiciones físicas y la competencia tan grande. Recuerdo bien la atmósfera: la inclinada subida al puerto de montaña nos puso a prueba a todos, llevándonos al límite. Fue una prueba de fuego, aunque a pesar del dolor y el esfuerzo lo guardo como un recuerdo magnífico. Muy significativo. ¿Por qué? Me enseñó los valores del ciclismo, la fuerza de voluntad… El Angliru, desde mi punto de vista, es símbolo de las exigencias extremas que afrontamos los deportistas profesionales.

Jan Ullrich, en la inauguración de su museo. Cedida
Jan Ullrich, en la inauguración de su museo. Cedida

Relevo realizó, dirigió y produjo —para Movistar Plus+— el documental sobre el Chava Jiménez. ¿Qué opinas de él?

El Chava era un corredor de enorme talento. Además, una persona que respetaba muchísimo. Es bonito que se hable de su carrera, porque hizo cosas grandes en el ciclismo. Fue un hombre tenaz y luchador. Recuerdo perfectamente cuando corría con él. Me alegra que la gente se asome para conocer su historia deportiva también. Cuando falleció, me dejó en estado de shock. Me afectó, claro. Lógicamente, nuestras crisis personales tenían un cierto paralelismo. Su muerte supuso una pérdida para el ciclismo. Lo mismo vale para Marco Pantani.

Has manifestado en muchas ocasiones los problemas sufridos con las drogas y el alcohol cuando te retiraste. ¿Quién te estuvo más cerca —además de Armstrong— para poder salir del túnel?

Comenzó un periodo complicado para mí nada más dejar la bici. Sinceramente, no tenía a nadie que pudiera ayudarme en aquel momento. Cometí muchos errores. Con el tiempo, encontré apoyo en mi familia y en los amigos más cercanos de mi periodo en Merdingen (Alemania Meridional). Sobre todo, fue mi exrival Armstrong quien más me ayudó. No fue sencillo. Aprendí de todo algo importante: asumir la responsabilidad y saber trabajar conmigo mismo.

Hubo un tiempo en que vivías en Mallorca. Más allá de los problemas, ¿qué fotografía tienes de aquella estancia con tus amigos Beloki, Freire y Escartín?

Inolvidable. Fantástico. Con ellos compartí también muchos momentos a nivel humano. Con y sin bicicleta. Estamos hablando de personas verdaderamente excepcionales, sin ninguna duda.

Jan Ullrich, en su museo. Cedida
Jan Ullrich, en su museo. Cedida

Por último, nos gustaría que hablaras de tu museo, inaugurado hace un año, aproximadamente.

Se encuentra en Bad Dürrheim, en plena Selva Negra. Es un lugar escogido para compartir mi historia —la de mi carrera deportiva— con todo el mundo. Un lugar de recuerdo, tanto de éxitos como de momentos y vivencias complicadas. Quería animar a las personas para que exploren el libro del ciclismo, para que comprendan el desarrollo de este deporte. Es un modo también para preservar los buenos momentos, las victorias que también he vivido.