Ni dos actuaciones colosales de LeBron James y Anthony Davis salvan a unos Lakers totalmente deprimidos y en caída libre

Un equipo es un estado de ánimo. Y Los Angeles Lakers representan la impotencia. Impotencia por tratar de competir, de ganar partidos y pelear por sus objetivos mientras la realidad les supera noche tras noche. Apenas un par de días después de una de las derrotas más duras en la historia reciente de la franquicia, los de JJ Redick han vuelto a caer, esta vez a manos de unos Atlanta Hawks en plena efervescencia por 134 a 132 en la prórroga.

De nada sirvió el triple-doble de LeBron James, con 39 puntos, 10 rebotes y 11 asistencias, como tampoco lo hizo la fantástica actuación de Anthony Davis con 38 tantos, 10 capturas y 8 pases de canasta. La situación es más grave y más profunda de lo que el rendimiento de sus estrellas principales tiende a opacar. La caída frente a los Hawks es un nuevo capítulo de una novela empezada hace ya mucho tiempo. Una historia que se repite cada temporada y que remite a algo tan básico y crucial como la construcción de la plantilla. Los Lakers llevan arrastrando las mismas carencias desde 2021 y ninguno de los parches puestos sobre el roster han servido para algo más que posponer lo inevitable.

El revés sufrido a manos de los Hawks puede ser la gota que colme el vaso. Más a pocas semanas para la apertura oficiosa del mercado de traspasos, donde los rumores apuntan a que los angelinos tratarán de realizar una serie de importantes movimientos para revertir la situación.

El conjunto comandado por Trae Young supo cómo hacer daño a los Lakers, con 31 puntos y 20 asistencias. A base de esperar su momento, de proponer un ritmo alto de juego y dar la estocada en el punto idóneo. Así, cuando los angelinos parecía que iban a llevarse el duelo, llegado el ecuador del tercer cuarto y +11 de renta, apareció el mencionado Young para cambiar el partido. Los 15 minutos finales del tiempo reglamentario fueron suyos. Tanto que en sus manos estuvo el primer tiro de la victoria, el cual recibió un tapón por Max Christie. Una acción que, además, dejó una imagen preocupante, como fue el choque entre James y Davis, que hizo que LeBron se fuese cojeando y dolorido al banquillo.

La prórroga ilustró qué equipo venía en mejor forma. O al menos quién tenía más armas disponibles. Y ahí Trae Young se tornó el hombre del partido.

Una jugada sencilla, sin grandes pretensiones tácticas, pero lo suficientemente bien ejecuta para hacer caer a los Lakers en la trampa. Los angelinos defendieron en exceso el pop de Hunter y dejaron solo a Young para clavar la daga.

James intentaría sin éxito un tiro a la desesperada. Y es que los angelinos se habían quedado sin tiempos muertos debido a una cuestionable gestión de Redick. Un hecho que impidió definitivamente poder tener una última acción en condiciones y así evitar el desastre.

Tres derrotas consecutivas en un escenario tan grande como la temporada NBA no son el fin del mundo. Lo que marca la diferencia en el caso de los Lakers es la tendencia. Tan solo dos triunfos de los últimos nueve encuentros disputados, con el tercer peor net rating de la NBA (-13,2) y con un desplome total en lo anímico del grupo.

El escenario de los angelinos está lejos de ser positivo y la presión empieza a ser cada vez mayor sobre un equipo y una plantilla a la que se le acaba el tiempo.

[Añade Epígrafe]