Miguel, el Picasso del ciclismo que vende cuadros a Pogacar y Valverde: "Fue mi refugio tras la retirada"
Fue ciclista profesional, pero ahora vive de su otra pasión: crear unos exclusivos cuadros que le han abierto las puertas de las grandes carreras y le han permitido conocer a sus ídolos.

El ciclismo tiene en su seno un carácter pictórico, artístico. La mezcla perfecta de heroísmo, dureza, aventura, leyendas y un sinfín de colores le convierten en una 'musa' perfecta para cualquier genio que mire a las carreras con ganas de crear. Es la inspiración hecha deporte en fondo y forma. Más todavía si lo has vivido desde dentro y esa es la historia de Miguel Soro, el Picasso del ciclismo.
"Yo nací ciclista, corrí en todas las categorías desde principiantes hasta profesionales y en los últimos años de mi carrera deportiva, descubrí la pintura", cuenta a Relevo quien se vistió los colores de equipos continentales de España, Portugal o Italia, donde compartió equipo con, entre muchos otros, el hasta ahora seleccionador nacional de ruta Pascual Momparler a principios de la década de los 2000. "En Xátiva, donde vivo, hay muchos pintores, es una ciudad de artistas que salen a la calle y descubrí este mundo".
Los lienzos en blanco fueron la guarida de Soro en el complicado momento de la retirada cuando todo se funde a negro para empezar de nuevo, esos días en los que el deportista se pregunta qué hacer con su vida. "Cuando dejé el ciclismo me refugié en la pintura, que era mi hobby. Porque, cuando estás corriendo no ves otra cosa que ciclismo y ciclismo, pero cuando lo dejas tienes que acogerte algo y yo me acogí a esto". Y se apuntó a clases y le pusieron a pintar paisajes.
Pero el gen del deportista no entiende de la calma del arte y lo notó pronto, cuando comenzó a echar en falta lo de intentar ganar. "El ciclismo me hizo muy competitivo y quería crecer, ir a concursos... y decidí pintar sobre mi otra pasión que era el ciclismo", relata a Relevo mientras termina su siguiente obra, un Pogacar ataviado con su maillot de campeón del mundo. En el cuadro, de gran tamaño, todavía solo se intuye la figura del esloveno entre un sinfín de titulares y fotos de publicaciones ciclistas que otorgan la magia a su estilo: "La técnica que utilizo es el acrílico-collage. Pego fotos, artículos de revistas y voy pintando con acrílico encima para componer una obra".

"Lo bonito es encontrarte en los fondos cosas que hablan de ciclismo, fotos de otros ciclistas y una obra que te sorprenda con el tiempo", analiza sin quitar la vista de su nuevo 'Pogi', uno de los ciclistas que más ha ilustrado en los últimos tiempos. "¿Cuánto tardo? Cada obra es un mundo. Si todo me sale bien, tardo dos días. Si se complica, tardo tres semanas. O incluso, ha habido obras que en un mes no las he terminado porque hay obras que fluyen y otras que no, pero la media puede ser de tres a cinco días".
"Pogacar, Valverde o Verona tienen obras mías"
PintorLas obras de Miguel Soro rondan "los 2.500 o 3.000 euros, aunque si es fuera de España es un poquito más caro porque hay que enviarlo y depende de donde estés". Esto le ha permitido hacer de su refugio post-retirada su actividad profesional: "Yo vivo de esto, de momento. Siempre digo que esto es una vida muy dura porque vivir del arte no es fácil, pero yo me muevo mucho, tengo una pintura diferente y yo de momento, se puede vivir de esto". Y es que cada uno de esos particulares retratos son únicos, exclusivos y casi irrepetibles salvo que tengas el don de la pintura y además, te recorras un buen puñados de kioskos y hemerotecas especializadas en ciclismo para tener todos los ingredientes.
Este ciclista que soñaba con ir a las Grandes Vueltas a ritmo de sus pedales, ha encontrado sus sueños cumplidos en esta segunda vida dedicada al ciclismo: "La pintura me ha permitido estar en el Giro de Italia y en el Tour de Francia, comer en la casa de Francesco Moser, conocer a Felice Gimondi o a los hijos de Fausto Coppi. He hecho cosas que cuando era un niño eran impensables para mí".
Y es que las obras de Soro se han convertido en una atracción alternativa de las grandes carreras, a lo largo y ancho del mundo. "He expuesto en Australia, en México, en Canadá, en California... En Italia, es donde más valoran mi trabajo y donde más suelo exponer", cuenta con una gran sonrisa. Lo original de sus obras, el calendario ciclista y el interés creciente le lleva a tener exposiciones en varios lugares a la vez. Por ejemplo, en los últimos días ha inaugurado dos exposiciones en la provincia de Alicante, una con motivo de la Copa del Mundo de ciclocrós de Benidorm, donde ha estado todo el fin de semana mostrando su forma de trabajar en directo junto al circuito, y otra en Orihuela, en una muestra en homenaje a los 100 años de Bernardo Ruiz, el primer español que fue podio en el Tour, con 23 cuadros en los que se entremezclan creaciones sobre 'El Pipa' y los grandes rivales de su carrera deportiva como Géminiani, Robic, Poblet o Bahamontes.
Las obras, llamativas por su colorido y un carácter llamativo, también cuelgan ya en casas de los grandes nombres del ciclismo mundial. "Tadej Pogacar, Alejandro Valverde, Carlos Verona y otra mucha gente ya tienen alguna obra mía", desvela, mientras nos cuenta que suelen ser "regalos de familiares y las mujeres de los corredores porque es algo diferente que no tienen... y eso que son gente que tiene de todo". Aunque, eso sí, cuenta que el groso de su mercado llega de parte de aficionados o cicloturistas que deciden contar con sus ídolos en casa.
Solo hay una obra que Miguel guarda con especial cariño y que, al menos de momento, no sale de su taller: "Indurain, aparte de su faceta ciclista, es la persona más noble que conozco y siempre que lo veo me saluda, le gusta mucho lo que hago y me dedicó una obra con una firma que la guardo con mucho cariño".
Sus obras ya se cuentan por centenares recorriendo el mundo, buscando dueño o ya colgados en paredes de orgullosos dueños. Soro se ha convertido en algo así como un Picasso del ciclismo que ilustra las grandezas del deporte y sus héroes.