Skjelmose logra la victoria de su vida al vencer en el sprint de la Amstel Gold Race a Pogacar y Evenepoel
El ciclista danés venció en los metros finales a los dos grandes favoritos.

Haga lo que haga el resto de su carrera, es muy difícil que Mattias Skjelmose repita una foto como la de este domingo en Berg en Terblijt, la pequeña localidad neerlandesa que acoge el final de la Amstel Gold Race. El ciclista danés se impuso en el sprint final a Tadej Pogacar y Remco Evenepoel, en una batalla a tres que decidió una carrera en la que el actual campeón del mundo demostró que no es infalible.
Tras ir escapado durante más de 30 km, Pogacar fue atrapado por Evenepoel y Skjelmose a unos ocho kilómetros de meta, y los tres se jugaron la victoria en la recta final, después de no moverse en el Cauberg, la cota que este año volvía a ser la última subida y que históricamente ha decidido la carrera.
WHAT. A. FINISH. 🤯 #AGR25 pic.twitter.com/tuskDQsBCX
— Amstel Gold Race (@Amstelgoldrace) April 20, 2025
Evenepoel fue el primero en lanzar el sprint, al que reaccionó Pogacar. El esloveno superó al belga, pero se sentó antes de cruzar la línea de meta y fue superado por Skjelmose. Es su primera victoria en una clásica de nivel World Tour.
Desenlace inesperado
El final de la carrera fue sorprendente, y no solo por la victoria de Skjelmose. Que Pogacar sea atrapado después de atacar no es algo que se vea a menudo. La última vez había sido en la 11ª etapa del pasado Tour de Francia, cuando Jonas Vingegaard lo atrapó tras un ataque lejano y le superó en el sprint a dos en la meta de Le Lioran.
Lo normal es que un ataque de Pogacar, sobre todo si se va solo, acabe en victoria. Eso fue lo que sucedió hace dos años en esta misma carrera, cuando se quedó en cabeza a casi 30 km de meta. Este año lo intentó de nuevo, pero Evenepoel lo impidió. El belga, que había disputado (y ganado) su primera carrera de la temporada el viernes en la Flecha Brabanzona tras varios meses lesionado por un accidente sufrido en diciembre, echó abajo la escapada del mejor ciclista del mundo, algo que solo está al alcance de muy pocos ciclistas.
Sin una caída poco antes del tramo decisivo y que le obligó a un sobreesfuerzo para entrar de nuevo en el pelotón, Evenepoel cree que podría haber ganado. "Si hubiese ahorrado esa energía, quizá podría haber atacado en el Cauberg o intentar escaparme en solitario. Pero eso será para el año que viene",, dijo. "Creo que empecé el esprint demasiado pronto. Había viento en contra y quizá debería haberme desviado más a la derecha, pero no soy un esprinter y no me atrevo a buscar más explicaciones. Si espero 50 metros más, y sin la caída, habría ganado la carrera".
A Pogacar no se le vio tan superior como otras veces y seguramente pagó el esfuerzo de la París-Roubaix que corrió el pasado domingo y en la que también acabó segundo. El ciclista del UAE señaló al viento como la causa de que fuera atrapado. "No pude ampliar la diferencia en los últimos 15 kilómetros debido al fuerte viento en contra, entonces decidí esperar más o menos y quería intentar ganarles al sprint. Fue una apuesta arriesgada y al final quedé segundo", explicó tras la carrera.
"Me fui con Julian Alaphilippe y esperaba que pudiera quedarse conmigo más tiempo. Sin embargo, cinco kilómetros después ya estaba solo. Quizás me entusiasmé demasiado en ese primer ataque. Intenté aguantar solo, pero había dos rivales cerca", explicó
La persecución de Evenepoel
El movimiento decisivo fue el de Alaphilippe a 48 de meta. Pogacar fue el único que lo siguió y unos kilómetros después se quedó solo. Su diferencia con el grupo principal empezó a crecer, pero nunca fue muy grande. Parecía que no iba a ser atrapado, pero a 25 de meta Evenepoel se separó del resto y comenzó una persecución que le llevó a alcanzarlo.
Por el camino, el belga cogió a Skjelmose, que había atacado antes en busca del segundo puesto ("Cuando Tadej se va, sabes que corres para ser segundo", dijo después) y ambos llegaron hasta la cabeza, aunque sobre todo fue el esfuerzo de Evenepoel lo que acabó con la aventura de Pogacar. "Estaba diciéndole a Remco todo el rato que iba mal, que iba al límite", declaró nada más ganar Skjelmose, que le dedicó el triunfo a su abuelo, fallecido hace poco. "Estaba luchando por el podio porque ya era un gran resultado. Intentaba que no se acercase el otro grupo y pensé que me quedaría descolgado de ambos". Una vez estuvieron los tres juntos no hubo ataques y todo se decidió en los últimos metros, con victoria del más inesperado.