20 años de la caída que cambió el ciclismo para siempre
En la París-Niza de 2003, el kazajo Andrei Kivilev sufrió un fatal accidente que propició que el uso del casco se convirtiera en obligatorio.
Segunda etapa de la París-Niza 2003 y faltan 40 kilómetros para la meta de Saint-Étienne. Claus Michael Möller portaba el dorsal 191 como líder del emergente equipo portugués Milaneza-MSS: "El pelotón venía muy estirado. Un tramo llano, estrecho, pasando por un pueblo, justo antes de empezar a subir un puerto". El kazajo Andreï Kivilev suelta una mano de su manillar, para ajustarse el pinganillo según unas versiones y para beber agua según otras, cuando un ciclista alemán levanta el pie por un problema mecánico. Se produce una colisión. Kivilev da con su rostro en el suelo. No lleva casco. Los traumatismos facial y craneoencefálico son severos. Apenas sobrevive unas horas más.
Möller recuerda el fallecimiento de Kivilev; el dolor que le provocó evocar la muerte de José Antonio Espinosa unos años atrás, cuando corrían juntos en el conjunto español MX Onda. "Es muy duro escuchar que ha fallecido un compañero del pelotón", reflexiona. "Da mucho que pensar, porque sabemos que el ciclismo es un deporte bastante peligroso. Y yo solía llevar el casco en competición, pero también recuerdo Mundiales en los que corrí sin él. También gané mi etapa de la Vuelta a España, en el Alto de Aitana, sin casco. Y para entrenar, hasta que nació mi primer hijo, tampoco me solía poner el casco".
En aquellos tiempos, el uso de casco era obligatorio en todas las categorías del ciclismo salvo el profesionalismo, que se había revuelto contra él ante un cambio de normativa de la UCI en 1991. "Y yo recuerdo que, cuando era sub23, uno de los motivos por los que quería 'pasar' era no tener que llevar casco en competición". Lo recuerda Óscar Pereiro, ganador del Tour de Francia 2006, también presente en aquella París-Niza. Por entonces, el gallego era un joven de 25 años (sí, en 2003 un ciclista de 25 años era considerado una promesa) encuadrado en el conjunto suizo Phonak. "En mi debut como profesional, que fue una clásica en Portugal, salí sin casco. Todavía en la neutralizada empecé a 'rayarme' y, a los cinco kilómetros, ya estaba en el coche de equipo pidiéndole mi casco al director".
"Cuando pasé al lado de Kivilev tras su caída, no me hice cargo de su gravedad", rememora Pereiro. "En meta nos informaron de que estaba grave, pero no nos enteramos de su fallecimiento hasta el desayuno del día siguiente. Con casco, no le hubiera pasado nada". El diagnóstico del gallego fue refrendado aquellos días por Jean-Jacques Menuet, galeno del Cofidis de Kivilev. "Habría atenuado sus lesiones ostensiblemente. La localización de la fractura del cráneo se encuentra en una zona protegida precisamente por el casco".
Andreï Kivilev (1973, Taldykorgan) murió el 12 de marzo de 2003 en Saint-Étienne, la ciudad que le había visto nacer como ciclista. Él y la gran leyenda del ciclismo kazajo, Alexandre Vinokurov, actual mánager del Astana Qazaqstan, fueron descubiertos en la Vuelta a Langkawi de 1997 por un director del equipo Casino (actual Ag2r), Gilles Mas, que les invitó a descubrir el ciclismo europeo con la EC Saint-Étienne. Se instalaron en Sorbiers, un pueblo a las afueras de la ciudad que perdió una Copa de Europa de fútbol porque los postes de las porterías eran cuadrados. Ambos prosperaron como ciclistas.
#ParisNice2016 #bestmoments Team Manager, Dmitriy Fofonov remembers Andrey Kivilev with son Leonard and wife Natalia pic.twitter.com/MED2VRcKN1
— Astana Qazaqstan Team (@AstanaQazTeam) March 16, 2016
Aquel infausto día, a Kivilev le esperaban en la meta de Saint-Étienne su mujer Natalia y su hijo de seis meses, Leonard. Ella contaba, a posteriori, que aquella mañana había visto una araña pasar por debajo del quicio de la puerta de su casa. Para ella, un mal presagio. El vástago, por su parte, entregó en la salida de una etapa de la París-Niza de 2014 una carta manuscrita al director del Tour de Francia, Christian Prudhomme, en la que solicitaba formalmente que nombraran ganador de la Grande Boucle de 2001 a su padre. Kivilev acabó 4º de aquel Tour gracias a una fuga bidón, y el título había quedado vacante por la descalificación de Lance Armstrong.
Leonard Kivilev fils d'Andreï écrit à Prudhomme pour que son père récupère le Tour 2001 #Cyclisme pic.twitter.com/umw9SdopVB
— Biarnes (@Biarnes72) March 19, 2014
La UCI reaccionó rápidamente ante el drama. Apenas dos meses más tarde, justo antes del Giro d'Italia, instauró una norma por la cual el uso de casco pasaba a ser obligatorio con una única excepción (las subidas finales de más de 5 kilómetros) como medida de transición. Pese al apoyo explícito de la Asociación de Ciclistas Profesionales, hubo cierta contestación dentro del pelotón apelando a la libertad individual. "Veníamos de una época donde los cascos eran de plástico y porexpán duro, que protegía más bien poquito y daba mucho calor", señala Pereiro. "No obstante, pronto empezaron a fabricarse cascos con mucha mejor ventilación y más seguros". El cambió se asentó.
"Hace 20 años, los ciclistas iban sin casco y la gente en los coches no se ponía el cinturón", compara Möller. "¿Por qué? No lo sé. Yo, cuando era menor y todavía competía en Dinamarca, corría sin casco. Hoy en día, en cambio, no se me ocurre dar una pedalada sin él". Pereiro, parecido: "Sin casco, me siento desnudo".
Antonio Nieto es ciclista sub23 en el Equipo Finisher y nació en 2002, apenas un año antes del accidente de Kivilev. "En mi vida he salido con la bici sin casco", cuenta. "Bueno, igual de pequeño, con mis amigos, por el pueblo… pero, a entrenar o a correr, nunca. Si es que desde chico he visto a todo el mundo con casco. Sería raro salir sin él". Evoca una anécdota reciente. "Hace un par de semanas, en el Circuito Guadiana de Don Benito, me caí y di con la cabeza contra el suelo. No me pasó nada, pero en mi casa examiné el casco y resulta que estaba roto". Por suerte o por desgracia, tuvo que morir una persona para provocar un cambio que ha salvado, y salva, muchas vidas.