OPINIÓN

Jugadores alegres para el 'Blue Monday'

Stephen Curry celebra una canasta en su regreso tras su lesión./AFP
Stephen Curry celebra una canasta en su regreso tras su lesión. AFP

Si este tercer lunes de enero es un día de reafirmación de la expiación por los excesos gastronómicos, carnales (también de marisco) y hábitos nocturnos de diciembre o incluso de todo el último trimestre. Si pese a que no sea autónomo (y esto se agrave la semana que viene con la declaración del IVA) y siente que no va a haber un motivo de placer en todo el día. Por favor, piense en cómo afrontan o afrontaron estos jugadores su relación con la vida y con el baloncesto, lo cual es lo mismo:

Magic Johnson

Nos hizo creer que daba los pases sin mirar pero lo estaba viendo y pegaba el golpe de cuello en el momento de la ejecución. Nos encantó. Y no éramos serpientes. Nos sigue encantando la memoria de su juego y de su sonrisa. No entendemos que no esté en la conversación como mejor jugador de la historia. Él cambió la meteorología de una liga gris de grandes saltadores y sucios camorristas por el brillo de la carrera colectiva hacia la canasta. Y al llegar al Hotel, hacia el exceso.

Ricky Rubio

Desde los 14 hasta los veintipico no supo más que sonreír. Volviendo de nuevo de los infiernos fisioterapéuticos, nos sigue ofreciendo una serenidad admirable. Pasar de niño prodigio y de repente sentir los empujones de la vida suele llevarte a lugares más oscuros. Ahora es un adulto, padre de familia y jugador de basket al que todo el mundo quiere que le vaya bien. Y además es de los que te lo crees cuando pasa al terreno de hablar de valores y enseñanzas para los demás.

Stephen Curry

¿Cómo se puede haber influido tanto en el baloncesto, haber ganado tantos títulos, haber metido tantos triples y no haber puesto casi nunca una cara de sufrimiento extremo? No son los 'Deep Threes' que anota sino la economía gestual y energía que usa. La necesaria. Bailaba después de triples consecutivos desde las esquinas largas, mucho antes de que debutara Vinicius Jr y mucho más cerca de la grada rival.

Sergio Rodríguez

Una forma isleña de entender la relación con la pelota. Una forma de alimentar compañeros aéreos. Una carrera a la cual algunos le señalan la libertad de elegir el destino con más razones que no solamente las agonísticamente competitivas. Extraño verle inmerso en discusiones, protestas o malos rollos. En Milán quizás tuvo que hacerlo más por ser el líder designado por Messina. El Chacho es un ismo, una filosofía que él mismo no llega a definirla, solo la siente y practica. No es tan sencillo ser un jugador alegre y sonreír en el entorno FIBA. Y además tener currículum ganador.

Tim Duncan y Dirk Nowitzki

Más allá de su realidad de leyendas del nuevo milenio, su condición de personas con el suficiente humor como para no haberse tomado demasiado en serio durante su carrera. Algo que si que tenían que hacer sus rivales. Muy conscientes de su declive, fueron leales a sus colores por encima de negar evidencias. Y siempre hubo un chiste, una broma, un mate justito con piernas a las que les quedaban pocos saltos en sus rodillas.

Raül Lopez

Solo piensas en lo que no tienes que pensar de su carrera. Lo que inventaba y lo que sigue inventando para que otros progresen es lo más relevante cuando hablamos de este jugador absolutamente incalificable cuando se ponía a sentir el juego. Hizo tantas cosas que no habíamos visto nunca que aún está por estudiar su modelo técnico. Raül es una sonrisa en el fondo del brillo de sus ojos.

Nicolas Laprovittola

Tranquilo, relajado, sonriente. En el dos (más) o en el uno. En Lituania (menos) o en Barcelona y Badalona (más). Más probable verle en el puesto de un mercadillo ayudando a su chica a vender sus dibujos que en un chaletaco a las afueras. Sus triples suben suaves, bajan hechos anotación. Poca dinamita, mucha técnica. Solo le enfadó que no supieran quién tiraba el penalti decisivo. Lo cual, también, nos hizo reír.