Dikembe Mutombo, el gigante africano, dice adiós entre tapones y labor social
Un cáncer se ha llevado por delante a uno de los mejores defensores de la historia y referente social.
Dikembe Mutombo Mpolondo Mukamba Jean-Jacques Wamutombo, conocido en el mundo entero como Dikembe Mutombo, será recordado en la pista como uno de los mejores taponadores de la historia de la NBA, una referencia interior en las seis franquicias que estuvo y por su gesto con el dedo, negando al rival los dos puntos. Pero la vida del jugador congoleño va mucho más allá de las pistas y los aros, de los tapones y los premios individuales. Porque muy pocos han sido tan activos en los movimientos sociales. Mutombo fue, hasta que el cáncer cerebral se lo permitió, una persona que vivió por y para ayudar a los más necesitados. Referente dentro y fuera de los pabellones.
En el parqué se va como uno de los mejores defensores de siempre, talento generacional para marcar la diferencia a la hora de proteger el aro. Tres veces lideró la liga en tapones por partido y cinco en tapones totales, además de llevarse cuatro veces el premio al mejor defensor, récord junto a Ben Wallace y Rudy Gobert. Fue en Denver, donde debutó en la NBA, y en Atlanta, su segunda franquicia, donde se vio la mejor versión de Mutombo capaz de promediar fácilmente dobles-dobles, con 12.4 puntos y 12.4 rebotes en sus primeros diez años en la NBA, a la que llegó con 25 años tras cuatro temporadas en Georgetown, donde aprovechó para trabajar de becario en el Congreso de los Estados Unidos o el Banco Mundial.
All Star en su primera temporada, Mutombo se convirtió muy rápido en uno de los jugadores más populares de la liga cuando adoptó su movimiento más famoso, el "no-no". Tras taponar al rival, con el índice bien alto y mirando fijamente al jugador, movía de un lado al otro el índice en señal de negación. Un gesto que la NBA le intentó prohibir. "Me estáis quitando mi seña de identidad" argumentaba Mutombo con su voz grave ante Rod Thorn y David Stern, vicepresidente de violencia y comisionado de la NBA, respectivamente. El jugador y los dos dirigentes acordaron que Mutombo podía seguir con su gesto siempre que fuera apuntando a la grada y no hacia la víctima de su tapón o el banquillo rival, algo que le conllevaría una técnica.
Con el paso del tiempo, los árbitros se fueron saltando la regla y permitiendo a Mutombo, que jugó hasta los 42 años, dirigirse al equipo rival. Fue una lesión, en el segundo partido de la primera ronda entre Portland y sus Rockets lo que acabó con su carrera, tras romperse el tendón del cuádriceps en su rodilla izquierda y tener que pasar por quirófano. Lo dejaba con 1196 partidos y otros 101 en playoffs, incluyendo las finales de 2001. Aquel año, junto a Allen Iverson y los Philadelphia 76ers, fue cuando Dikembe estuvo más cerca de alcanzar la gloria eterna como jugador de baloncesto, pero Shaquille O'Neal y los Lakers lo evitaron. Fue, también, su última serie promediando doble-doble con ya 34 años de edad.
Le quedaba cuerda. Pasó por New Jersey primero, los Knicks en 2004 y cerró su carrera en los Rockets, donde jugó cinco años, pero lejos de su mejor versión. De aquel jugador capaz de ser nombrado ocho veces All Star, All NBA otras tres o de dominar la defensa como muy pocos. Seis veces estuvo en los mejores quintetos defensivos, aunque todos los galardones llegaron entre Denver, Atlanta y Philadelphia. Porque el baloncesto era una de sus grandes pasiones desde que vio por primera vez a Hakeem Olajuwon triunfar en los periódicos de la embajada americana, por donde paseaba cada mañana rumbo al instituto. De pequeño, Dikembe quería ser médico, pero fue John Thompson, entrenador en Georgetown, quien le convenció de probar el baloncesto.
En Washington conoció a Pat Ewing, otro emigrante que triunfó en Georgetown unos años antes que Mutombo, y que se convirtió en su mentor, amigo y hermano. "No estaría aquí si no fuera por él" decía el congoleño sobre Ewing. No llegaron a compartir equipo, ni en el campus, ni en New York con Ewing retirándose en 2000 y Mutombo llegando en 2003 a la Gran Manzana, pero sí los veranos entrenando. Y le ayudó con su inglés, hasta el punto de que Mutombo no sabía prácticamente comunicarse en el idioma. A los 58 años, Dikembe hablaba además de inglés y francés, español, portugués y cinco idiomas de la región central de África. Y es que si el baloncesto era su pasión, África era su gran amor.
Un héroe fuera de la pista
En 1997 creó la fundación Dikembe Mutombo, iniciando un trabajo de décadas para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la República Democrática del Congo, país donde nació en 1960. Y usó el baloncesto y el dinero que ganó jugando para ello. Ha sido un habitual en el programa Basketball Without Borders de la NBA, paseando las virtudes de la NBA por África, y usando el deporte para invertir en la vida de los más jóvenes.
Por su labor social ganó el premio J. Walter Kennedy Citizenship dos veces, el único jugador en la historia en repetir galardón, ha trabajado durante años con el programa Olimpiadas Especiales como embajador y miembro de la junta, y fue invitado a la reunión de George W. Bush del estado de la unión en 2007, donde el presidente se refirió a él como "hijo del Congo". Ha recibido premios por trabajar para reducir el impacto de la polio en África, SIDA en el Congo y recibió doctorados honoríficos de Georgetown (2010) y Haverford (2011). Aunque su mayor logro fue el Hospital Biamba Marie Mutombo, en honor a su madre.
Empezó el plan de construir un recinto con 300 camas en 1997, aunque la construcción no se pudo iniciar hasta 2004. Tuvo problemas para recibir donaciones primero y casi pierde el terreno ante la presión del gobierno. Finalmente, tras donar de su bolsillo casi $20 millones, el 2 de septiembre de 2006 Kinshasa abría un hospital moderno para los más de 17 millones de habitantes de la capital. Años más tarde, en 2021, creó una empresa de café en el Congo con su nombre cuyo objetivo era involucrar a las mujeres en los negocios. "Ellas hacen casi todo el trabajo, pero no ven dinero, y quiero cambiar eso" aseguraba. Un año después, en octubre de 2022, anunciaba que tenía un tumor cerebral, algo que ha acabado con su vida.
Tuvo malos momentos también. En 2006, en un partido de pretemporada en Orlando, un aficionado local profirió insultos racistas al jugador, al que llamó simio o "cara de mono". El jugador, que respondió en pista con gestos hasta que expulsaron al aficionado, avisó que la próxima vez que sucediese entraría en acción. "Iré directo a las gradas la próxima vez" dijo. El aficionado envió una carta pidiendo perdón al jugador, algo que Mutombo hizo, pero no evitó la expulsión por parte de la NBA de las pistas, prohibiendo la entrada en cualquier pabellón. Lo que lo evitará ver colgadas las camisetas de Mutombo con el 55 en el techo de Denver y Atlanta, las dos franquicias que retiraron su dorsal. También forma parte del Salón de la Fama desde 2015. Y desde hoy en pasado, eterno Dikembe Mutombo.