Rafa Mir se cuela en la fiesta de Antony para firmar las tablas en el adiós al Villamarín

En el día de Antony, Antonio de Triana para el beticismo, Rafa Mir se coló en la fiesta. Con su primer gol en LaLiga con el Valencia para igualar el bello tanto con el que el brasileño había abierto el partido. Un reparto de puntos que permitió que el Betis de Manuel Pellegrini regresara a los 60, esa cifra que casi obsesiona al chileno desde su llegada a Heliópolis. Y también para que Carlos Corberán se marchase con una sonrisa tras ese enorme trabajo con el que selló la permanencia del Valencia con semanas de antelación.

No había nada en juego en Heliópolis, pero el ambiente sí era de día grande. ¡Vamos, Balompié! Así rezaba la pancarta que lució el Gol Sur para despedir al Betis a cinco días de la final de la Conference League y también al Benito Villamarín, que sufrirá una nueva remodelación. Los béticos decían adiós a su Tribuna de Preferencia, antes del exilio a La Cartuja, pero también al equipo, que el miércoles vivirá una cita histórica en Breslavia. Ni un solo aficionado se movió de su asiento al acabar el partido para darle ese último impulso al equipo. Una comunión perfecta que todavía aguarda un último capítulo en tierras polacas.

La despedida de la temporada en LaLiga respondió a lo esperado. Dos equipos a medio gas, con ganas de lucimiento y un punto de intensidad superior del Betis, que quería ponerse a tono para esa cita histórica en Breslavia. Sin demasiadas ocasiones de gol, pero sí acechando el área valencianista, los de Manuel Pellegrini, ovacionado por la grada, se adueñaron de la pelota y del partido. Un desborde de Jesús, otro de Antony, la magia de Isco… La calidad verdiblanca aparecía a cuentagotas hasta que llegó el 1-0.

De Isco a Antony, esa pareja que le ha cambiado la cara al Betis desde el mes de enero. Asistencia del malagueño y gol de playstation del brasileño. Esa rosca que ya ha patentado desde su llegada a Heliópolis. Imposible hasta para Mamardashvili, como lo fue hace poco para Joan García. Un golazo que puso el Villamarín en pie. Celebración con gorra incluida para Antonio de Triana, como se leía en la camiseta que enseñó a la grada. ¡Antonio, quédate!, estalló la grada, que se lo volvería a pedir al finalizar el partido.

Del Valencia no hubo demasiadas noticias. Alguna escaramuza de Diego López, ese diablo que sigue creciendo a pasos agigantados, la presencia de Barrenechea en la medular y las prestaciones de Mosquera, esta vez de lateral derecho. Pero muy poco en fase ofensiva para inquietar a Adrián, el portero elegido finalmente para acabar la temporada liguera.

El partido no cambió tras el intermedio. La movilidad del Cucho generaba espacios, la velocidad de Antony empujaba al equipo, pero sin demasiadas ocasiones. En apenas dos minutos, el Betis sí pudo sentenciar el duelo. Primero, con un remate de Abde que Mamardashvili leyó a la perfección para contrarrestarlo; luego con un testarazo de Ricardo Rodríguez que se marchó al travesaño. Pero ahí se acabó el Betis, disminuido desde que Isco se marchó al banquillo para descansar.

Todo lo contrario en el Valencia. Corberán quemó las naves con Hugo Duro y Rafa Mir. Precisamente, el exsevillista, pitado por la grada bética, anotaría el tanto del empate. Un remate al primer palo que no vio venir Adrián hasta que se coló en la portería. Una igualada que dejaba satisfechos a todos. Ni siquiera los roces finales alteraron el duelo. El Betis llegará a Polonia con sus 60 puntos y con la energía del Villamarín.