CICLISMO

Wout Van Aert, Van der Poel, Pidcock: los tres Reyes Magos del ciclocross y sus Navidades de barro

El mundo del ciclismo vive su particular invierno con los ojos fijos en los duelos a tres de estos superclases, que se han batido cuatro veces en una semana.

De izquierda a derecha: Wout van Aert, Mathieu Van der Poel y Tom Pidcock, en el podio de la prueba de Gavere de la Copa del Mundo de Ciclocross UCI. /UCI CYCLO-CROSS WORLD CUP
De izquierda a derecha: Wout van Aert, Mathieu Van der Poel y Tom Pidcock, en el podio de la prueba de Gavere de la Copa del Mundo de Ciclocross UCI. UCI CYCLO-CROSS WORLD CUP
Fran Reyes

Fran Reyes

Bélgica es la meca del ciclocross, especialidad invernal del ciclismo que se disputa por senderos, caminos y obstáculos dispuestos en bosques, parques públicos o playas. Alrededor, la algarabía de una fiesta popular: una excusa para que familias y grupos de jóvenes pasen el día (y a veces también la noche) al aire libre, disfrutando del espectáculo de ver fajarse a los mejores ciclistas del mundo una, dos, ocho veces; tantas como vueltas propinen al circuito trazado en la nada para la ocasión.

Históricamente ceñido al Benelux, el alcance del ciclocross se ha visto multiplicado por la irrupción de estrellas como el belga Wout van Aert, el neerlandés Mathieu Van der Poel y el británico Tom Pidcock. Ciclistas espectaculares, polivalentes, capaces de brillar en el lustroso Tour de Francia y también en las campas embarradas donde se sublima el CX. Wout Van Aert y Van der Poel, de hecho, nacieron en este barro: en él se proclamaron campeones del mundo tres veces cada uno antes de dar el salto a la ruta y convertirse en referentes de la misma. Pidcock, por su parte, es el actual dueño del arcoíris absoluto, tal y como lo fue del sub23 hace cuatro años.

Cuando llega el otoño, las hojas mueren y las bicis de carretera se cuelgan en el garaje, estos tres titanes regresan a sus orígenes. Es una cuestión de pasión: aceptar el frío y la miseria inherentes al ciclocross, esa modestia en que héroes y plebeyos sólo son separados por una cinta de plástico, sólo se explica si media amor. Es una cuestión, también, de lucro: este deporte crece y crece gracias a su naturaleza popular y a su formato, una hora de tensión y sorpresas constantes ideal para la televisión. Y con ello, con ellos, crecen el interés del público y de los patrocinadores.

Cada choque de Van Aert, Van der Poel y Pidcock es un acontecimiento en el Benelux. En este invierno ciclista tendrá lugar ocho veces. Cinco ya han ocurrido, todas en Bélgica: dos se saldaron con triunfo para Van der Poel y tres para Van Aert. Cuatro fueron esta semana y el último, apoteósico, acaeció en Diegem, una pedanía de Machelen. Fueron ocho vueltas a un trazado desplegado en torno al campo de fútbol municipal, en plena noche. Los tres, solos en cabeza, se asestaron un ataque sobre otro entre tramos de escaleras, curvas resbaladizas y descensos traicioneros. Finalmente, Van der Poel se desfondó y Pidcock cometió un error de trazada que dejó el triunfo en manos de un Van Aert que, en meta, dijo sobre el pique entre risas: "Esto no puede ser sano".

Nada menos que 20.000 almas se juntaron en Diegem para ver el espectáculo. 14.000 habían estado unos días antes en Gavere, a los que sumar 600.000 personas pegadas al televisor sólo en Bélgica. "Cuando Van der Poel y Van Aert están, marcan la diferencia", reconoció en declaraciones a HLN el CEO de Flanders Classics y ex jugador del Real Madrid de baloncesto, Tomas Van den Spiegel. "Pero no es que se vendan el doble de entradas con ellos en la línea de salida, porque también estamos vendiendo más cuando ellos no están. Simplemente, el ciclocross está muy vivo".

Restan otras tres ocasiones para vivir un episodio más de este particular duelo a tres. Hoy viernes 30 de diciembre habrá reyerta en Loenhout; el martes 3 ocurrirá en Herentals, patria chica del propio Van Aert. Más adelante, el 22 de enero, la prueba de Copa del Mundo de Benidorm escenificará la única batalla de la temporada fuera de territorio belga. A más de tres semanas del evento se han vendido ya 4.400 entradas de espectadores entusiastas de un deporte con escasa implantación en España. El día que se confirmó la presencia de Van Aert, el último de los Reyes Magos en anunciar su programa, el organizador de la carrera y seleccionador nacional Pascual Momparler reconoció que era "un día muy feliz para todos los que trabajamos en este evento". Con ellos tres en liza, el interés, el espectáculo y el éxito están asegurados.