Las lágrimas de Alcaraz y el rectángulo de los nervios rotos: "Sentí que dejé tirados a todos los españoles"
El talento español habría firmado una temporada con los títulos de Roland Garros y Djokovic.
París.- En el final hubo lágrimas, las lágrimas de un chico de 21 años que ganó tanto, tantísimo, y soñaba con ganar más. Y luego, ya en el podio, hubo una sonrisa, la marca registrada de Carlos Alcaraz que ni la amargura de que el oro fuera en realidad plata le quitó. Pero antes, mucho antes, hubo gestos de fastidio, miradas al cordaje de la raqueta, vistazos con sospecha a la superficie, cambios de raqueta, brazos en jarra, home runs: y cuándo todo esto sucede, lo que no está bien no es el cordaje, la superficie o el juez de silla, sino el tenista.
Es parte de lo que le sucedió este domingo a Alcaraz en ese rectángulo de los nervios rotos que en momentos clave volvió a ser para él la pista central Philippe Chatrier. El sitio en el que hace menos de dos meses conquistó por primera vez Roland Garros, sí, pero también el escenario en el que hace 14 meses, semifinales del Abierto de Francia ante Novak Djokovic, sufrió una debacle psicológica que terminó afectando su físico en forma de calambres.
Esta vez no fue una debacle, en absoluto, sino una batalla electrizante, una derrota de 7-6 (7-3) y 7-6 (7-2) en dos horas y 50 minutos ante el tenista más exitoso de todos los tiempos. Pero sí es cierto que el sueño del oro olímpico de Alcaraz se vio afectado por una evidente presión que, especialmente en el inicio, le impidió ser su mejor versión, más allá de todos los méritos de un jugador de otra galaxia como es el serbio. Y más allá de los puntos espectaculares y la notable intensidad de la batalla que ofreció el español.
¡Carlos Alcaraz 🇪🇦 SUBCAMPEÓN OLÍMPICO 🥈 al perder la final por 0-2 (6-7 y 6-7) contra Novak Djokovic 🇷🇸 en un auténtico partidazo de tenis!pic.twitter.com/8jttdrjd44
— InfoOlímpica (@Info_Olimpica) August 4, 2024
Djokovic, dueño de toneladas de experiencia y de una astucia sin parangón, olió esos nervios en el inicio del partido, se subió a ellos y nunca más se bajó. Era el hombre que tenía su última oportunidad de ganar un oro olímpico frente al joven que tendrá unas cuantas más. Eso también jugó un papel.
Y España. España fue mucho para Alcaraz. La presión que sintió hoy fue "diferente", dijo. Y por eso el torrente de lágrimas, la descarga emocional tras la final.
"Estaba jugando por España, por todos los españoles, todos estaban pendientes del partido, de que yo ganara la medalla de oro".
¿Y qué sucedió? "Delante de mí ha habido un jugador que lo ha hecho mejor que yo en los momentos donde tenía que hacerlo. En los momentos difíciles, comparándolo con otros torneos, como por ejemplo con la de Grand Slam, hoy no ha dado lo mejor de mí, hoy no he incrementado ese nivel en los momentos difíciles, en los momentos tensos y él sí que lo ha hecho, así que probablemente ha sido una presión diferente".
"Al final, delante también teníamos a un Novak Djokovic que tenía también más ganas que yo de ganar esa medalla de oro", concluyó Alcaraz su strip-tease emocional. "Sentí que dejé tirados a todos los españoles".
Mucho de eso se había advertido antes de que el español lo reconociera.
"Delante teníamos a un Djokovic que tenía también más ganas que yo de ganar este oro"
Plata en ParísEn los segundos previos a ingresar a la pista, Alcaraz y Djokovic quedaron solos en una pequeña sala. El murciano comenzó a saltar y a simular golpes de revés, necesitaba quitarse los nervios, soltarse. Lo lograría solo con intermitencias.
A las 14.11, Djokovic falló su primer servicio y se tomó una eternidad para el segundo. Silencio expectante, un bebé que llora, el serbio que sirve y Alcaraz que tira la bola afuera tras un corto intercambio de derechas desde el fondo de la pista.
Otra derecha fallida de Alcaraz, esta vez estrellada en la red, y el 40-0 como pauta de algo que ya había sucedido en ese mismo sitio un año atrás: nervios de Alcaraz en un partido decisivo ante Djokovic.
A medida que avanzaba el set se advirtió otra cosa que le sucede con cierta frecuencia al español: bolas de break que no puede aprovechar. Pudo adelantarse 5-4 y su servicio, pero falló. Fueron ocho break points en total y ninguno convertido a lo largo del parcial.
Y si bien es cierto que se recuperó con una derecha cruzada furiosa de un set point y logró llegar al tie break tras 84 minutos de una batalla mucho más agria e intensa que lucida, fueron los nervios los que se impusieron a su juego.
¿El termómetro? El descontrol de su derecha en varios pasajes, sobre todo, pero también el revés que tiró fuera para quedar 3-5 en el tie break. A continuación, una derecha fallada por varios metros. Al rato, el serbio que volea magistralmente una derecha cruzada del español y el 7-6 (7-3) que se instala en el marcador tras 93 minutos.
¡Más de una hora y media para un solo set! Y serían dos horas y 40 minutos para llegar al tie break del segundo parcial.
Un primer set en el que hubo señales de problemas en un muslo y entró en acción el zumo de pepinillos, que Alcaraz utiliza para anticiparse a los calambres.
Esto que le sucede con cierta frecuencia a Alcaraz se puede ver de dos maneras. Una, que con nervios y calambres es el mejor y más exitoso tenista de 21 años que haya conocido la era profesional del tenis. La otra, que si le encontrara la solución a un problema que es evidente, podría llegar aún más lejos, pero sobre todo disfrutar más.
Con todas las diferencias que hay entre un serbio de 37 años y un español de 21, Alcaraz se parece mucho más a Djokovic que a Rafael Nadal. Como Djokovic, azuza al público, le reclama apoyo y se auto celebra tras un punto espectacular; como Djokovic, no duda en decir que quiere ser el dueño de todo. El "yo soy un chico ambicioso" es impensable en boca de Nadal, pero una frase que le calza como un guante a Djokovic.
Me voy con una medalla de plata increíble ❤️ y con la cabeza alta después de una tremenda batalla hoy! Enhorabuena @DjokerNole por ese oro que tanto has buscado 🤝🏻
— Carlos Alcaraz (@carlosalcaraz) August 4, 2024
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Imprescindible tenerlo en cuenta: el Alcaraz de los nervios es el mismo que le ganó dos finales de Wimbledon consecutivas a Djokovic, algo que nadie en el tenis puede decir, ni Nadal, ni Roger Federer. Pero en el juego de egos, histrionismo y golpes en el pecho, Djokovic saca ventaja, porque lo viene haciendo desde antes de que Alcaraz naciera.
Se vio en las dos fabulosas derechas cruzadas cortas del serbio en el tie break, golpes que salen de lo más profundo de su alma de campeón, como sucedió ante Roger Federer en las semifinales del US Open 2011 o la final de Wimbledon 2019, cuando estaba match point abajo. Ante eso, poco que hacer: ni Alcaraz, ni nadie.
Ahora bien. ¿Campeón de Roland Garros, de Wimbledon y medalla de plata olímpica en apenas 56 días? El 99,99 por ciento de los hombres y mujeres que se dedicaron desde 1988, cuando el tenis volvió a ser olímpico, a ganarse la vida con una raqueta, firmaría esos logros para toda una vida. Bien, Alcaraz lo hizo en dos meses. Sus éxitos y su potencial son enormes. La necesidad de trabajar a fondo en la sintonía fina, también.