Los años en los que el Atlético de Madrid tenía su sección de boxeo: "Éramos el coco de España"
El Atlético de Madrid contó con equipo de boxeo durante 31 años. Eran el conjunto amateur más prestigioso del país.
"El autobús número 36 me dejaba en el Paseo de los Melancólicos y en la puerta seis del Vicente Calderón estaba esperando Pedro París. Una vez que estábamos todos, entrábamos a entrenar", recuerda para Relevo Óscar Sánchez, quien es el último boxeador que compitió como púgil del Atlético de Madrid.
La sección del equipo desapareció en 1997, año en el que Rayito, como es apodado, decide dar el salto al campo rentado. Así, "dejándolo morir", el equipo dio carpetazo a una de las secciones más laureadas de su historia. Desde 1966 los rings de toda España veían como los soldados rojiblancos eran el rival a evitar: "Decir que peleabas contra alguien del Atlético era tener mal cuerpo toda la semana", admite uno de los púgiles que más trofeos sumó para el equipo, Agapito Gómez.
La sección del Atlético de Madrid comenzó tras la disgregación de la del Real Madrid. El conjunto blanco organizó un equipo, con boxeadores profesionales en este caso, en la década de los 50. Tuvo competidores de primer nivel como Fred Galiana, Luis Folledo o Young Martín. Al inicio de los 60, el equipo técnico tuvo discrepancias internas y se disgregó. Modesto Magro se queda con la sección merengue, hasta que poco tiempo después el club decide cerrarla.
Segundo Bartos y Pedro París se van a un gimnasio situado en la Calle la Concordia que pertenecía a la Asociación Deportiva Rayo Vallecano (sin relación alguna con el club de fútbol). La salida de Bartos deja al frente a París, quien con ayuda de Vicente Calderón funda el 15 de marzo de 1966 la sección de boxeo del Club Atlético de Madrid. Un total de 26 hombres conformaron la primera plantilla del equipo rojiblanco. Desde el inicio el nivel era muy alto y pronto comenzaron a despuntar en las competiciones que acudían.
El proyecto buscaba potenciar el deporte base y también ayudar a los deportistas. Por ello sólo podían pertenecer al Atlético en categoría amateur. Una vez que pasaban al deporte rentado abandonaban el club. Los púgiles no cobraban, pero recibían todo el material necesario, les gestionaban los viajes y ponían a su disposición los fisioterapeutas y médicos del Atlético. "Éramos uno más del club. Cuando le contaba a otros boxeadores los privilegios que teníamos me decían que aunque no que eran colchoneros se cambiarían de equipo por venir si hacía falta", recuerda entre risas Agapito Gómez. Él llegó al gimnasio rojiblanco en 1974, cuando apenas tenía 14 años.
"Trabajaba en la calle Doctor Castelo y el Palacio de los Deportes me quedaba al lado, por eso empecé a entrenar allí. Manolo Pombo, entrenador en ese lugar, me recomendó el gimnasio del Atlético al vivir en Vallecas. Soy atlético y sentí mucha emoción. Todavía recuerdo el momento en el que me puse por primera vez el pantalón azul y la camiseta rojiblanca con el escudo. Para mí ha sido un honor muy grande", afirma Gómez.
La competitividad que allí había era muy alta, lo que hacía que fuese habitual que en los Campeonatos de Castilla (actualmente de la Comunidad de Madrid) las luchas entre los miembros del Atlético fuesen la tónica habitual. "Fui siete veces campeón de Castilla y en varias de ellas tuve que enfrentarme a compañeros", recuerda Gómez. El dominio era total. El Atlético ganó ese campeonato en la modalidad por equipos de manera consecutiva desde 1966 hasta 1982. Mientras, el de Parla sumó además cuatro campeonatos de España y dos subcampeonatos. Es uno de los púgiles más laureados de la sección y eso le abrió las puertas de la selección española. Después, fue capaz de clasificarse y participar en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. A su regreso, Gómez abandonó el Atlético al hacerse profesional.
Ya en la década de los 90 empieza el camino del otro protagonista de este reportaje, Óscar Sánchez. Rayito tenía el boxeo en los genes, ya que su padre había sido boxeador. José Sánchez Josan, de hecho, perteneció a la sección de boxeo del Real Madrid. Le había inculcado los valores del deporte a su hijo y cuando vio que necesitaba un plus le llevó donde su amigo Pedro París. Por aquel entonces el Atlético de Madrid había ubicado su gimnasio de boxeo en los bajos del Vicente Calderón.
La idea primigenia del club era que el equipo de boxeo estuviese en el estadio, por ello se funda en 1966, pero debido a diversos retrasos en la construcción no sería hasta la década de los 80 cuando el traslado es efectivo al 100%. "Daba respeto decir que eras del Atlético. Había mucho nivel cuando comencé. De hecho, en mis primeros Campeonatos de España fui bronce y al año siguiente, gané", recuerda Sanchez.
En esa época, el grupo era más reducido y tenían una mayor vinculación diaria con el club. "Todos los días hacía la parte física por el césped del Calderón, aunque el primer equipo estuviese por allí entrenando", rememora Rayito. Con unas buenas instalaciones, el equipo seguía creciendo. Todo empezó a cambiar cuando París comenzó a tener problemas de salud derivados de la edad, lo que provocó que el equipo se fuese reduciendo. "Pedro era una persona muy respetada en el club y a los que quedábamos dejo dicho que no nos faltase de nada", añade Sánchez. Así fue, pero todo había cambiado.
El club decidió abrir un gimnasio comercial en el que se integraba la parte de boxeo. "Mientras duró la obra entrenamos en un vestuario bajo el césped del Calderón", revela Ósca Sánchez. Una vez en la nueva instalación el ambiente fue diferente y el equipo se redujo a mínimos. Rayito fue el último.
"En verano de 1997, tras volver del servicio militar, hice mi último combate como amateur y como parte del Atlético de Madrid. Pedro París ya había fallecido y mi entrenador fue Ricardo Sánchez Atocha (también le guió en su carrera profesional). Cuando decidí ser profesional, ahí se acabó la sección. No hubo ninguna explicación extra. Imagino que para el club no era rentable y aguantaron hasta que Pedro siguiese al frente. Seguí varios años entrenando en el Calderón porque Atocha había llegado a un acuerdo para la explotación de las instalaciones, pero ya no tenía nada que ver con la sección. Yo sí que seguí saliendo siempre con la camiseta del Atlético, pero porque lo sentía así", concluye Sánchez.
"Cuando la sección se cerró sentí rabia y tristeza porque nadie pudiese seguir con ella. Creo que la historia del boxeo español hubiese sido diferente si una institución como el Atlético de Madrid hubiese seguido ligada al deporte", remata Agapito Gómez. Sin hacer ruido el noble arte desapareció del Atlético de Madrid.
Ahora, esos 31 años se recuerdan en el museo del club en el Cívitas Metropolitano. Agapito Gómez y Óscar Sánchez han donado alguno de sus trofeos allí. Su nombre siempre estará en tan noble ubicación y el reconocimiento será eterno. Un regreso del boxeo parece inviable, aunque para los más nostálgicos que la Velada del Año 3 organizada por Ibai Llanos tenga lugar en el estadio rojiblanco será una manera de recordar lo que un día fue. El Atlético de Madrid, "el coco de España".