BALONCESTO

Bogdan Tanjevic y la pareja que no pudo entrenar en sus mágicos tiempos del Caserta: "Con Óscar Schmidt, habría formado el mejor dúo de siempre"

Uno de los mejores entrenadores europeos de la historia del baloncesto se confiesa en Relevo.

Tanjevic. /GETTY
Tanjevic. GETTY
Julio Ocampo

Julio Ocampo

Estamos, probablemente, ante uno de los mejores entrenadores europeos de la historia. Lo sabe bien Bogdan Tanjevic, quien nació en Montenegro en 1947. Tras un discreto paso como jugador, rápidamente se erigió en gurú de los banquillos gracias a intuiciones que después resultaron profecías divinas. Realidades mayestáticas. Por ejemplo, la de hacer debutar a Dejan Bodiroga y Mirza Delibasic. Dos monstruos sacros del firmamento basket. Dos centinelas de oro.

Boscia, además, ganó la Euroliga con el increíble K.K. Bosna, justo antes de construir una catedral en la Juve Caserta, donde coincidió con Óscar Schmidt Becerra. Mostró su jerarquía, su virtuosismo y sapienza también en Olimpia Milano y Pallacanestro Trieste, entre otros.

Sí, efectivamente su vida deportiva carece de inicio y final, mientras que el legado de este coach es eterno. Jugó y perdió casi de forma serial la final de Copa Korac con varios equipos, resultados que no le restaron un mínimo de mácula al tremendo repertorio de un profesor de hierro que dirigió hasta cuatro selecciones (Italia, Turquía, Montenegro y Jugoslavia) en su dilatada carrera.

De todo eso habla con Relevo por teléfono desde su querida Trieste, donde vive desde hace ya varios años. Su soberbia es poética, y nace de alguien que ha terminado por fundir, para seguir adelante, la luz con las tinieblas. Solo así tiene sentido la miserable existencia.

Sé que prefiere comenzar por su epifanía internacional. Sí, cuando con el Bosna Sarajevo logró en Grenoble (1979) la Euroliga. Enfrente, la todopoderosa Emerson Varese, que disputaba la décima final consecutiva de Copa de Europa. Lo sé, pero centrémonos antes en el Europeo'99, que lo recuerdo perfectamente. Usted era el seleccionador italiano, y España el rival en la final. Venían de doblegar a la Yugoslavia de Divac, Bodiroga, Danilovic… La Azzurra, desde entonces, no ha vuelto a ganar nada.

En 1974, con Yugoslavia ya nos enfrentamos a España, pero Juniors (sub'18). Oro Europeo. Su selección estaba dirigida por Aíto García Reneses. Les ganamos con mucha suerte en la prórroga. Esto para decirte que ahí ya hice algo que repetí veinticinco años después.

¿El qué?

Normalmente, suelo operar realizando entrenamientos intensos, por la mañana, incluso los días de partido. Respecto a estas dos veces… La primera vez ganamos a Italia en semis, mientras que ellos venían de hacer lo propio contra la Unión Soviética. Engañé a mis jugadores, y en lugar de hacer una intensa preparación les dejé libres. No les puse hora para levantarse ni reunión final antes del choque. Nada. Ni en 1974 ni en 1999, donde de nuevo minimizamos a España en una final inesperada. Antes de salir les dije: "Salid a jugar y barredles".

España anotó solo 56 puntos. Alberto Herreros, diez. Enorme Italia con Fucka, Meneghin (hijo), Myers, Basile…

Contra Yugoslavia (semifinales) jugamos de forma magnífica. En algunas fases del encuentro logramos hasta 19 puntos de ventaja… Ellos, sí, con probablemente el mejor combinado de todos los tiempos. Ya -contra España- no tenía miedo. Habíamos estudiado muy bien cómo defender a Herreros, su mejor jugador. Un doble marcaje con Abbio y Myers, defensores magníficos que bloqueaban muy bien. España, a falta de cinco minutos para el final, llevaba tan solo 38 puntos. Después, sí, comenzaron a jugar en zona, pero así no se recuperan veinte puntos. Les dejé, dejé a mi querido amigo Lolo Sainz. Los últimos minutos esperamos que pasara el tiempo.

¿Qué le dijo Lolo?

No me acuerdo. No hicimos estas americanadas de abrazarnos y elogiarnos antes que terminara el partido. No. De todas formas, ya le conocía porque negociamos ambos el traspaso de Mirza Delibasic al Real Madrid en 1981. Éramos amigos de alguna manera, sin duda.

¿El fichaje dónde se cerró?

En la casa del jugador, en Sarajevo. Entonces los entrenadores mandábamos mucho. Nada de general manager ni esas cosas. Una entidad fuerte debe tener un entrenador así. Hoy parecemos empleados de los representantes de nuestros propios jugadores. Esta es la posición actual de los técnicos, sí, en lugar de ser sus propios agentes… No digo esto por querer ganar dinero en comisiones ni nada por el estilo. No. Lo digo para poder protegerles de ciertas cosas.

Ahora sí podemos retomar el Bosna Sarajevo, con estrellas del calibre de Delibasic y Varajic. Primer equipo yugoslavo en ganar una Copa de Europa. El talento balcánico después prosiguió con la Cibona de Petrovic, la Jugoplastika de Kukok y Radja o el Partizan de Djordjevic y Danilovic. Ustedes abrieron la veda.

Éramos maniáticos del trabajo. Comenzamos en Segunda. Lo que hicimos después fue un milagro que me envenenó. ¿Por qué? Siempre soñé con encontrar otra escuadra como la Bosna, pero no pudo ser. Estuve cerca con el Caserta.

Usted, con su credo, llegó a Italia para comenzar a predicarlo. En el sur, cogió al equipo campano en A2 y lo llevó al olimpo. Eso sí, el mítico scudetto tuvo la firma de Franco Marcelletti.

Cuatro años estupendos. Un gran sprint, pero lo dejé a medio terminar. Teníamos un equipo fuerte, aguerrido en defensa, muy curtido… Y Óscar Schmidt, un anotador enorme, serial. Mi trabajo era equilibrar todo. Éranos un bloque extraordinario. Tuvimos mala suerte, pues nada más fichar por nosotros Mirza sufrió el ictus. Tuvo que abandonar la competición.

Sí, era el verano del 83. Acababa de subir a A1. Era el elegido para sustituir a Zoran Slavnic. Delibasic ya había dejado de beber y fumar, pero la hemorragia le obligó a retirarse. Tenía 39 años.

Creo que habría funcionado muy bien con Óscar, porque Mirza era muy altruista. Además, no tenía necesidad de ser reconocido ni de anotar para incidir en los partidos. Habría sido la mejor pareja de todos los tiempos.

Volveremos aquí. Usted, ¿cuándo conoció a Bodiroga?

Lo vi por vez primera al inicio de la guerra en Yugoslavia. Fui a Croacia a verle en un partido amistoso disputado con el Zara. Ya le equiparaban, salvando las distancias, con Magic Johnson. Quería comprobar si era verdad. Sí, lo era. Después, estalló el conflicto. Al no poder permanecer allí, su mentor Cosic me sugirió que me lo llevara. Me lo traje a Trieste retando a todo el mundo. Era un chico de 18 años en un periodo en que sólo podía haber dos extranjeros. Así comenzó su historia. Era un grande. Hasta que llegó Gentile del Caserta, con Dejan jugábamos siempre en la posición de play. Un fuera de seria en la dirección. Sí, tenía cosas de Magic. Con él volábamos. Aún me arrepiento cuando le hice cambiar de posición.

Delibasic falleció en 2001. Cuénteme alguna anécdota con este súper jugador.

Llegó al Bosna en el 72. Tenía 18 años. Le tuve siempre conmigo hasta que se retiró. Sí, porque incluso en su paréntesis con el Madrid (1981-83) le dirigí con la selección yugoslava. Jugador soberbio y generoso; gran hombre. Un talento increíble al servicio del grupo. Anotaba solo cuando era necesario para ganar. Porque… Si lo hacíamos bien y él marcaba solo siete puntos, estaba más contento aún. Dirigía el juego aún no siendo el playmaker. Mágico.

De él se decía de todo. Se hablaba de una vida… Bueno, usted lo sabe. Era un genio. Oros olímpicos, mundiales, europeos. Con el Madrid ganó el campeonato y la Intercontinental.

Podría decir que él comenzó con esta vida que dices en Madrid, una ciudad fascinante. La gente cena y sale todos los días a las doce de la noche. Nosotros cenábamos a las siete de la tarde. Luego, a dormir. Hay diferencia. Allí se dormía poco; aquí (en Jugoslavia entonces) yo siempre ponía dos entrenamientos al día: mañana y tarde. En Madrid, según decía mi amigo Sainz, sólo una vez al día. Eran dos mundos.

Madrid distrae.

Sí, ofrece cosas preciosas. Conmigo jamás fumó. Te lo puedo garantizar, aunque sabía que lo hacía. Luego, tras el ictus, no sé qué siguió haciendo con su tiempo libre. Era un tipo generoso, inteligente, un caballero. Había mucha gente que le quería y se encontraban bien a su lado. Además, era muy gracioso… No sé, se dejó llevar.

¿El coach del Madrid qué le decía?

Cuando firmó por ellos dejamos de hablar. La última vez fue la que te dije, cuando Lolo se presentó en Sarajevo para ficharlo. Él ya lo quería fichar desde 1972, cuando le vio en el campeonato europeo Juniors. Negociamos el contrato. Las cifras y todo. Se hizo como dije yo. Tres años de contrato por cien mil dólares cada temporada. Sí, en aquellos tiempos era mucho. El Madrid no lo había hecho nunca antes. Hizo un primer año magnífico.

Ya lo creo. Está entre los más grandes de allí, junto a Sabonis, Brabender, Fernando Martín o Petrovic. Un gran recuerdo. ¿Después qué pasó?

Bajó algo de nivel. No cumplió su último año, y decidió venir conmigo a Caserta renunciando a mucho dinero. Aceptó un contrato de 70.000 dólares, los mismos que Óscar. Creo que me echaba de menos, pero también la metodología de entrenamientos… Sí, dos al día. Lo vi descontento. Ya durante la temporada me decía que no estaba bien. Me confesó que algunos periodistas trataban de provocarle para hablar mal de Lolo Sainz. La gente le amaba. Él, lo único que decía es que echaba de menos el juego. Creía que podía dar más. Fue entonces cuando le llamé para sacarlo de allí. Dejar el Madrid por el Caserta… Eso te hace comprender cómo era. Un tipo excepcional. Muy humilde.

Usted, con su enorme carisma y personalidad, decidía todo siempre.

Sí, exacto. Por ejemplo, el equipo con el que más presupuesto conté para fichar en mi vida fue el Fenerbahçe. Diez millones, pero tenía seis jugadores de veinte años. Dos extranjeros, además, con la misma edad. Normalmente, jamás me gustó entrenar a jugadores veteranos que cobraran enormemente… Tipo, dos millones de eros con 35 años… El motivo es que saben de no valerlos, y después comienzan a buscar excusas. Eso conmigo no vale. Los contratos tienen que, de alguna manera, crear un equilibrio entre entidad y jugadores.

¿Es verdad que Delibasic tenía poder decisional en el Madrid? Se habló que apretó para traer a Drazen Dalipagic, quien por cierto falleció hace pocos meses.

Dalipagic era uno de los mejores de Europa. Si hubiera sido así me parecería hasta normal. Entonces sólo se podía tener un extranjero, pero él aceptó ser segundo. ¿Sabes? Dalipagic tenía un nivel similar, si no superior. Dalipagic aceptó solo jugar la Copa porque era el Madrid. Era uno de 30 puntos por partido. Una máquina, incluso con 36 años. Enorme jugador de baloncesto.

Estas pérdidas, usted… ¿cómo hace para metabolizarlas?

Eran mi familia. Fieles colaboradores. Una tragedia. Eran amigos, compañeros, eran todo. Les enseñé disciplina y cultura por el trabajo. Muy respetuosos todos, primero entre ellos. Yo mis partidos siempre los jugué con diez en lugar de siete jugadores. Parece una obviedad, pero así todos se sentían partícipes. Amor, química, alquimia. No hay estrellas; hay amor y respeto. Basta. Las estrellas no me importan un pimiento. Esto es hermandad.

El Madrid siempre tuvo un cierto magnetismo con Jugoslavia. Miroslav Vorgic, Miljanic, Boskov… Todos estos técnicos pasaron por la Casa Blanca, y en varias disciplinas. Me olvido de muchos.

Todos amigos míos.

¿A usted le tantearon?

Puedo decir que me habría gustado haber trabajado en ese país. Siempre tuve contratos largos allí donde fui. Buscaba, más bien, relaciones familiares, pero siento no haber dirigido en España. Me gusta el lugar y su baloncesto.

Última pregunta. Luka Doncic.

Tengo miedo que no sea el mejor jugador de todos los tiempos. Se cuida poco, pienso. Se ha dejado un poco ir. Le falta la dimensión de Petrovic, quizás la persona que -aun siendo estrella- más se cuidaba. Algo increíble. Entrenamiento, dedicación… Sí, Doncic tuvo la suerte de crecer en el Madrid, con una cantera enorme. La diferencia del Madrid es esto: Sergio Lull, él… Crecidos en casa todos. Esto es siempre un toque mágico que marca diferencias respecto otras realidades.

¿Ve la NBA -liga regular- con pasión?

No con la misma que la Euroliga. Es obvio. En los últimos años también hubo partidos interesantes, incluso en la regular season. La atmósfera de Europa es mágica. Me gusta su drama, la posibilidad de subir, de bajar, de quedar eliminada o no… Esa adrenalina, esa vida.

¿Cuáles son para usted los tres mejores equipos europeos de todos los tiempos?

El Varese que disputó la final de la Euroliga diez años seguidos, el Madrid en muchos periodos y la Jugoplastika, siempre con jugadores de casa. ¿Sabes? Es que me gustaron los equipos con identidad, con pocos extranjeros. Máximo dos… No seis o siete como ahora. El Real Madrid, sí, entidad grande y prepotente... Siempre tuvo esta política. Jugadores de casa. Una política imbatible que siempre le hace grande.