Qué es el treno en ciclismo
En una llegada al sprint se produce un trabajo de equipo que, en muchas ocasiones, puede pasar desapercibido.
El ciclismo es uno de los deportes que más literatura genera debido a lo épico de su naturaleza. Es por ello por lo que, a lo largo del tiempo, ha creado un vocabulario de términos y expresiones específicas que no tiene parangón con casi ninguna disciplina. Además, se trata de un deporte universal, por lo que extrae palabras de varios idiomas. Si bien es cierto que gran parte de los términos más populares como pelotón, maillot o bidón derivan del francés, debido fundamentalmente a la importancia del Tour de Francia, idiomas como el inglés, el español o el italiano también han aportado su buena dosis de vocablos al conocimiento común.
De hecho, el vocabulario del ciclismo es tan rico porque incluso posee varios sinónimos para situaciones específicas de carrera. Un ejemplo claro es la llegada al sprint, que también se conoce popularmente como volata. El primer término procede del inglés, mientras que el segundo lo hace del italiano. Aunque con ciertos matices, puede haber un sprint de solo dos corredores mientras que la volata es masiva por definición, ambas palabras se pueden utilizar indistintamente.
Qué es el treno en el ciclismo
De hecho, el uso ya universal del término volata nos explica lo importante del sprint en la cultura ciclista italiana. Se trata de un aspecto muy cuidado en el país transalpino, un aspecto que también se refleja en la universalización de la palabra treno. Il treno es la formación que un equipo ciclista adopta en el pelotón para facilitar la llegada al sprint de su corredor más rápido. Se trata de un concepto que se ha mostrado muy útil a la hora de conquistar victorias de etapa, pero que necesita de la implicación de casi todo el equipo para ser exitoso.
Il treno consiste en ocupar las principales posiciones del pelotón e imprimir una velocidad muy alta que permita controlar la carrera y no conceda escapadas. Los miembros del equipo que ejecuten este movimiento se irán turnando a la hora de tirar del grupo, buscando que el ritmo no decaiga. Al mismo tiempo, se protege al sprinter, que irá a rueda hasta el último momento, y se evita que el resto de velocistas logren una buena posición de cara al sprint.
Existen dos roles clave en el treno: el lanzador y el sprinter. Ambas son igual de importantes y codiciadas en el pelotón internacional. El lanzador es el ciclista de dar el último relevo, aquel que ha de imprimir la máxima velocidad antes de que se produzca el sprint final. Por su parte, el sprinter es el encargado de rematar el trabajo. Es el corredor designado para luchar por la victoria de etapa, aquel que debe ser el más rápido en los últimos metros. Aunque en ocasiones se lleve la gloria de manera individual, lo cierto es que ganar el sprint es generalmente un trabajo de equipo.
Il treno rosso de Mario Cipollini
La figura de el treno no se puede entender sin Mario Cipollini. El italiano está considerado el mejor sprinter de la historia y es uno de los corredores más influyentes en la historia del ciclismo. No en vano, fue el primer ciclista en cambiar el paradigma del sprinter. Sobre todo, en cómo estos eran percibidos por el resto del pelotón. Cipollini era tan bueno ganando etapas (y tan carismático cuando se bajaba de la bicicleta) que fue el primer velocista en tener un equipo articulado en torno a su figura. No importó que nunca luchase por la General (de hecho nunca terminó ningún Tour de Francia). La visibilidad que ganaba su equipo en las etapas que finalizaban en una volata hacía que los anunciantes quisieran invertir en un equipo liderado por él.
Fue así cómo se gestó il treno rosso del Saeco, una formación que dominó con puño de hierro las llegadas masivas durante la segunda mitad de la década de los 90. Llamada así por el color rojo de sus maillots. Una formación tan influente que es la principal responsable de que el término treno se universalizarse en el ámbito del ciclismo.
En total, Cipollini ganó 57 victorias de etapas en grandes vueltas (42 en el Giro de Italia, 12 en el Tour de Francia y 3 en la Vuelta a España). Además, fue campeón del Mundo en el año 2002, imponiéndose en el sprint a Robbie McEwen y Erik Zabel. Pero, sobre todo, Cipollini, y los equipos en los que estuvo, fueron unos adelantados a su tiempo, que marcaron la senda sobre la que se afrontan actualmente las llegadas al sprint.