CICLISMO

Danilo Di Luca, uno de los tres expulsados a perpetuidad del ciclismo: "Sin doping habría ganado mucho más hoy en día"

El exciclista italiano atiende a Relevo para repasar su carrera y su negocio actual. "Creo que los ciclistas actuales no se divierten, lo hacen como un trabajo".

Danilo di Luca, en la Lieja-Bastoña-Lieja de 2024. /Getty
Danilo di Luca, en la Lieja-Bastoña-Lieja de 2024. Getty
Julio Ocampo

Julio Ocampo

No le juzguen. Escúchenle, Léanle. Danilo Di Luca (Spoltore, 1976) es uno de los tres ciclistas que el sistema ha expulsado a perpetuidad por reincidencias en el doping. Los otros dos proscritos son Riccardo Riccò y Lance Armstrong, prácticamente repudiados por parte de la opinión pública.

El italiano atiende a Relevo por teléfono para hablar de todo: su libro, su vida, su negocio actual -vende bicicletas de alta gama a 16.000 euros- y esa necesidad de quitar ínfulas divinas o demoníacas a un deporte extremo y excesivo que sólo sabe narrar epopeyas o mentiras, desconociendo que ambas -para el corredor- pesan como un menhir. Antes de comenzar la entrevista conviene recordar que cualquier atisbo de luz brilla, en gran parte, gracias a sus pesadas sombras. No hay distinción cuando estas se abrazan. Solo el juicio infame.

Di Luca Bike. Vende bicicletas de lujo en Pescara. ¿Cómo le va?

Estoy buscando un distribuidor español (risas). Fabrico bicis de carreras. Acabo de lanzar en EuroBike mi primera bici eléctrica para montar por la ciudad. En colaboración con la empresa Unica6, hemos hecho algo innovador. El cuadro es en aluminio reciclado. También he introducido en perfecta simbiosis una serie de componentes en carbono, que al final es la base de mi trabajo. Es el material que normalmente utilizo hoy para la strada. Algo completamente novedoso. Y sí, son caras estas bicicletas, pero no carísimas.

Usted fue un corredor completo: corsa de un día, clásicas, grandes giros… Antes era más fácil encontrar ciclistas versátiles.

Sí, cierto. Hoy la situación contempla más especialistas. A ver, está el fenómeno Pogaçar, que gana todo. Es una superestrella, un nivel mucho más elevado respecto al mío cuando corría. La diferencia entre mi ciclismo y el suyo es que en mis tiempos había veinte-veinticinco corredores con opciones de ganar; hoy dos o tres como mucho. Quizás Vingegaard para el Tour o Van der Poel para las clásicas. No hay mucho más.

"Ha cambiado todo, el modo de correr, la manera de afrontar la carrera, el aficionado que va a verlas…"

Di Luca Exciclista profesional

Italianos ya no hay. Españoles, tras Valverde, tampoco. Emerge un desierto ahí.

Exacto, y es un problema. No te digo ya ciclistas como Valverde, ni siquiera la mitad de él. Pero insisto que ha cambiado todo, el modo de correr, la manera de afrontar la carrera, el aficionado que va a verlas… Hoy es un mundo mucho más cerrado, de menos contacto con el ciclista. El periodismo, el periodismo ha cambiado también. Claro que sí.

Sí, cierto. Nos quieren programar, controlar absolutamente todo. En este sentido se ha perdido la espontaneidad en el contacto con el deportista de élite. Cada uno lleva un carro de ruido a su alrededor, y esto nos dificulta muchísimo el trabajo. Todo hermético, a veces inaccesible.

¿Sabes? De vez en cuando hablo con algunos ciclistas… Me reconocen el enorme estrés al que están sometidos hoy día. Lo positivo es que hay mucho más dinero. Es algo bueno, sobre todo porque la vida deportiva -con estos ritmos de entrenamiento y metodología de carrera- se ha acortado. Es más breve, nada que ver con los diez, doce o trece años, como fue mi caso (1999-2013). Para resumir, diría que desde el punto de vista económico la situación ha mejorado muchísimo, pero en todo lo demás retrocedió demasiado. Incluso el tifoso creo que ya no ve las carreras con la misma ilusión. Es más aburrido todo, salvo cuando estás viendo a Pogaçar. Con él todo es maravilloso, un espectáculo, pero cuando no está… Un solar desértico.

Di Luca celebra el Giro que conquistó en 2007.  EFE
Di Luca celebra el Giro que conquistó en 2007. EFE

Usted formó parte de esa generación post Pantani. ¿Eso cómo lo vivió?

El dopo Pantani fue feo a nivel humano porque él ya no estaba. Punto. Con él todo era mucho más bonito y emocionante. Había un entusiasmo generalizado, casi a nivel mundial. Sí, yo viví el post, pero todavía había retazos que salvar de este mundo. La relación con los compañeros era especial. Recuerdo con Valverde, con quien me llevaba magníficamente bien. También con otros. Solíamos charlar tranquilamente en los hoteles, y eso es algo que está desapareciendo. Casi no hay relación ni siquiera entre compañeros de escuadra. Yo cuando corría me divertía.

¿Cree que hoy ya no se divierten?

Creo que no. Lo hacen como un trabajo, pero sin divertirse. Al fin y al cabo, el dinero esto no te lo da.

En su libro, 'Bestie da vittoria', habla del lado oscuro -hipócrita, con intereses ocultos- de este mundo cuando corría. Cito algunas frases significativas: «No somos héroes; estamos locos. Somos gilipollas. Para el ciclista lo importante es ganar. No piensas a tu retirada, que te pillen o enfermes... El ambiente no te obliga a dopar. Te estimula, porque todos tienen interés en que ganes. La estrella da de comer a muchas familias».

Uno se dopa para ganar. En mis tiempos el ciclismo era ese. El doping era una práctica normal. El problema es que durante veinte años el ciclismo, por este tema, siempre ha estado en el punto de mira. Concretamente el periodo que va justo antes de Marco Pantani hasta después de mi retirada. Escándalos mediáticos, muchos controles, ya sabes. Esto no se aceptaba en un deporte profesional, lógicamente. El sistema era ese, y todos tratábamos de adecuarnos a él. Hoy parece que todo ha cambiado, así que perfecto así. Quiere decir que nuestros tiempos sirvieron para mejorar el presente, algo muy positivo. El problema es que a nosotros nos tocó vivir esos veinte años.

En los que para ganar había que doparse, sin más. Su primera sanción llegó tras ganar el Giro 2007. Tres meses sin correr por estar involucrado en la investigación Oil for Drugs, donde aparece que frecuentó al doctor Santuccione, quien ya estaba descalificado.

Hoy uno lo puede interpretar como algo extraño, pero era habitual. Éramos profesionales, y éste nuestro trabajo. Había una serie de compromisos y se cumplían. La desgracia, te repito, es que yo estuve en esos veinte años. Si fuera un corredor actual todo sería completamente diferente. También habría ganado mucho más. De eso estoy totalmente seguro.

"¿El dopaje? Hoy uno lo puede interpretar como algo extraño, pero habitual"

Di Luca Exciclista profesional

Además del Giro, se impuso en varias clásicas, como la Freccia Vallone, la Lieja-Bastón-Lieja y el Giro de Lombardía. ¿Por qué cree que habría ganado más hoy día?

Porque el fenómeno es quien, sin doping, hace emerger sus cualidades a pesar de todo. Esto vale para todos.

Fue segundo en el Giro 2009 tras Menchov, pero se lo quitan (en beneficio de Carlos Sastre). Nueva sanción. Esta vez actúa el Tribunal del Comité Olímpico Italiano. Dos años inhabilitado por EPO, aunque después le descuentan casi uno por colaborar en investigaciones antidoping. Meses atrás entrevistamos a Riccò, otro reincidente expulsado a perpetuidad. Si todos delinquían, ¿por qué sólo penaban a algunos?

Porque otros estaban protegidos. Es una práctica habitual en el mundo, extrapolable a cualquier esfera: política, empresarial… Algunos ciclistas, quizás, no fueron descubiertos por ser más listos que nosotros.

Normalmente, los protegidos suelen ser los mejores. En esos dos o tres años que marcan el final de la primera década del 2000 usted estaba entre ellos. ¿Por qué?

Sobre todo, por ser italiano.

¿A qué se refiere?

Es que aquí funciona de forma contraria. No es como en Francia, Bélgica o España, donde normalmente protegen a sus deportistas. En Italia, si eres un referente, no ven la hora de acabar contigo. ¿Por qué? Por envidia u otros motivos. No lo sé. En Italia parece mejor siempre lo de fuera.

Alberto Contador y Danilo di Luca posan con Patrick «Pat» McQuaid, expresidente de la UCI.  AFP
Alberto Contador y Danilo di Luca posan con Patrick «Pat» McQuaid, expresidente de la UCI. AFP

«La gente no se da cuenta lo que significa correr una etapa de 250 kilómetros después de estar veinte días encima de una bicicleta». Así comienza la sinopsis del libro. ¿Cómo se soporta eso hoy sin -teóricamente- hacer trampas?

Eso no es con segundas. Está escrito para subrayar la dificultad de ser ciclista, y no ligado al doping. Me explico mejor… Respecto a lo que hacía yo antes -con o sin doping- y hacen hoy los ciclistas -con o sin doping- la diferencia es mínima. Un 5%. De media unos dos kilómetros-hora. Independientemente de todo, quiero decir que estamos entrenados, preparados para hacer esas distancias. Un día sí y otro también. Lo único que cambia es que en lugar de correr a 40km/h lo haces en 42. Nada más. Esto que subrayas en la pregunta, extraído del libro, lo puede hacer cualquier profesional de este mundo sin hacer uso de sustancias.

En 2013 nuevamente positivo por EPO. El sistema le echó para siempre. ¿Tuvo miedo cuando escribió el libro?

No, aunque no es fácil escribir un libro así. Estuvimos tres años trabajando en él. No tuve miedo, y tampoco nadie me denunció. ¿Sabes por qué? Porque conté la verdad. Ahí nadie puede atacarte. Están ahí los hechos. No nos hemos inventado nada. ¿Por qué tener miedo? También te digo que el libro habla mucho más de mi carrera deportiva que del doping. A mí esto ya no me interesa. No quiero seguir hablando de él. Es algo viejo y terminado. Basta ya. Cuando termines de leerlo, verás que sobre todo me centro en mi carrera, mi vida, en las personas que tuve a mi lado y quienes me dieron la espalada. Quienes me quieren y quienes no me quisieron jamás. De las casi 300 páginas, de doping no habrá más de cincuenta. Lo tuve que meter, sí. Pero el doping ya no es noticia. Es algo muerto y enterrado. ¿Lo entiendes?

En Italia hay una expresión (chiudere in bellezza) que significa cerrar una historia, un día, una conversación con optimismo, con un halo de luz, con tintes poéticos y bellos. Cuando en 2011 usted firmó por Katusha renunció a su sueldo.

Fue un acuerdo junto a Andrei Tchmil, porque volvía a reinsertarme en el ciclismo, un deporte que amaba. Es el mensaje que quería mandar, el de las ganas de volver a montar en bici. Trabajé gratis, pero Tchmil me pagó la multa que debía a la UCI tras descontar la sanción. Era de 180.000 euros.