El Tottenham tuvo más ganas y se lleva el título con el premio grande de la Champions

No era Mánchester, no era Londres, era Bilbao. El rojiblanco del Athletic, presente cada dos fines de semana pasaba al rojo del United y al blanco de los Spurs en las calles principales de la ciudad. La sensación, que era una lástima esa semifinal perdida por los de Valverde, que soñaban cada día con esta final que finalmente jugaban United y Tottenham.

Las aficiones lo dieron todo en la previa y también durante el partido. La de los Diablos Rojos, más caliente que la de los Spurs, sobre todo en los primeros minutos. Pero si algo ocurrió en el primer cuarto de hora fue que los dos conjuntos estaban nerviosos, temían más a los errores propios que los aciertos. Las dos defensas temblaban y sus guardametas, también. A balón parado llegaban las situaciones de mayor peligro.

Pero esto no es como empieza si no cómo acaba y la noche terminó con el Tottenham campeón y el United en la lona. Con muchas bajas, pero con más ideas y alma, el equipo de Postecoglou se daba el gusto de ganar un título 17 años después y clasificar a la Champions League. Para los londinenses, Bilbao será lugar de peregrinación durante las próximas décadas mientras el United sigue desmoronándose poco a poco.

En el primer tiempo no había tregua. No tanto en cuanto a las ocasiones, pero sí en cuanto a ritmo de partido. El alemán Felix Zwayer, que estaba en el ojo del huracán, intentaba llevar el partido como si uno de Premier se tratase y la primera amarilla tardó mucho en llegar, concretamente 35 minutos y fue para Diallo.

¿Y quién golpeó primero? Los Spurs. Johnson, uno de los más activos durante el partido, vio muy bien el centro de Saar y se metió entre los centrales y Shaw para molestar. El gol es horrible, pero vale uno, porque no es del futbolista del Tottenham y sí de Shaw con la mano en propia puerta, pero eso le daba lo mismo a los 20 mil aficionados del equipo londinense.

Al descanso celebraban los Spurs. Postecoglou le ganaba la primera partida de ajedrez a un Amorim que estaba totalmente perdido. La apuesta por Richarlison en izquierda junto a Saar le daba mucho a un Tottenham que contó con un Cuti Romero imperial en la defensa a Hojlund. Se le estaba escapando la final al United y estos necesitaban reaccionar.

El United no hizo cambios en el descanso pero sí intentó tener más la pelota. Lo hizo al inicio del primer tiempo pero lo volvió a intentar en el segundo. El Tottenham lo hacía bien porque presionaba siempre que veía debilidades en el conjunto del portugués y eso le creaba un peligro constante al conjunto que iba por debajo en el marcador.

El Tottenham, cada minuto que pasaba, se sentía más cómodo en el partido. Desesperaba al Manchester y todo esto se puede personificar en Richarlison, que hizo un par de robos importantes, se llevó tarjeta, se lesionó y sólo fue capaz de enfriar el partido.

70 minutos tardó Amorim en cambiar. Quitó a Hojlund y Mount para meter a Garnacho y Zirkzee, que en un minuto hizo más que el noruego en el partido. La tuvo Bruno Fernandes de cabeza tras un gran centro, pero el capitán del United que estuvo desaparecido todo el partido no pudo girar bien el cuello para rematar a portería.

La entrada de Garnacho hundió muchísimo al Tottenham. El hispano-argentino encaraba una y otra vez por la izquierda pero era controlado por Pedro Porro en todo momento, que no cometía infracciones. Postecoglou reforzaba la banda derecha para darle apoyo al español y el conjunto londinense seguía defendiéndose como gato panza arriba.

Lo intentó el United hasta el final, pero no fue suficiente. Todos los centros a la olla eran repelidos por un Cuti Romero que se pegaba con todos para sacar el balón como fuese posible y con los once metidos en el área, los Spurs sufrían pero festejaban. El Tottenham estará en la próxima Champions y veremos qué pasa con el United, que sigue en caída libre.