Verdeliss, la influencer con ocho hijos y ocho maratones ganados: "El estrés y yo tenemos un idilio permanente y hasta nos hemos hecho amigos"
Estefanía Unzu cuenta en Relevo cómo fueron sus inicios en la larga distancia y la manera en la que lo incorpora a su rutina.
Estefanía Unzu (Pamplona, 1985) ya avisa antes de empezar la entrevista. "Aunque tengo ahora la peque dormida, no te extrañes si oyes a otro por ahí". Y es que la influencer Verdeliss es madre de ocho hijos. Además, lleva una empresa de cosméticos y en sus ratos libres corre maratones. En su curriculum también aparece como la primera mujer embarazada que entró a concursar a la casa de Gran Hermano VIP. Ha ganado ya ocho maratones. Tres en su categoría por edad (Doha, Curitiba y San Juan) y otros cinco en la absoluta (Palencia, Helsinki. Hesbaye, Logroño y Bilbao).
Enhorabuena por su reciente triunfo la semana pasada en Bilbao. Vaya racha lleva, ¿no?
Lo de Bilbao fue algo increíble porque me sentí muy arropada durante toda la carrera. Es cierto que tengo una buena racha, sobre todo a nivel personal, porque esto de correr me hace muchísimo bien. Empecé a disputar este tipo de carreras con la idea de disfrutar y de pasarlo bien a base de autoestima y de amor propio. Lo que pasa es que con la constancia vas mejorando marcas y así es imposible no picarse mucho con una misma. Tengo que confesar que me hace mucha ilusión correr un maratón y la verdad es que no busco resultados. Ahora bien, las victorias siempre son un plus.
Se le vio cruzar la meta con una sonrisa de oreja a oreja y nada fatigada.
Es que detrás de cada carrera hay mucho entrenamiento, y para eso es imprescindible tener mucha constancia. Todos los días no tengo ganas de ponerme en la cinta para entrenar. No es nada fácil llevar esta vida porque si eres madre y trabajas apenas sacas tiempo para descansar. El atletismo es estar negociando con el cansancio que llega a tus piernas y ese trabajo que realiza tu mente se puede aplicar a otros ámbitos de la vida diaria. Por eso me engancha tanto, porque al cruzar la línea de meta es como si obtuvieras la mejor versión de ti misma.
Si como al resto de los mortales sus días duran 24 horas, ¿cuándo descansa?
Cuando puedo. Hay días que se me juntan reuniones con profesores del colegio, con visitas al pediatra y con el trabajo de influencer. Reconozco que no tengo una vida ordenada con un horario de oficina de ocho de la mañana a tres de la tarde porque muchas veces tengo que empalmar con otras actividades, como grabar videos, editarlos y contestar mails. Además, está mi trabajo en una empresa de cosmética. Lo que hago es quitarme muchas horas de sueño de lunes a viernes y el fin de semana aprovecho para recargar pilas y dormir un poco más.
Y entonces, ¿cuándo corre?
Pues antes de que salga el sol o cuando ya se ha puesto. Entre medias es cuando duermo. Reconozco que llevo una vida un tanto irregular, lo que no me permite tener un plan específico de entrenamientos.
¿Por qué le dio por hacer carreras tan largas?
Empecé en esto porque mi marido ya había corrido maratones…
O sea, que ahora la culpa es de su marido.
No, no. Supongo que también fue por un reto personal. Siempre he querido hacer cuatro cosas antes de morirme: escribir un libro, plantar un árbol, tener un hijo y correr un maratón. De niña ya había practicado el atletismo hasta los 18 años, así que durante estos últimos 20 he llevado una vida totalmente sedentaria.
¿Y no le dio mucha pereza volverse a poner unas zapatillas?
Al estar recluidos en casa durante la pandemia empecé a entrenar mucho en la cinta. Cuando pudimos salir a la calle me di cuenta de que estaba físicamente muy bien y me apunté al maratón virtual de París. Lo terminé algo lesionada y, al acabarlo, sentí tal el chute de endorfinas que me dije que eso lo tenía que hacer más veces en mi vida. Así que después de dar a luz a mi última hija me propuse hacer uno al mes.
¿Agota más un maratón que estar con desconocidos en la casa de Gran Hermano con varias cámaras de televisión grabándole día y noche?
Mi estancia allí fue por cumplir otra ilusión, que era la de satisfacer mi curiosidad para saber de primera mano qué se sentía en un reality show. Con todo aquello disfruté mucho pero, cuando salí del programa, volví a mi ecosistema. Fue una experiencia diferente porque quizás no estaba acostumbrada a lidiar con situaciones o personas que se mueven en ese ámbito. De todos modos, se trataba de probar lo que te gusta o lo que te disgusta porque al final todo te lo llevas en tu curriculum vital.
¿Sabe que un maratón equivale a correr 49 encierros de San Fermín en un solo día?
Por la distancia me imagino que sí, aunque nunca he corrido un encierro. Tampoco lo voy a hacer. Me quedo con la parte deportiva de mis maratones. La parte de la fiesta no me encaja.
En ese curriculum vital del que hablaba antes también figura que fue campeona de España de los 100 kilómetros.
Aquello se salió totalmente de mis expectativas. Cuando terminé de correr esos doce maratones me di cuenta de que recuperaba muy bien y de que me encontraba genial. De hecho, si no terminara así, sería insostenible, porque necesito reacoplarme a mi rutina del día a día de no parar.
Vamos, que apenas le costó hacer esos cien kilómetros.
Tampoco es eso. Sufrí a ratitos porque esa distancia supone una exigencia muy diferente a la que estaba acostumbrada y tuve que dosificar bastante. También hay que estar muchísimo más preparada a nivel físico y mental. Lo que sí parece es que aquel día se alinearon los astros y todo salió rodado. Hasta logré la quinta mejor marca de la historia en España en un circuito muy complicado que tenía más de mil metros de desnivel. Fue muy fuerte.
¿Está haciendo ya las maletas para su próximo reto?
Sí, voy a correr el maratón de Nueva York, que va a coincidir con la fiesta de Halloween. Cuando viajo por el mundo procuro hacer mucho turismo porque hay cosas que te pueden enriquecer un montón. El siguiente reto será acudir en abril a Boston, donde ya tengo un dorsal, porque solo entras por tiempos, y así habré concluido las seis majors. (Londres, Berlín, Tokio, Chicago, Nueva York y Boston)
¿Qué lleva en sus viajes dentro de la maleta una influencer con casi un millón y medio de seguidores?
Lo mínimo. Ya puede ser el viaje más largo o más corto, que siempre viajo con equipaje de mano porque tengo pavor a que me pierdan la maleta. Una vez mi médico me preguntó qué llevaba dentro del botiquín de primeros auxilios y me di cuenta de que nunca llevé gasas ni tiritas a las carreras. Ni siquiera un ibuprofeno. Así que voy con lo justo, en plan de andar por casa.
En su perfil de Instagram se define como madre, lifestyle y runner. Lo de madre y runner se entiende fácil, pero ¿qué es eso de lifestyle?
Es compartir en mis redes sociales una parte de mi vida con la gente que me sigue. Por ejemplo, ahora le doy mayor protagonismo a lo de correr y antes, en cambio, lo hacía con lo del programa de televisión o con una parte importante de mi maternidad. Procuro contar a la gente lo bueno que es el running para la salud física o mental, y siento que les inspiro de forma positiva. Lo digo porque es un puntazo cada vez que me escribe una seguidora y me dice que soy su motivación para ponerse a correr. Eso está muy guay.
En Bilbao llevaba el dorsal 10 como si ya le hubieran dado la máxima nota antes de empezar la carrera. ¿Hace alguna cosa mal?
Tengo mogollón de taras. Es verdad que una se tiene que querer y fijarse en sus virtudes, pero tengo muchos defectos. Por ejemplo, corro mucho y, sin embargo, llego tarde a todos los sitios. Eso es porque tengo una vida súper irregular. También soy demasiado impaciente y súper olvidadiza. Es algo horrible. Vivo permanentemente pidiendo a mi marido que me llame al móvil porque nunca sé dónde lo dejo.
¿No está estresada con ese ritmo de vida?
El estrés y yo tenemos un idilio permanente y hasta nos hemos hecho amigos. De hecho, cohabitamos desde hace años. Creo que hasta cierto punto me he vuelto un poco adicta a esa sensación de tener siempre muchas cosas que hacer, de levantarme y pensar que no me da la vida y de estar con mis ocho hijos intentado llegar a todo. Es más, cuando estoy relajada un día de vacaciones es como si me faltara algo.
¡Menuda suerte que todo le vaya tan bien!
En realidad con el estrés también tengo una relación de amor-odio. Hace tres o cuatro años pasé una época un poco más negra por temas personales y que ya tengo superada. Las buenas y malas rachas son algo cíclico que he aprendido a aceptarlo con el tiempo. Ahora mismo estoy surfeando la ola y disfrutando un montón. Ya llegarán tiempos peores.
¿Le da el dinero que consigue en las carreras para la paga a sus hijos?
A mí que me cuenten dónde van esos premios en metálico. Si te soy sincera solo he cobrado en tres: Bombay, Doha y San Juan. Si me preguntas si prefiero un premio en metálico a subir al podium para recibir los aplausos de la gente, me quedo con la segunda opción. Correr es mi hobby, no una forma de ganarme la vida. Al contrario, me he gastado muchísimo dinero corriendo a pesar de que mucha gente piense que voy patrocinada. De eso nada. Todos los viajes, alojamientos y ropa me lo costeo de mi bolsillo.
La media de hijos en España es de 1,16, la segunda menor tasa de natalidad dentro de la UE. ¿Nos estamos volviendo un poco egoístas?
Para nada. Cada uno tiene sus propios objetivos en esta vida. Puede que haya gente que me considere egoísta porque he tenido tantos hijos, pero eso es algo que a mi marido y a mí nos hace felices. A nivel profesional y logístico ahora es complicado tener una familia tan numerosa, y en ese sentido estoy muy agradecida a la vida. Eso no quiere decir que pueda haber gente que se sienta igual feliz sin hijos o soltero.
La última encuesta del CIS revelaba que el 77 por ciento de los españoles aseguraba que se tienen pocos hijos «por falta de medios económicos». ¿Es una privilegiada?
Desde luego que sí. Siempre lo digo. Para sacar adelante una familia con ocho hijos, a los medios económicos añadiría los logísticos. En mi caso tengo un sostén en mi marido que asume la corresponsabilidad de nuestros hijos y también a nuestras familias, que siempre nos echan una mano. Nunca nos hemos sentido solos, y para tener una familia así es muy importante contar con toda esta tribu.
¿Cree que sus hijos se podrán emancipar a los 20 años como los hicieron Vds. con el actual precio de la vivienda?
Eso es algo que tengo que empezar a platearme de cerca porque tengo un hijo con 19 años que ya está en la universidad. No tengo ninguna prisa en que se emancipe. Al contrario. Quiero que lo haga todo pasito a pasito, no como nosotros, que lo hicimos todo un poco desordenado. Es verdad que se ha vuelto imposible que se vayan de casa y, por eso, hay que ir replanteándose algunos cambios. Los precios de la vivienda son inasumibles para los jóvenes. Ya lo eran también hace 20 años, por lo que si quieren emanciparse antes tienen que haber creado un buen colchón económico.