Nikola Jokic y su versión más MVP igualan la serie pese a los 44 puntos de Anthony Edwards

En 1995, tras proclamarse los Rockets campeones por segunda temporada consecutiva, Rudy Tomjanovich pronunciaba una de las frases más famosas de la historia del deporte. "Nunca subestimes el corazón de un campeón", decía el entrenador de Houston. Casi tres décadas más tarde, los Nuggets respiran ese mantra. Ganaron en Minnesota (115-107), empatando la serie en una noche donde demostraron que siguen siendo el favorito, y que pese a estar 0-2 abajo para empezar la eliminatoria, el equipo de Nikola Jokic es todavía el campeón.

Michael Malone fue el genio detrás del triunfo de Denver.Tras las dos primeras derrotas, el staff técnico de los Nuggets se reunió para buscar como contrarrestar la defensa interior de Minnesota. La que estaba poblando la pintura tanto y secando a un Jokic, que por momentos parecía humano. La respuesta fue mover a Aaron Gordon del dunker spot, debajo del aro en el lado débil, al perímetro. Con él se fue la defensa de Karl-Anthony Towns primero, y Jaden McDaniels más adelante, creando espacio para que el serbio pudiera jugar como lo que es: el MVP de la temporada, el mejor jugador del planeta. Con espacio y tiempo metió 35 puntos en una versión más ofensiva. Denver necesitaba ganar estando 1-2 abajo y fuera de casa, y Jokic los llevó de la mano.

Tuvo ayuda, por supuesto. Gordon jugó un partido casi perfecto, fallando solo un tiro (11/12) con 27 puntos, además de 7 rebotes, 6 asistencias, 2 tapones y 1 robos. Metió todos los triples y tiros libros que probó en uno de sus mejores encuentros en Denver, por números e importancia. Jamal metió 19, casi todos en la segunda parte, y el banquillo se combinó para 27 entre Justin Holiday, Christian Braun y Reggie Jackson. Le salió todo bien a Denver, que con un parcial de 29-8 entre el final del primer cuarto y el segundo, le dio la vuelta al marcador y cogió el timón del partido. No volvió a mirar atrás pese a los intentos de Minnesota, de la mano sobre todo de Anthony Edwards, y la diferencia se estabilizaba sobre los 10 puntos.

A 50 segundos del descanso, los Wolves volvieron a recortar el marcador, poniéndose a siete tras un triple de Edwards. Los siguientes 30 segundos serían una pesadilla para Minnesota: triple de KCP, mate de Porter Jr tras una pérdida de Edwards y un triple sobre la bocina de Jamal Murray, desde más allá de media pista. Siete puntos pasaban a ser quince. Un triple de exactamente 55.3 pies, el más largo que hemos visto este año para cerrar una primera parte. Ocho puntos que acabaron siendo la diferencia al final en el marcador y que pudieron marcar la segunda parte.

Minnesota lo intentaba y Denver respondía a cada golpe. Primero Jamal Murray con 12 puntos en el tercer cuarto, en un mano a mano con Ant, y el serbio tomaba el relevo en el cuarto periodo. 16 tantos más. Solo en el segundo tiempo, Denver tiró un 40% en el triple, metió todos sus tiros libres y rozó el 50% de campo, en un nivel de eficacia digno de campeón. Y eso que los Timberwolves metieron más y mejor, pero no suficiente, sobre todo porque faltaron ideas más allá de Anthony, que no quiere comparaciones con Michael Jordan, pero cada noche lo pone más difícil.

Es el cuarto partido de 40+ puntos para Edwards, que se queda a solo uno del récord, de Luka Doncic con cinco. Por encima de Kevin Durant, LeBron James o Amar'e Stoudemire, todos con tres. Acabó con 44, casi la mitad de los puntos de Minnesota que no tuvo argumentos ofensivos más allá de sus estrella. Edwards ya tiene las tres máximas anotaciones en la historia de los Timberwolves en playoff, todas ellas ante Denver. Tendrá como mínimo dos oportunidades más, martes y jueves. Y el reto de eliminar al campeón sabiendo que no se puede subestimar el corazón de los Nuggets.