Baloncesto, vida y emociones: el camino de Erika de Souza
El mundo del baloncesto se rinde estos días a la legendaria pívot. La brasileña cuelga las botas tras más de dos décadas de éxitos y títulos.

Dicen que el baloncesto es un reflejo de la vida. Que todo lo que pasa fuera de las canchas, en otros ámbitos de nuestra existencia, se puede trasladar al mundo de la pelota naranja. No es casualidad que se utilice como vehículo formativo. La generosidad en un colectivo, la pasión al realizar una actividad, el compromiso con un grupo. Todo se puede aprender en la cancha. Incluso nos puede ayudar a comprender a la naturaleza. Las carreras disponen de un inicio, un desarrollo y un final. Nada ni nadie se libra. Tampoco Érika De Souza, aunque parezca haber desafiado todas las reglas.
Al mismo tiempo que la legendaria pívot brasileña daba sus últimas zancadas, chocaba ante esos inmensos cuerpos rivales y levantaba su puño como miles de veces había hecho antes, Stephanie Soares sonreía ilusionada ante las cámaras del profesionalismo por primera vez. Ni el mejor guionista hubiera imaginado semejante timing. La primera, con mil batallas a su espalda, se preparaba para despedirse. La segunda, repleta de fe y emoción, se asomaba a la élite. Estábamos asistiendo al mismísimo ciclo de la vida en directo. Brasil, más de dos décadas después, se preparaba para lo inevitable. El relevo generacional.
ERIKA DE SOUZA 👑🙌
— Gigantes del Basket (@GIGANTESbasket) April 15, 2023
Fin a una trayectoria legendaria.
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Este proceso, tantas veces vivido, es irremediable. Lo mismo que esta semana vivía Soares, lo había experimentado la propia Érika De Souza a principios del Siglo XXI. Con su particular guion, pero de forma muy similar. La imponente pívot que hoy es respetada por todos poco tiene que ver con aquella joven de 20 años que aterrizó en Barcelona. Era muy alta, sí, pero delgada. Sin una sola marca de tinta en su piel y con experiencia mínima a este lado del charco. Al otro, su título con Vasco da Gama, dominio en la pintura y formación en las categorías inferiores de Brasil no eran malos argumentos para creer en aquella pívot con proyección y nulo conocimiento del idioma.
A partir de su llegada al Universitari de Barcelona, muchos fueron los que imaginaron hasta dónde podría llegar la sudamericana. No obstante, pocos ajustaron con precisión sus cálculos. Era imposible. Tras pasar por Mangueira, BCN de Osasc, Vasco da Gama, Sao Paulo, Unimed y Mizo Pecs, Erika encontró estabilidad en la Ciudad Dondal. Llegaba de ser campeona WNBA, a pesar de jugar tan solo unos pocos segundos, y allí comenzó a construir su legado en el Viejo Continente, al mismo tiempo que su compatriota y amigo Ronaldinho revolucionaba todo. Barcelona latía al ritmo de la dupla brasileña.
Entre 2003 y 2023, con varias despedidas y bienvenidas por el camino, Erika De Souza elevó sus registros hasta convertirse en la máxima reboteadora y taponadora de la Liga Femenina, se coló en el TOP-5 de anotación y se cansó de levantar tanto títulos de Liga Femenina (8) como de Copa de la Reina (8). Ganó la WNBA con Atlanta, la Euroliga con Halcón Avenida, participó en tres Juegos Olímpicos (Atenas 2004, Londres 2012 y Río 2016) y por el camino también vistió los colores de Ros Casares, Atlanta Dream, Chicago Sky, San Antonio Silver Stars, Sport Recife, Castors Braine, Adana, IDK Euskotren, Sampaio y Hozono Global Jairis.
Campeona de la WNBA, campeona de la Euroliga y campeona, varias veces además, de absolutamente todo en España. Hoy, a sus 40 años, asciende con @CBJairis a #LFEndesa siendo la MVP. Misma ilusión que el primer día.
— Luis Vallejo (@Lvallejocolom) May 1, 2022
Histórica Erika de Souza. pic.twitter.com/NIdPjSSbQ8
En Alcantarilla, la pequeña localidad murciana, aterrizó la pasada temporada. El objetivo era bien distinto a lo que había vivido anteriormente en España. Respetada por todas y con una trayectoria bien extensa, no se le cayeron los anillos por disputar la Liga Femenina Challenge. Se lo tomó como un reto personal. Conseguir el ascenso se había convertido en uno de sus últimos propósitos como profesional. Pocos meses después, Murcia estaba celebrándolo. "No cambio mis 40 años por mis 20, aunque sienta que tengo 20", afirmaba entre risas. Siempre fue mujer de palabra.
De nuevo en la Liga Femenina Endesa, todo estaba preparado para su adiós. Si uno no es de donde nace, sino de donde quiere morir, a nivel deportivo para Erika ese lugar era Salamanca. Por eso, que su última campaña con Jairis tuviera programado un último baile en el hogar de Perfumerías Avenida era cerrar un círculo. Ese que ha marcado una de las trayectorias más grandes jamás vistas en España.
📹 #LFEndesa: El caprichoso destino ha querido que el adiós a @erikasouza14 llegara en el que fuera su hogar... 😢
— CompeticionesFEB (@CompeticionFEB) April 15, 2023
🟡 Emotiva despedida de la familia del @CBAvenida en su despedida con el @CBJairis 👏
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Lo deja una luchadora y temperamental pívot que se atrevió a salir de casa siendo muy joven para ofrecer a sus padres una vida mejor. Erika dejó atrás un hogar en el que su madre limpiaba hogares y su padre ejercía como electricista. Un cuarto de siglo después, está de vuelta como de las interiores más brillantes que Europa ha visto con sus propios ojos. Lista y satisfecha, agradecida por lo vivido, complacida por lo logrado. Feliz por haber podido mejorar la vida de los de su alrededor. Porque no sólo sus vitrinas lucen llenas, también su corazón. Y ese testigo que tomó de Helen Luz ya está en manos de Stephanie Soares. El ciclo de la vida.