RELEVO TALKS

Carolina Marín: "Lo que viví con mi padre no se lo deseo ni a mi peor enemigo"

¿Cómo ha afrontado las dos roturas del cruzado y la pérdida de su progenitor en tres años?: "Sin las herramientas y la madurez que te da el deporte, hubiera sido imposible".

Carolina Marín en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. /Relevo
Carolina Marín en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Relevo
Natalia Torrente
Michèle Novovitch
Álex Corral

Natalia Torrente, Michèle Novovitch y Álex Corral

Sólo una jugadora en la historia del bádminton acumula tres mundiales en su palmarés. Curiosamente, en un deporte tradicionalmente asiático, esa deportista tiene nombre y apellido español: Carolina Marín.

Relevo Talks: Carolina Marín

Sus aspiraciones deportivas no tienen límites. Trabaja sin descanso. Quiere disfrutar del bádminton hasta el último momento y busca seguir haciendo historia. A pesar de romperse las dos rodillas, justo antes y después de la pandemia, y perder a su padre tras un trágico accidente, tiene claro cuál es su principal objetivo: los JJ.OO de París. 

Cuando más difícil se ponía, cuando más oscuro parecía estar todo, Carolina aprendió a "sacar algo positivo de situaciones negativas, sea la pandemia, sea una lesión, sea una pérdida familiar". Sabe que lo que le ha ocurrido es algo por lo que pasan muchas personas. Una lesión, una pérdida importante, altibajos emocionales… y por eso procura desde hace años tener herramientas para afrontarlo y cuidar su salud mental. "Intento sacar siempre algo positivo porque si no esa ansiedad o ese malestar me haría estar siempre decepcionada conmigo misma, seguiría decaída, nunca encontraría esa alegría", asegura.

"Si tuviera miedo no estaría jugando a bádminton. Vivir con miedo es no vivir"

Carolina Marín

Sabe que ningún jugador o jugadora de bádminton se ha roto las dos rodillas. Sabe el "sacrificio y esfuerzo" que supone un regreso. Sabe que hay que trabajar a nivel deportivo pero también a nivel emocional para ser la número uno. Y, sobre todo, sabe que no quiere vivir con temor: "Si tuviera miedo, no estaría jugando a bádminton. Al final, vivir con miedo es no vivir, es vivir intranquila. Y para mí eso no es salud".

La salud mental, clave en su carrera

Carolina llegó a la Blume con 14 años. Ahora tiene 29. Empezó a trabajar con un psicólogo a los 15. Muchos deportistas lo hacían y ha crecido entendiendo que ese otro trabajo es tan fundamental como un entrenamiento físico. Atiende su salud mental con especial interés, considera la "parte emocional muy importante" porque ella ya es "una persona muy emocional", dice.

"He tenido un psicólogo deportivo y uno personal. No hace falta estar mal, la idea es querer estar mejor"

Carolina Marín

Tanto es así que en algunas etapas de su vida ha trabajado con dos profesionales su salud mental. "Ha habido momentos en los que yo he tenido un psicólogo deportivo y uno personal, o sea, he tenido dos psicólogos", cuenta. Y rompe con cualquier estigma sobre la salud mental con absoluta normalidad: "Yo no he considerado nunca que esté loca ni que esté mal", sentencia. Asegura que la terapia se aborda simplemente para "estar mejor". Algo similar a la manera en la que afronta su carrera deportiva. Tiene un oro olímpico, tres mundiales y seis europeos, pero quiere más. Con su salud emocional ocurre lo mismo: no necesita ninguna dificultad añadida para "tratar de estar mejor".

Carolina Marín explica la importancia de la salud mental en su trayectoria. Relevo

"El psicólogo deportivo me ha ayudado en mi carrera deportiva, sobre todo facilitándome técnicas para situaciones adversas que he tenido que afrontar. Miedos, inseguridades, nervios, presión externa, e incluso interna mía", explica. "Luego ha habido etapas en las que he trabajado con un coach para conocerme más a mí misma a nivel personal y finalmente trabajo con mi psicóloga para dar nombre a esas emociones que tengo". Así detalla Marín cómo ha ido evolucionando y utilizando recursos para cuidarse emocional y psicológicamente.

Dos roturas en dos años

Carolina es la única jugadora de bádminton que se ha roto las dos rodillas. Dos veces el ligamento cruzado anterior y la última, con los dos meniscos. Le ocurrió cuando disfrutaba del éxito, en el mejor momento de su carrera, y después de superarlo, pasó de nuevo. A dos meses de los JJ.OO de Tokio. Después de dos años con muchas dificultades.

"Cuando me lesioné por primera vez ni sabía en ese momento que me había roto la rodilla. De hecho, yo quise seguir jugando", recuerda. Y hace una revelación: "Aquel fue de los pocos partidos en mi vida en los que yo salí segura de que iba a ganarlo. Por eso tenía tantas ganas. Y encima en Indonesia. Un país que me encanta, donde me quieren muchísimo. No paraban de animarme y por eso yo quise seguir" cuenta. "Cuando llegué aquí a Madrid y fui al hospital, me dijeron que la rodilla estaba rota. No me lo creía", explica.

Afortunadamente, fue "sólo" el cruzado y en siete meses y medio volvió a la pista. "Yo hasta que no me sienta segura de la rodilla no voy a volver a jugar", dijo. Y así fue. Hasta que no se sintió con la confianza suficiente, no regresó. Lo hizo en tiempo récord.

En 2021, Carolina atravesaba a nivel personal uno de los peores momentos de su vida. "Los problemas externos te afectan cuando tienes que entrenar. Tú intentas dejarlo fuera de la puerta del pabellón, pero es imposible. Muchas veces porque es un día tras otro, problema tras problema", comparte. Volvió a romperse el cruzado.

Marín habla de la segunda rotura del lateral cruzado que sufrió en 2021. Relevo

"La segunda lesión fue más un infierno, un agujero negro al verme tan cerca de los Juegos Olímpicos", dice. "Estaba tan bien, tanto física como mentalmente… Ahí sí supe en el momento que me había roto la rodilla porque escuché el crujido, tenía factores externos que tampoco me estaban ayudando, muchos problemas…". Las palabras de Carolina y su forma de contarlo revelan una tranquilidad propia de quien sabe que, a pesar del sufrimiento que suponen, las lesiones forman parte de la vida de una deportista de alto rendimiento. 

"Cuando me lesioné la segunda vez, pensé que Tokio no era para mí"

Carolina Marín

"¿Cómo salí yo de ese infierno?" se pregunta. "Pensé que Tokio no era para mí. Porque mira, he pasado una lesión, he pasado una pandemia, he pasado una pandemia dentro de un hospital y luego, al poco tiempo, la pérdida de mi papá. He pasado una segunda lesión… Así que pensé que tenía que consolarme con que para los siguientes JJ.OO, al retrasarse los de Tokio, solamente quedaban tres años".

Carolina tuvo que replantearse hasta su carrera. "Es cierto que yo veía Tokio como casi el final de mi vida deportiva. Pero soy muy cabezona en ese sentido. Entonces, al no conseguir mi objetivo en 2021, he querido alargarlo hasta 2024".

¿Miedo por volver a romperse?

El riesgo de recaída de una rotura del ligamento cruzado anterior en deportistas de disciplinas en las que el salto y pivotaje son frecuentes y se debe realizar a máxima velocidad, es muy alto. El 5% de deportistas se rompen de nuevo el LCA y otro 5% el de la otra rodilla.

"Si tuviera miedo de que volviera a suceder no estaría jugando a bádminton. Al final, vivir con miedo es no vivir, es vivir intranquila. Y para mí eso no es salud", dice tajante. "Si me tiene que pasar algo en una pista de bádminton, que me tenga que pasar. El bádminton me lo ha dado todo".

"Llega un momento en el que no controlas la autoexigencia y se producen lesiones"

Carolina Marín

Marín sabe que ese riesgo se incrementa por la forma con la que afronta con Fernando Rivas, su entrenador, cada entrenamiento y cada partido. "Nuestra exigencia siempre va más allá del límite. Precisamente eso es algo bueno, pero también algo malo. Llega un momento en el que no la controlas y se producen lesiones o dolores en el cuerpo", afirma.

"Sin esa necesidad de ir más allá quizás no hubiera conseguido todo lo que he conseguido hoy en día", dice agradecida por esa forma de vivir su carrera, de aspirar cada día a más, de ir al límite, aunque asegura que le hubiera gustado "controlar un poquito más esa exigencia para no haberme lesionado, por ejemplo, de la rodilla", dice riendo.

Carolina Marín aborda la autoexigencia con la que entrena y su idea de trabajar al límite. Relevo

Su vínculo con la exigencia le ha llevado a tener que relacionarse también con el autocontrol. Marín tuvo que dar un paso más allá. Reconoce que ella misma se exige "más de lo normal". "Incluso en momentos malos o días en los que no me sale algo, me exijo más en lugar de darme un poquito más de cariño y tener un poquito más de paciencia". Admite que le da tantas vueltas a la cabeza que le cuesta dormir. No se da tregua. "El autocontrol es algo que he tenido que trabajar mucho".

"En el momento que yo piense en tirar la toalla, colgaré la raqueta"

Carolina Marín

Vivir al límite tiene su riesgo. Asistir a un entrenamiento de Marín es asistir a una contienda consigo misma. Apura cada volante, cada gesto, cada esfuerzo y cada emoción. Se gestiona permanentemente. Pero, ¿ha pensado en algún momento en tirar la toalla? "Si lo hubiera hecho, no estaríamos hablando aquí seguro", dice rotunda. "En el momento en el que yo piense en tirar la toalla o en que esto ya no me compensa, que ya no lo disfruto o ya no lo quiero tanto, colgaré la raqueta".

El fallecimiento de su padre en 2020

Gonzalo Marín moría en julio de 2020 a consecuencia de las secuelas de un grave accidente laboral sufrido meses antes. Cuesta escuchar a la campeona olímpica hablando de ello con una entereza inusual en alguien que pierde a su padre tan pronto y de una manera tan trágica.

"El accidente de mi papá fue totalmente inesperado. Venía de un torneo y esa noche me acosté a las 22:00 h. Estaba muy cansada. De repente tocaron a la puerta de mi habitación en la Blume para avisarme de que mirase el móvil, que me estaba llamando Fernando, mi entrenador. Eran casi las 00:00 de la noche", relata.

"Tenía 15 llamadas perdidas suyas, una de mi prima y una de mi tío. Eso me descolocó. Hablé con Fernando y vino aquí a la residencia", recuerda Carolina. Su entrenador ya conocía lo que había sucedido y había ido a su casa, pero no la encontró. Cuando consiguió localizarla, le contó lo que había ocurrido.

"Yo no me lo creía. En ese momento lo que me salió fue coger el coche y bajar a Huelva". Pero Fernando lo impidió y la animó a coger el primer avión al día siguiente. Así lo hizo. Cuando llegó, encontró la situación más difícil que hasta ahora había tenido que gestionar. Hija única de padres separados, asumió la responsabilidad y decidió que operasen a su padre, a pesar del riesgo que suponía.

"Tras el accidente, yo estaba amargada. Fue un suplicio. No se lo deseo ni a mi peor enemigo"

Carolina Marín

Carolina mira a los ojos fijamente y continúa explicando con detalle, compartiendo el trance personal más duro por el que ha pasado: "Mi papá aguantó cinco meses y fue un suplicio. Yo estaba amargada, no quería que me hablase nadie, me quedaba en el hospital, encima en plena pandemia… Fueron muchísimas horas en una situación que encima tú no quieres, no aceptas. Yo no quería que mi padre estuviera así, yo no quería ir a un hospital y aguantar tantas horas allí. No se lo deseo ni a mi peor enemigo", asevera. Y llegó el peor desenlace.

"Me costó mi tiempo", explica. Entonces sale la garra, el coraje y el impulso que la acompaña en cada punto de partido y que le hace afrontar también los reveses de la vida con una fuerza extraordinaria. "Hay gente a la que le hubiera costado años afrontar esto, pero a los dos meses de su muerte cambié el chip", asevera.

Carolina Marín cuenta cómo gestionó el accidente y muerte de su padre. Relevo

"Sin las herramientas y sin esa madurez que te da el deporte, hubiera sido imposible. He tenido que tomar decisiones que una persona sin esos recursos no las hubiera tomado. Ya te lo digo yo. Yo fui la que decidió que operaran a mi padre y yo fui también la que decidió que no más pastillas porque mi padre no iba a ir a mejor y yo quería que ese infierno terminase para mi papá. Esa decisión también la tomé yo".

El silencio invade el pabellón de bádminton del Centro de Alto Rendimiento. Seis pistas vacías mientras la campeona de bádminton de todos los tiempos relata el mayor dolor que ha sufrido en su vida. Carolina emociona mientras se desprende del dolor. Es un paso más en el trabajo que ha hecho para aceptar lo que ocurrió.

En el comienzo del pasado año, Carolina Marín puso pie en pared. No quería ni podía continuar con ese calvario. "Al inicio de 2021, como seguíamos en pandemia, organizaron un mes en Tailandia tres torneos seguidos", comenta. Necesitaba cambiar la dinámica. "Fue un cambio de mentalidad porque las rivales se dieron cuenta de que había vuelto ya Carolina. Llegué a las tres finales y gané dos de ellas", rememora mientras sonríe.

"Las rivales se dieron cuenta de que Carolina había vuelto. Gané dos de tres finales"

Carolina Marín

"Fue un autocontrol bastante brutal, más que incluso el de la lesión, pero sí es cierto que de manera diferente, porque esto ya era algo más personal. Tener un psicólogo deportivo y personal me ha ayudado mucho a afrontar este tipo de situaciones", insiste.

«Puedo porque pienso que puedo»

Marín trabaja desde hace años con un lema que le ayuda a perseverar en los momentos más difíciles del partido, y amplificándolo, de la vida: 'Puedo porque pienso que puedo'. "Estaba trabajando en una sesión con mi primer psicólogo y salió una frase parecida. Es cierto que con el tiempo yo le he dado mi propia forma. En los JJ.OO de Río de Janeiro la tuve súper presente durante muchos momentos complicados de ciertos partidos".

Más allá de una herramienta de motivación se ha convertido en su identidad dentro y fuera de la pista. "Es un lema al que le he dado voz y lo he sacado hacia afuera, ya no solamente para que me ayude a mí". Es un estilo de vida. Una forma de vivir el deporte. De posicionar el bádminton en el mapa.

¿Por qué Carolina Marín trabaja con el lema 'Puedo porque pienso que puedo'? Relevo.

"Es algo que también quiero en un futuro: ayudar a los jóvenes a que sepan que en España ya hemos abierto camino y hemos marcado nuestro país en el mundo con toda la influencia asiática tiene allí el bádminton. Espero que esa frase no solo me ayude a mí o a otros deportistas, sino que a gente de la calle le pueda ayudar en su día a día", dice orgullosa.

Carolina sigue pensando que puede. Entrena duro, toma decisiones, se autogestiona y aspira a lo más alto. Quiere seguir escribiendo con letras de oro el apellido Marín allá donde vaya, pero con un objetivo principal: París 2024. En la capital francesa tratará de igualar a la china Zhang Ning, con un mundial en sus vitrinas, pero la única jugadora con dos oros en JJ.OO. Entonces, si no lo es ya, Carolina se convertiría en la mejor jugadora de bádminton de la historia.

Este reportaje fue publicado originalmente el día 31 de diciembre de 2022 y ha vuelto a ser seleccionado para aparecer en la portada de Relevo.com como una de sus historias más leídas