Tryggvi Hlinason, el pastor que cambió las ovejas por la pelota de baloncesto
El pívot de Surne Bilbao Basket tiene su granja en un remoto lugar de Islandia. Junto al exjugador Rafa Martínez, cuenta su historia en un documental de la ACB.

Cuando uno piensa en las vacaciones de un jugador de baloncesto profesional, seguramente se imagine viajes, playa, piscinas infinitas y, en definitiva, paraísos o lugares idílicos donde predomine el buen tiempo. Sin embargo, en el caso de Tryggvi Hlinason (Akureyri, Islandia, 1997) es totalmente distinto. Como también lo fue el inicio de su carrera. Y es que mientras que, por lo general, la mayoría de niños suelen empezar a jugar al baloncesto con unos ocho años, en su caso fue a los 16. ¿El motivo? Precisamente lo que hace que cada verano tenga unas vacaciones diferentes a las de los demás: su granja. Porque el pívot de Bilbao Basket, además de jugador profesional de baloncesto, es... ¡pastor de ovejas en Islandia!
"Mis compañeros estarán en la playa y yo aquí, trabajando 12 o 13 horas, pero a mí me encanta", reconoce Hlinason en un documental producido por la ACB, estrenado este jueves (puede verse en los canales oficiales de la ACB) y que muestra la historia de Hlinason a través de una promesa: la que el exjugador Rafa Martínez le hizo cuando ambos coincidieron en Valencia Basket. Pues fue precisamente el club taronja el que en el año 2017, cuando Hlinanson apenas había cumplido los 20 años (y llevaba jugando tan sólo cuatro años), apostó por él. Una decisión que le hizo alejarse de lo que era su vida. O lo que es lo mismo, su granja.
Hasta entonces él jugaba en el equipo de su ciudad, el Akureyri, aunque lo cierto es que este estaba alejado de su casa. Más que nada porque, como confesó Rafa Martínez, que al volante de una caravana se lanzó a la aventura de visitarle el pasado verano, "al fondo de un largo camino en carretera, uno se encuentra una casa... La única de hecho". Y esa es la del pívot.

"Cuando era joven mi vida era la granja. Iba a la escuela que era a una hora en coche y luego volvía, dejaba la mochila en el suelo, me cambiaba de ropa y salía fuera y estaba fuera todo el día. No era como los niños que empiezan de pequeños a jugar al baloncesto", confiesa Hlinason. Y es que lo suyo, como lo del resto de su familia, era trabajar en la granja con sus ovejas.
Por eso, cuando a los 16 años empezó en esto de la pelota naranja, siguió ayudando en el que era el trabajo (y sustento) familiar. De hecho, incluso se formó como electricista para así echar un cable, nunca mejor dicho, en la granja. Y es que, como él mismo explica, en su casa la electricidad no está conectada al sistema estatal islandés, sino que tiene un sistema hidráulico que, con el agua del río, la genera. "Aquí Endesa no llega", bromaba junto a Rafa Martínez.
Eso sí, pese a ello, lo cierto es que cuando en 2017 Valencia Basket llamó a su puerta, ni él ni su familia dudaron en que aceptase... pese a que su trabajo era necesario en la granja. "Era muy necesario en el día a día de la granja, pero fue como: ¿te vas a dónde? A Europa, a España. ¿Cuándo? En un mes. Ah, pues vale", confiesa entre risas.
Eso sí, en sus vacaciones sigue haciendo eso que, más allá del baloncesto, tanto le apasiona: ser pastor de ovejas en Islandia, como comprobó Rafa Martínez en primera persona. Porque junto a su casa, está la granja, donde tienen organizadas todas las ovejas, tienen a Saesar, el perro pastor, e incluso tienen cuatro caballos. Una vida islandesa totalmente rural a la que se dedica la familia al completo y que para él lo es todo.