'La Moto' enamora al mundo: "Los españoles deberíais estar orgullosos de Mariano"
Relevo se sumerge en el fascinante universo del atleta de Cuevas de Reyllo, el hombre que ha cambiado la historia del 800 patrio.

El perro de los vecinos al que le debemos todo murió hace dos años en pandemia. A los ojos de Mariano García García (Cuevas de Reyllo, 1997) era un dragón, pero su hermano Antonio pone los puntos sobre las íes: "¡Si era una especie de caniche!". Sea como fuere, el can le motivó a correr cada día más rápido, hastiado de improvisar refugios en las alturas y de enviar al bueno de Antonio de liebre en bicicleta, a modo de explorador, para alertarle de su presencia.
Hoy es fácil rendirse ante el doble campeón mundial y continental de 800 metros, en pista cubierta y aire libre respectivamente, hazañas conseguidas en marzo y agosto de 2022, el auténtico año Mariano. Pero si su talla hubiese sido otra, seguiría jugando al baloncesto, deporte en el que empezó, porque le encantaba meter triples. Y si hubiese descubierto la bicicleta primero, hoy estaría en el pelotón junto a su amigo Antonio Soto, ciclista de Euskaltel, natural de Alcantarilla. Pero apareció el cross y quedó segundo a la primera, y el atletismo sedujo a un chico que compite como vive, sin complejos.
Donde la mayoría ve en keniatas y etíopes molinos de viento, él solo ve personas. Por ello es capaz de vencer a mediofondistas de registros estratosféricos. "Yo soy de medallas, que es el recuerdo que veo en mi casa, las centésimas se me olvidan", dice. Bien lo sabe Jake Wightman, el actual referente del medio fondo británico, el hombre que derrotó en el Mundial al genio Jakob Ingebrigtsen en 1.500, pero que sucumbió en el 800 del Europeo de Múnich ante el cuevero. "Todos los españoles deberíais estar orgullosos de Mariano y lo que está consiguiendo", comenta el inglés a Relevo. Unos éxitos logrados a las órdenes de otro joven fuera de serie, Gabi Lorente, del pueblo vecino de Fuente Álamo, a 7 km de Cuevas de Reyllo.
La felicidad entre sandías y melones
"Gabi es como su otro hermano", apunta su madre 'Leo', de la que Mariano ha heredado el corazón y la sonrisa. Su padre Fernando, que desde hace años saca adelante una nave de crianza de pollos, es el mejor ejemplo de determinación. Juntos han transmitido a sus hijos unos valores sólidos; juntos han recorrido las carreteras de España para ver volar al mediofondista y hacer turismo. Sin embargo, jamás habían salido a una prueba internacional hasta que decidieron plantarse en septiembre en la Diamond League de Bruselas, con Relevo como testigo.
"El atletismo son tres días contados, luego quizá sea profesor de educación física", explica Mariano, que ha compaginado estudios y deporte y vislumbra un futuro en la enseñanza, como su hermana. Eso sí, de los pollos no quiere saber nada. Antonio, especializado en automatización, es el que está llevando ese proyecto familiar al siguiente nivel e introduciendo a su padre en el mundo de los software, para monitorizar los parámetros de la nave en tiempo real.
A Mariano, atleta de intuición y sensaciones, no le hace falta controlar sus valores y registros al dedillo. Ni tampoco ir a diario a Cartagena, donde entrena Gabi Lorente. Tras 12 años juntos, se entienden casi sin mirarse. Él sale a rodar por los caminos que tiene pegados a casa y, cuando quiere hacer sesiones de calidad, acude a la ya célebre pista de tierra triangular de 300 m que lleva su nombre. En las inmediaciones, los sábados se organiza el mercadillo de fruta de su pueblo; y en esa estampa bucólica se curte el único campeón de Europa de 800 m al aire libre de la historia de España.
«Soy tranquilo fuera y un torbellino en la pista»
Juan Antonio García Esparza, su primer entrenador, logró meterle el gusanillo por un deporte en el que ha pasado, ya a las órdenes de Gabi Lorente, por los 3.000 obstáculos y el 1.500 antes de concentrarse en el 800. Y en esa distancia selló "algo grande para la historia del atletismo español, que se va a quedar para siempre". Pero no todo ha sido un camino de rosas, ni mucho menos. Las lesiones le han acompañado en algunas fases de su vida y una inoportuna apendicitis, "tres días antes de jugarse la plaza para Tokio", le dejó sin el sueño olímpico. Él, lejos de recrearse en el infortunio, levanta la moto, cambia de tercio y abre gas siempre con la vista puesta en el horizonte.
¿Cuándo saca la moto Mariano?
El mundo del atletismo lo distingue por esos ruidos de motor y su ya célebre gesto. Así corría de niño y así lo hace ahora. Porque Mariano es Mariano y jamás modifica su comportamiento, esté ante un atleta famoso o un jornalero. Es humildad, puntualidad, simpatía, cercanía y espontaneidad. Es un chico sosegado que aspira a la tranquilidad del hogar en vacaciones, en las antípodas del ruido de las grandes urbes y los lujos superfluos. Cuando se pone un dorsal viene la metamorfosis. Y ahí surge el torbellino, el animal competitivo al que se refiere Wightman y al que el canadiense Marco Arop, otro de sus grandes rivales, le pide que le enseñe a hacer la moto.
No es de extrañar que cuando el 21 de agosto se disponía a participar en la final del Campeonato de Europa en Múnich, su amigo 'El Pulguilla', que regenta un conocido local de pescado frito en Nerja, echase la verja y dejase a la gente esperando en la puerta. Ese día su fiel clientela pasaba a un segundo plano. Era el turno de Mariano. Era el momento del atleta del pueblo.