TOUR DE FRANCIA

¿Vuelven los fantasmas? Enric Mas y ese "miedo interno" a las caídas del año pasado

El balear vuelve a atravesar la pesadilla, cuando sufrió tres caídas consecutivas y reconoció que sentía miedo en los descensos.

Enric Mas tras el último entrenamiento antes de comenzar el Tour de Francia en Bilbao./GETTY
Enric Mas tras el último entrenamiento antes de comenzar el Tour de Francia en Bilbao. GETTY
Daniel Arribas

Daniel Arribas

"Sin duda, es muy duro para Enric, pero si algo nos ha demostrado, sobre todo el año pasado, es que tiene una gran solidez para afrontar los problemas. Confío en que sea capaz de darle la vuelta a este golpe y que vuelva con más ganas, más confianza y con mucha rabia para pelear los próximos objetivos, que espero que sea La Vuelta". Quien habla es Sebastián Unzué, mánager del equipo Movistar, que atiende a Relevo nada más finalizar la primera etapa del Tour, esa en la que Enric Mas, líder absoluto del conjunto telefónico, se ha retirado a 23 kilómetros de meta por una caída. Así, los viejos fantasmas, los que despertaron con las tres caídas que sufrió hace tan solo un año, vuelven a ensombrecer la figura del ciclista balear.

Sebastián Unzúe analiza el abandono de Enric Mas.PATXO DE LA RICA

Primavera de 2022. Enric Mas, gran baza española en las grandes vueltas —sexto en el último Tour de Francia y subcampeón en la última Vuelta a España—, pierde el control de su rueda delantera y, entre la nieve y el terreno resbaladizo, sufre una dura caída que le obliga a abandonar la Tirreno-Adriático justo cuando se había lanzado al ataque para luchar por el podio final.

Un mes después, en la Itzulia, el balear vuelve a irse al suelo en el descenso del puerto de Krabelin, en Gipuzkoa, y esquiva el impacto con un guardarraíl por pocos centímetros. Dos meses más tarde, ya en vísperas de su quinta participación en el Tour de Francia, el de su confirmación como gran candidato a la victoria final, el corredor del equipo Movistar vuelve a caer de forma violenta, esta vez en el descenso de la cota de Dun, y abandona el Critérium du Dauphiné con una fuerte contusión en el hombro izquierdo. Algo pasa.

"Tengo un miedo interno que me cuesta superar", reconoció el propio Mas ese mes de julio, poco después de enlazar tres caídas de forma consecutiva. No lo dijo en una jornada más, no. No de forma gratuita. Ese día, en la 18ª etapa del Tour de Francia, fuegos artificiales entre Lourdes y Hautacam, con la afición enloquecida en los Pirineos, donde Vingegaard y Pogacar se lanzan puñales sin piedad en búsqueda del triunfo, Mas, ya alejado de los mejores en la general, quedó descolgado de la fuga del día por el pánico a los descensos.

"Es un miedo que he arrastrado durante todo el Tour. He tenido tres caídas seguidas este año y mi situación se debe a eso", reconoció en Hautacam, cima reservada a los grandes nombres de la historia del ciclismo. Para colmo, Eusebio Unzué, director del conjunto telefónico, termina de hundir el ambiente en torno a su corredor con unas declaraciones tajantes en el diario El País: "El episodio de bloqueo psicológico de Enric en el Tour no es normal. Nos ha servido para creer que, a los 27 años, aún no tiene capacidad de liderar".

"Muscularmente te agarrotas con situaciones así", insiste entonces el ciclista balear. "Pero todo esto es aprendizaje, y esto, como todo, son ciclos". El suyo, el del miedo, en una primera instancia imposible de esquivar, parece quedar en el olvido meses después, cuando en pleno fervor de la afición española por Carlos Rodríguez y Juan Ayuso, los elegidos a comandar el relevo generacional, Mas da un puñetazo sobre la mesa y vuelve a ser el mejor ciclista nacional en La Vuelta —segundo, tras Remco Evenepoel—.

Un nuevo Tour, una nueva oportunidad

Con los fantasmas de las caídas ya superados, al menos en apariencia, Mas llegaba esta semana a Bilbao motivado, con ganas, convencido de afrontar su sexta participación en el Tour para, por fin, sellar un podio en París. No ayudó, eso sí, el test de Dauphiné, prueba en la que se dejó el hombro en 2022 y que, un año después, dejó malas sensaciones, muy alejado de los mejores y con fuertes dolores estomacales.

"No quiero poner excusas, pero es cierto que estuve descompuesto varios días en Dauphiné y cuando llegué a casa, seguí", aseguró a su llegada a la capital vizcaína. "Por suerte, he tenido tres semanas para recuperarme y tengo muchas ganas de empezar este Tour".

La ocasión parecía idónea. "En pocos Tours se ve una etapa inicial como la del sábado: dura y en casa", admitía Mas. "Además, es una edición con poca contrarreloj y encima la crono que hay es dura [...] No quiero decir que estaremos en el podio sí o sí, pero ojalá. Para mí, un buen Tour sería dejarlo todo en la carretera y que no me quede un gramo de fuerza para llegar a París satisfecho del trabajo realizado".

Pocas horas después, tras quitarle el precinto a un Tour de Francia único, con la ciudad de Bilbao volcada, carreteras repletas, ruido ensordecedor y banderas al viento, Mas se fue al suelo en el descenso del mítico alto de El Vivero y, tras intercambiar impresiones con Chente García Acosta y los doctores de la organización, tieso, inmóvil, con el hombro visiblemente dolorido, se vio obligado a abandonar la carrera a las primeras de cambio.

"Es un palo durísimo. Veníamos con unas expectativas muy altas, con mucha motivación, con confianza de poder hacer una gran carrera y… Esta es la crueldad del ciclismo", lamentó en declaraciones a Relevo Sebastián Unzúe, testigo de su padre, Eusebio, como máximo dirigente del conjunto telefónico en la ronda francesa.

El corredor balear ha pasado la noche en observación del Hospital público de Cruces, el más grande de la región, en Baracaldo, a poco más de cinco minutos de la capital vizcaína. En la mañana del domingo recibió el alta, visitó a sus compañeros en el hotel de concentración -antes de la segunda etapa- y continuará con su recuperación en Mallorca con la familia.